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» Diario Cordoba
Fecha: 17/11/2024 09:37
El empeño de llevar las batallas partidistas nacionales a las instituciones europeas corre el riesgo de convertirse en una costumbre, casi un vicio, puramente español. Ningún otro país actúa de esa manera, o al menos no lo hace con la virulencia que los portavoces del PP están desplegando en los últimos días contra Teresa Ribera, vicepresidenta tercera del Gobierno y candidata a la vicepresidencia de la Comisión Europea. No es difícil pensar que esa actitud esconde una decisión adoptada en la sede popular de Génova para tratar de desviar las responsabilidades por la catástrofe de Valencia, que parecen recaer mayormente en la Generalitat Valenciana y en su presidente, atribuyéndoselas casi en exclusiva a la titular de Transición Ecológica. Y ello pese a que parece que los dos organismos dependientes de su ministerio, la Aemet y la Confederación Hidrográfica del Júcar, actuaron correctamente el día de la DANA. Hay precedentes de intentos de boicot a los candidatos españoles por razones de política interior. En 2014, por ejemplo, el PSOE se opuso al nombramiento del exministro de Agricultura del PP Miguel Arias Cañete como comisario de Acción por el Clima y Energía, algo tan impropio de un partido responsable como lo que ocurre ahora. Pero los ataques contra Arias Cañete no llegaron al nivel de beligerancia del de los dirigentes del PP contra Ribera. Hablamos en ambos casos de comportamientos desafortunados e inadecuados que en nada favorecen los intereses españoles en la Unión Europea y que, por el contrario, contribuyen a deteriorar la imagen exterior de España. En esta ocasión, podrían además erosionar el poder de la vicepresidenta española en la Comisión Europea, que está llamada a ocupar un puesto destacado en la institución. Tampoco parece que los populares españoles vayan a sacar ningún beneficio de todo ello. Por el contrario, pueden ver dañada su reputación en las instituciones europeas, hartas de que los conflictos internos españoles se trasladen a Bruselas. No deberían engañarse en el PP porque crean haber logrado el apoyo de una parte del PPE, la que lidera el portavoz popular en el Parlamento Europeo, Manfred Weber, enfrentado con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, alemana y cristianodemócrata como él. Más bien al contrario, esa alianza les dejará en una posición delicada con la presidenta germana, con la que habrán de tratar desde la oposición y más aún si llegan al Gobierno. De hecho, la oposición de los populares a Ribera ha puesto en riesgo la formación del propio ejecutivo europeo, dado que las seis vicepresidencias se votarán conjuntamente y si Ribera no logra el puesto tampoco lo harán los otros candidatos. Ella, de momento, mantiene el apoyo de Von der Leyen y de la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola. Es además una persona respetada en su ámbito, a la que la revista Time, en su último número, incluye como uno de los 100 líderes más influyentes del mundo sobre cambio climático. Tenga eso el valor que tenga, suma argumentos contra la estéril y ridícula batalla emprendida por el PP. La ciudadanía espera un talante político, de todos los políticos, más constructivo y más respetuoso con los intereses de España. Y más atento a las necesidades de los ciudadanos, especialmente en una situación como la que vive la Comunidad Valenciana. Disociar hasta tal punto el debate político de la realidad no hace más que alimentar la antipolítica.
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