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Parana » Uno
Fecha: 17/11/2024 12:10
Jugar a los medios y trabajo precoz. El ADN de un medio popular. Asentamientos y descontrol. Las gracias de Ariel Bello para un discriminador. Ariel Bello recuerda su temprana afición por los medios de comunicación, especialmente la radio, y cómo, sorteando las dificultades sin desfallecer, concretó desarrollar una actividad a la cual se brinda plenamente. El director de FM 100.7 y Reporte 100.7 analiza el crecimiento del narcotráfico, su efecto devastador, evidenciado en la cantidad de suicidios, y deja un especial agradecimiento. El patrimonio cultural brilló en toda la provincia con La Noche de los Museos El Festival Plaza Tomada fue un éxito y el público disfrutó de una peña folclórica —¿Dónde naciste? —En Paraná, Anacleto Medina Norte, donde viví hasta los 38 años, y hace ocho que me mudé a cinco cuadras de allí. —¿Cómo era en tu infancia? —Tengo hermosos recuerdos: estaba en desarrollo, sin las comodidades actuales, cuyas calles son asfaltadas, con iluminación y servicios, lo que motivó a su vez la mejora de las casas. Las construcciones eran humildes, de gente trabajadora, empleados municipales, changarines y albañiles, y la mayoría de las calles, de tierra. Iba a la Escuela San Antonio María Gianelli, en Anacleto Medina Sur, dependiente del Colegio del Huerto, y las calles hasta la plaza eran con asfalto y las demás de tierra. Luego comenzó a llegar hasta abajo la línea de colectivos. —¿Otros lugares de referencia? —El centro de salud, porque nos atendíamos ahí, y la parroquia San Martín de Porres. ariel bello (1).jpg Ariel Bello recuerda su temprana afición por los medios de comunicación, especialmente la radio, y cómo, sorteando las dificultades sin desfallecer, concretó desarrollar una actividad a la cual se brinda plenamente. —¿El asfalto fue el mayor cambio urbanístico? —Sí, en los años 90, con el Programa de Mejoramiento de Barrios (Promeba), que incluyó cloacas y mejora de los techos de las viviendas. —¿Qué visión tenías del centro? —Desde niño iba a comprar al supermercado Abud de calle España y conocí el centro. A los doce años, cuando salía de la escuela, comencé a lavar los colectivos en la parada de la línea 3, para tener mi propia plata. Conocí más el centro porque con lo ganado iba a los videojuegos de la peatonal y tomaba un helado. Trataba de volver antes de las nueve de la noche, porque mi mamá trabajaba como ordenanza en el Colegio del Huerto. —¿Hasta dónde llegabas? —Cuando nos hacíamos la rata, hasta el bañado de Anacleto, que conectaba barrio San Martín, el volca y Paraná XVI, donde pasábamos horas caminando y pescando, sin el peligro y los riesgos de ahora. —¿Personajes? —Claudio, quien vivía con su papá y tenía impedimentos físicos, andaba y charlaba con todo el mundo. —¿Leyendas? —Una muy conocida es la del supuesto “sátiro”, que muchos decían ver durante semana santa y la policía quería capturar. Decían que golpeaba los techos, corría, volaba y atemorizaba, especialmente, a mujeres que vivían solas. Una noche la policía lo esperó para atraparlo en calle Virrey Vértiz, lo rodearon, yo fui, pero no lo agarraron y nunca más apareció. —¿A qué jugabas? —Al fútbol pero tuve problemas con el asma, me recomendaron dejar y hacer natación, no me gustó y volví a jugar, poquitos minutos en el club del barrio. Mi hermano mayor jugaba muy bien y estuve en La Salle, Ciclón del Sur y San Miguel, pero yo no tenía condiciones. A los siete años nos regalaron una camioneta Duravit, que tuve hasta los 14 años, y también jugaba con él a los soldaditos. —¿Qué actividad laboral desarrollaba tu papá? —Empleado público, en Suministros de la Casa de Gobierno. Grabador y “cámara” —¿Sentías una vocación? —A los 14 años jugaba a la radio porque teníamos un grabador de doble casetera con mi hermano Andrés, quien ahora trabaja en la radio. Éramos fanáticos de la música y no teníamos