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Concepcion del Uruguay » La Calle
Fecha: 17/11/2024 23:23
En nuestros tribunales existen gran cantidad de causas que tienen su origen en desacuerdos de todo tipo que son producto de desavenencias vecinales. Conflictos triviales que suelen terminar con delitos de amenazas, lesiones leves y daño. Con víctimas, imputados y personas condenadas. Por estos días, los hechos de violencia se están dando con frecuencia en nuestra sociedad. Asistimos a diario a disputas por cuestiones de tránsito, robos, rapiñas, peleas entre vecinos, violencia de género, homicidios… Hechos muchas veces provocados por cuestiones triviales que podrían obviarse si las partes depusieran su actitud agresiva y se avinieran al diálogo… Meditando sobre esto recordé un suceso de inusitada violencia que se dio en un barrio del norte de la ciudad, el 17 de marzo de 2017, en el que una joven madre fue ferozmente atacada y terminó con un cuchillo clavado en su cráneo, pero pese a la gravedad de la herida recibida, logró salvar su vida. Una pelea entre vecinos Caía la tarde ese 17 de marzo de 2017, cuando se dio una pelea entre vecinos en el barrio Difunta Correa, al norte del Camino para el Tránsito Pesado, más allá del barrio 134 viviendas. Esa tarde Mónica Beatriz Burba se encontraba en el domicilio de su suegra, cuando llegaron al lugar sus vecinos Marina Gabriela Colombo, acompañada por su marido Juan José González, alias “Quino”, y su hija Marina Belén de 20 años, y otra menor de entre 12 y 13 años. Los vecinos no venían precisamente en son de paz. Es más, habían estado amenazando a Burba desde horas antes, por lo que ésta había optado por retirarse de su casa a la de su suegra, ubicada en el mismo barrio. En el lugar Colombo y Burba se trenzaron, pero se interpuso “Quino”, amenazando a Burba con una botella, ante lo cual esta se hizo hacia atrás, aprovechando Marina Belén para tomarla del cabello al igual que la menor, lo que le dio lugar a su madre para atacarla con un cuchillo “tramontina” de entre 14 y 15 centímetros de longitud, el que le dejó clavado en la cabeza del lado izquierdo. Los atacantes se retiraron del lugar, mientras alguien llamaba a la policía. Iban por el camino cuando los cruzó un patrullero que ingresaba al asentamiento. Allí Marina Gabriela Colombo les gritó a los policías que ella había atacado a Burba por “vigilanta” por haber llamado a “la gorra”. Sin entender del todo lo ocurrido, el oficial les ordenó que lo esperasen donde estaban y se dirigieron con la premura del caso al lugar del hecho. Los efectivos llegaron al domicilio donde se encontraba Burba, sentada en una silla con el cuchillo clavado en la cabeza y su marido clamando por ayuda. De inmediato se solicitó una ambulancia y se procedió a aprehender a la familia González – Colombo. Mientras Burba ingresaba al quirófano para extraerle el cuchillo, la atacante manifestaba que la culpa era de la víctima, porque ella antes había “corrido” a su hija menor de edad y que ellos habían ido, digamos, a ponerla en su lugar. El juicio Para los acusados, llegó el juicio el 27 de junio de 2017, ya recuperada Mónica Burba, quien resultó con una herida punzo- cortante de entre 4 y 6cm, que ingresó en el cerebelo, sin causarle consecuencias graves, aunque luego comenzó a sufrir convulsiones, que según el médico forense, podían deberse a la lesión. En su declaración “Quino” González dijo que había sido una “pelea entre mujeres”, intentando desligarse del asunto, pero testigos lo situaron en el lugar del hecho, armado con una botella y amenazando a la víctima. Para la fiscalía actuante, él había tenido una importante participación en el hecho, ya que por contextura física, Colombo por sí misma no hubiese podido doblegar sola a Burba y sí lo hizo con la intervención de sus hijas y su marido. La acusación pidió 7 años y 6 meses de prisión para para Marina Gabriela Colombo, 5 años y 6 meses para su hija mayor de edad, 20 años para su marido, mientras que la menor resultó inimputable dada su edad. Se ventiló también en la IPP, que los acusados González – Colombo, habían tenido en otras oportunidades, actitudes agresivas con otras personas y que incluso habrían atacado a un joven meses antes. Se trataba de una familia oriunda de Corrientes, que tiempo antes había llegado al asentamiento y se había armado su casilla en el lugar. Finalmente llegó la condena El tribunal actuante valoró los hechos y lo expuesto por la parte acusatoria y la defensa y resolvió condenar a 6 años de prisión a Marina Gabriela Colombo por “homicidio en grado de tentativa” y a su hija Marina Belén y a su marido Juan Carlos González a 5 años y 6 meses de prisión a cada uno, por su calidad de partícipes necesarios para la consumación del hecho. ¿Podemos hablar? El Eterno, el Creador del Universo, Dios, ha dotado al hombre, su criatura, de raciocinio. Le ha dado la capacidad de comprender las consecuencias de sus acciones… sin embargo muchas personas se dejan llevar por el enojo del momento, la rabia, el deseo de venganza (como en este caso) y dejan de lado lo que aconseja el sentido común: dialogar. Tal vez haya que replantearse espacios de reflexión para que nuestros estudiantes aprendan desde el ciclo primario, que la violencia no hace más que apagar las luces del alma, que el delito solo lleva, como pasó en este caso, a la prisión con la consecuente pérdida de un tiempo precioso que sirve para estudiar, trabajar, progresar con vistas al futuro. Buscar el diálogo, el acuerdo, pedir o dar disculpas no menoscaba, por el contrario, enaltece a la persona. Debemos aprender a dejar de lado el orgullo, la omnipotencia, la soberbia que nos indica, erróneamente, que siempre tenemos la razón. Actitudes violentas como la expuesta, no hacen más que hacernos descender en la escala de los seres pensantes, al último escalón de la animalidad.
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