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» Diario Cordoba
Fecha: 17/11/2024 09:30
«La cooperación es un trabajo extraordinario: ayudar y curar es la esencia de la medicina, y en África ese trabajo es superlativo», así define Juan Manuel Laborda sus treinta viajes por el continente realizados en quince años. En ellos, este oftalmólogo y actual director del Hospital La Arruzafa ha transformado la vida de cientos de personas que habían perdido la vista debido a unas cataratas o que, simplemente, necesitaban unas gafas graduadas. Ahora, Laborda ha recopilado todas esas historias en su libro Angalia Mwanga (Mira la luz en suajili), una colección de relatos que escribió para sus familiares y amigos desde que comenzó con esta labor hace 18 años. Su trabajo como cooperante empezó en 2006, cuando al hospital llegaron unos misioneros de Tanzania: «Con ellos me reuní y me comentaron las necesidades de la población, tenían muchos problemas de visión, así que yo y otros cuatro miembros, decidimos ir a ayudar», cuenta el doctor. «Con algo tan sencillo como unas gafas de dos euros le cambias la vida a decenas de niños» A partir de esa primera experiencia en Tanzania, en la que admite que «no fuimos tan preparados como deberíamos», Laborda se «enganchó por completo y para siempre» a la cooperación. De aquella experiencia inicial recuerda que «nos sorprendió mucho tratar con personas que nunca habían usado gafas». También sirvió para que otras órdenes y oenegés acudieran al centro cordobés pidiendo ayuda. «Empezaron a llegar de Madagascar, Guinea, Benín… y no podíamos negarnos, cada experiencia era un impulso más y nos motivaba a seguir. Llegamos a hacer hasta cuatro viajes en un año», resume el oftalmólogo. Cambiar la vida Para desempeñar esta labor, la coordinación con las organizaciones es fundamental, ya que son estas las que conocen el terreno y las necesidades de la población, además de ser las que integraban al doctor y su equipo en las comunidades locales, muchas de las cuales viven prácticamente aisladas. «Llegabas a un pueblo y te tocaba adaptarte a ellos, te reunías con el jefe de su tribu o con la autoridad local, y a partir de ahí comenzabas a trabajar», asegura mientras recuerda con una sonrisa que «han llegado a dormir dos masáis en la puerta de nuestra tienda para protegernos». Juan Manuel Laborda realiza una inspección ocular a uno de suis pacientes en Madagascar. / CÓRDOBA La tarea del médico consisía en realizar revisiones oculares en una población cuyos ojos «estaban muy castigados», apunta. Gran parte de esos problemas se debe, indica el doctor, a la falta de educación e higiene: «Muchos niños llegaban con infecciones por la manera que tienen de restregarse los ojos. Además de darles colirio, les enseñábamos a cómo limpiarse de la manera correcta». La labor como cooperante comenzó en 2006, con la llegada de unos misioneros Otro de los problemas más frecuentes son las cataratas, que en muchos casos eran tan graves que las personas habían perdido la vista prácticamente por completo. «Es una operación muy sencilla y con muy poco postoperatorio, sin embargo, se sorprendían muchísimo cuando de un día para otro no necesitaban un lazarillo para andar», explica Laborda. Sin embargo, para él lo más gratificante era, «cuando le dabas unas gafas a un niño y, por primera vez, no tiene problemas de visión», cuenta. «Son personas a las que nunca les han graduado la vista y, con algo tan sencillo como unas gafas de dos euros y otras de repuesto les cambia la vida», rememora el médico con ilusión. En sus viajes ayudó a centenares de personas con operaciones de cataratas o dándoles unas gafas que les permitieron, por primera vez, ver bien En cuanto a la relación con sus pacientes en África, aunque explica que los pequeños son más expresivos, los adultos «cuando hacías una operación y los curas, te empezaban a mirar con respeto, no te lo agradecían tanto como podrías creer», cuenta Laborda. El motivo de esto era que «para ellos te convertías en el chamán blanco, una especie de brujo que, igual que les ha devuelto la vista, también puede arrebatársela en cualquier momento», dice entre risas. Pacientes de Tanzania tras ser operados de cataratas por el doctor Laborda en uno de sus viajes. / CÓRDOBA Sin embargo, el trabajo como cooperante también tiene momentos difíciles, y Laborda no duda en señalar que el peor es cuando «no podías solucionar el problema de alguien, regresabas a Córdoba pensando qué será de él, cómo estará… era complicado de digerir». Claves del buen cooperante La última aventura de Laborda fue a Guinea, en febrero de este año, después de cinco años sin viajar: «La pandemia lo paró todo y uno va cumpliendo años y sumando responsabilidades», cuenta con cierta tristeza. Mientras tanto, el Hospital La Arruzafa sigue con su colaboración en el continente africano, y el pasado octubre, una expedición estuvo en Madagascar. Para el oftalmólogo, la clave de un buen cooperante es «ser honrado, sacrificado, no tener prisa… y, sobre todo, tratar de hacerlo lo mejor posible, es tu primera y última oportunidad». Suscríbete para seguir leyendo
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