tele. Compramos un casete, comenzamos a grabarnos y descubrí la vocación por los medios de comunicación. Grabábamos frases y le poníamos música, manualmente. —¿Referentes? —Mi papá escuchaba todo el día LT 14 y recuerdo La tarde de Pepe Pirro, a Ana María y un programa sobre campo al mediodía… —Mundo Rural, de Luis Perriere. —Sí, y en el cual hablaba un sacerdote. Los sábados, Caminata sabatina, con Santiago Rinaldi, en casa era un clásico. Cuando comencé a escuchar FM me gustaba, en Ciudad, Hugo Henchoz, de quien me encantaba su programa y el de los talleristas, y Fabián Brunengo, en FM Litoral. Quien más me impactó por su profesionalismo fue Roberto Peragalo y tuve la posibilidad de trabajar con él. —¿Con tu hermano imitaban algo de esto? —Sí. Y en séptimo grado tuvimos que hacer un trabajo final con un compañero, así que con una cajita de madera y el tubo de un rollo de papel higiénico, forrados y pintados, hicimos una “cámara de televisión” y un “micrófono”, con un palo de escoba cortado y cartón. El día de la fiesta de la escuela salimos a “hacer notas”. Fue inolvidable y comenzó todo. Algunas de mis maestras con las cuales hoy me cruzo, lo recuerdan. ariel bello 2.jpg —¿Veías televisión? —A veces a la noche íbamos un ratito a la casa de mi tía Olga, en el fondo de mi casa, quien tenía tele y veíamos las series de esa época, como Lobo del aire, Brigada A. y Alf. —¿Materias predilectas? —Terminé la primaria y me presenté en el Colegio Bazán y Bustos, de barrio El Sol, y me costó desprenderme de los compañeros de la primaria. Fui unos meses y dejé, y diez años después la terminé por la noche. —¿Otros trabajos? —Estuve cuatro años, luego ayudé a limpiar en una carnicería, trabajé en una verdulería, en un kiosco y en una panadería, previo a comenzar en la radio. —¿Quemaste alguna etapa? —Me perdí cosas por no hacer la secundaria al terminar la primaria, ya que la escuela nocturna es totalmente diferente, porque es gente de otras edades, y tres años. Me gustaba Física y Química, e Historia, y tenía dificultades con Matemáticas y Comercialización. Ya hacía radio, de 22 a 24, en FM Onda Verde, de San Agustín. La magia de escucharse —¿Cómo fue esa primera aproximación a la radio? —A los 17 años quería conocer cómo era y funcionaba la que escuchábamos, que me gustaba por su estilo y por la cumbia. Averigüé dónde quedaba, fui, me hicieron pasar y conocí cómo era una consola, las compacteras y caseteras, y ya había computadoras. Pedí permiso para ir cuando hubiera programas, me dijeron que sí y comencé a llevar saludos escritos de los vecinos, amigos y compañeros de trabajo, para que los leyeran. Fui aprendiendo, comencé como operador, y era muy bueno y rápido. Era todo manual. Después pedí hacer un programa —¿Qué te impactó? —Escucharme, cuando me puse el auricular fue mágico, y además la radio se escuchaba muchísimo. Y comencé a trabajar de animador. —¿Pensaste una alternativa? —Sí; mi otra posibilidad cuando tenía 21 años, si no me iba bien en la radio y no conseguía un trabajo estable, era la Policía, porque mi padrino de bautismo era comisario inspector y me preguntaba cómo andaba con mi trabajo. Cuando comencé en la radio le dije que creía que me iría bien. —¿Cuántos años en Onda Verde? —Seis o siete. —¿Qué aprendiste? —Todo: a operar, conducir y editar, ya con la computadora y programas de edición, lo cual me encanta. —¿Cómo te integraste al mundo digital? —Fue una comodidad por el reemplazo de los casetes y por la evolución de los programas de edición que aparecieron. El señor de la plaza —¿Cuándo te definiste por la radio? —Luego de Onda Verde pasé a Provincia y tuvo la mala suerte de que le robaran todo. La dueña hizo una sociedad con un complejo de radios que está frente a la plaza (1º de Mayo), cuyo dueño es un señor a quien no quiero nombrar. En Provincia éramos dos operadores, nos llamaron para una entrevista, mi compañero quedó y a mí nunca me llamaban. Soy morocho y tenía pelo largo. Después me enteré por alguien de la misma radio que me discriminaron (el entonces dueño del grupo) porque “no tenía imagen para la radio”. —¿En serio? —Te lo juro por mi madre que está en el cielo. Fue un golpe durísimo que me mató. Volví a mi casa, me acosté, me largué a llorar, y mi vieja (se emociona y lagrimea) me consoló y me decía que conseguiría otro trabajo. Hijo de puta; por tener pelo largo y ser morochito. Me quedé sin trabajar en radio y volví a una panadería; Roberto Peragalo estaba por inaugurar FM Líder, el dueño le preguntó si conocía un locutor, me llamaron y estuve diez años. —¿Cuál fue la mejor etapa? —Crecí mucho, profesional y económicamente, porque estaba en el horario central, y era muy buen vendedor de publicidad. Llegó un momento en que la relación con el dueño no fue buena y decidí comenzar acá. Lo popular y las noticias —¿Cómo fue el principio? —Comenzamos a comprar equipos precarios, me faltaba algo de dinero para todo lo necesario, un amigo me dijo que podía invertir, compartimos la ganancia mensual y hace ocho años que trabajamos así. —¿Qué estilo imaginaste? —Por su ubicación en San Agustín, hay que hacer una radio popular, con música tropical y folclore; después se fue dando lo de las noticias y creé una página. —¿Cómo encontraste el nicho de mercado? —Al principio no sabíamos en qué lugar del dial ubicarla para no molestar a nadie. Pensé, y no me equivoqué, que si nos instalábamos en San Agustín, con decenas de barrios, debía ser popular y la cumbia lo principal, poca información a la mañana, folclore, música del recuerdo, y algo de tango. —¿Cuándo aprovechaste la veta periodística? —No soy periodista. Por el crecimiento de las redes sociales y de la cantidad de teléfonos, me di cuenta de que llegaba mucha información, incluyendo casos policiales graves. No era correcto publicarla en mi perfil de Facebook entonces en enero de 2015 decidí crear Reporter 100.7. Comencé a andar por la calle todo el día, primeramente solo, y luego me acompañaron periodistas deportivos. Compré una cámara fotográfica semiprofesional, creamos la página en Instagram, con mucho seguimiento, y creamos una para la Web, más formal y profesional. Desde muchos lugares a los cuales no llegamos la gente manda fotos. Hemos cubierto hechos importantes para Crónica TV, TN, CNN Radio, América y A24. —¿Casos que más te impactaron? —Siempre pasaban cosas graves como las de hoy pero no había tanta difusión ni medios, más allá de que la situación económica tiene su incidencia. Los hechos son varios, como el de la chica (Fiorella Furlán; 2019) que arrastró el agua en Ramírez Sur. Cuando me llamaron no lo podía creer, hasta que llegué al lugar. No quiero imaginar lo que habrá vivido dentro del vehículo. La transmisión en vivo por Facebook tuvo 4.700 seguidores, que también hice para Crónica. El de una niña que se ahogó en la playa de Valle María, cuando se alejó de los papás y apareció a la semana. Y el del nene del volcadero, que subió al camión recolector, se cayó y pasó lo que pasó. Estuve ahí y lo vi. Vi morir gente por heridas de armas de fuego o blancas, por demora de la llegada de la ambulancia. —¿Por qué te orientaste hacia lo policial? —Porque me gusta y es una adrenalina única cuando voy al lugar del hecho. Constantemente estoy chequeando los dos teléfonos y la gente me avisa, a veces antes que a la policía. Chequear y corregir ariel bello.jpg —¿Errores? —Tengo problemas de visión desde hace cuatro años y me rehusaba a usar anteojos. Iba al lugar de los hechos, no veía bien y a veces escribía mal algunos datos, por lo cual la gente criticaba y decía, con razón, que no sabía escribir. Ahora uso anteojos, aunque me sigo equivocando porque quiero transmitir en vivo y a la vez escribir la noticia. Me suscribí a un editor en línea para transcribir y quiero seguir corrigiendo ese aspecto. —¿Qué aprendiste con el Reporte 100.7? —Que hay que chequear todo dos veces con distintas fuentes y no creer en nada hasta hacerlo, porque la gente miente mucho y acomoda los hechos según su conveniencia. —¿Una anécdota? —La radio consiguió ayuda para mucha gente con necesidades, como en el caso de a quienes se les quemó la casa o le robaron, y medicamentos. Hace ocho años llegó un tipo mayor, de la zona, con cara triste, y dice que necesitaba viajar a Mendoza para reunirse con su familia porque su mujer falleció. Pidió que lo ayudáramos con los pasajes. Abrí el programa y la colecta con 2.000 pesos míos, que era plata, y necesitaba 34.000 pesos. Conté la historia, le llegó a la gente y conseguimos el doble, además de ropa y elementos de higiene. Dije que como garantía lo llevaría a la terminal, llegamos, le doy la plata, va a la ventanilla, tuvo actitudes raras, nos despedimos, subió al colectivo y se me ocurrió seguirlo. Se bajó antes de llegar a calle Nogoyá, por Ramírez. Vuelvo a la terminal, pregunto y me dicen que el pasaje era a Santa Fe. Lo busqué y me dijo que no se iba porque tenía que arreglar cosas acá. Le dije que era un garca hijo de puta por cagarme a mí y a la gente, alguna que incluso lloraba. —¿No lo trompeaste? —No. —¿Qué hiciste respecto a los contribuyentes? —Les conté la verdad y decidí no hacer nunca más una colecta. —¿Qué le dirías al rubio exempresario de medios que te discriminó? —Gracias, porque no tengo rencor. Me dolió, pero Dios me recompensó el doble. —¿Qué comentaría tu papá si te escuchara por tu radio? —Tenía una frase cuando nos pedía que le compráramos cigarrillos, porque tuvo un ACV y lo cuidamos con mi hermano durante doce años. Decía “¡ah negro, los negros son buenos. San Martín decía que eran los mejores!” (risas). —¿Los contactos? —En la web reporte1007.com.ar; Reporte 100.7 en Facebook e Instagram, y la radio, Radio Punto Com 100.7 Fm. "Por las drogas, hay tres o más suicidios por semana” Bello describe un panorama dramático y desolador por el avance del narcotráfico y el narcomenudeo, y cuestiona las consecuencias del descontrol y la anomia frente al surgimiento de asentamientos irregulares. —¿Cómo modificó el perfil delictivo el crecimiento exponencial del narcotráfico? —Aprendí lo que el consumo de drogas, no sólo en adolescentes, produce, aunque no justifico que salgan a robar, golpear y matar para conseguirlas. En los últimos cinco años avanzó demasiado así que felicito al gobierno por la decisión de combatir el narcotráfico y el narcomenudeo, aunque se olvidan de los enfermos ocasionados por el consumo. Por eso crece tanto el nivel de suicidios, que muchas veces no publicamos. Hay dos, tres o más por semana, y muertes por sobredosis. La droga avanza mucho en todos los ámbitos, clases y edades, y no se atiende a la gente, más allá de la propaganda sobre salud mental. Quien tiene un problema es muy difícil que tome un teléfono, porque lo vendió, y se ponga a hablar con un psicólogo. —¿Un caso? —Ver personas conocidas y con quien tuve relación social que nunca imaginé que estarían en esa situación, como por ejemplo querer tirarse desde una antena o que se mataron. —¿Por qué marcás desde hace cinco años? —Por la crisis económica, cíclica y propia de nuestro país. Creció mucho porque afecta al trabajador y a la familia, con situaciones que no se pueden tolerar y muchos desvían el camino. —¿Zonas más complicadas socialmente? —En los asentamientos instalados en los últimos diez años ocurren los hechos más graves. —¿A cuáles te referís? —La Villa 351 está bastante tranquila ahora y los problemas son en barrio El Pozo, que muchos lo descubren ahora, Villa Huesito, Capibá, La Palangana y calle Montiel al final, que no tiene nombre. Otros que antes eran conocidos por los hechos delictivos ahora no figuran en las noticias policiales. Cuando se hacen cuatro o cinco ranchos de chapa, cartón y nylon, después vienen las casas de material y así…
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