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» Diario Cordoba
Fecha: 16/11/2024 15:44
Ha transcurrido ya más de un cuarto de siglo desde que el pintor cordobés Miguel del Moral -quien llegó a ser considerado el artista plástico más representativo del grupo Cántico- se ausentara para siempre de su querido ‘omphalos’ de la calleja de la Hoguera. El pasado 11 de noviembre se clausuró una importante exposición antológica que en torno a su obra organizó la Real Academia de Córdoba y la Fundación Cajasol, en cuyo contexto se presentó recientemente una completa edición monográfica en torno a su obra y su memoria que ha sido elaborada en homenaje al artista, en la que nada menos que 35 escritores se ocupan de glosar mediante un extenso compendio de textos la obra plástica y la personalidad de uno de los pilares fundamentales de Cántico, quien llegó a constituir realmente el núcleo vertebrador en torno al cual se conformó, a nivel gráfico, el espíritu de aquellas «Hojas de Poesía». Era Miguel del Moral (1917-1998) artista excepcionalmente dotado para el despliegue de cualquiera de las modalidades de las artes plásticas y tenía un gusto propendente a una armónica disposición de las formas para la adecuada orquestación de las composiciones. A juicio de Pablo García Baena, dio desarrollo a una secuencia instrumental «corpórea, terrestre, una pintura que abruma en su maestría». Toda su experiencia vital transcurrirá en la ciudad califal, cuyo paisaje humano y artístico fue reinterpretado bajo actualizados cánones clasicistas que, al cabo, fundamentaron conceptualmente el conjunto de su producción (Miguel del Moral vive y trabaja en su ciudad natal por obra y gracia de su inspiración y maestría). Y es que el artista consiguió reactualizar la imagen de una Córdoba mítica -como ya hiciera Julio Romero de Torres en su día con su singularizado discurso estético-, una ciudad también ahora rediviva en estas otras realizaciones a través de la sensualidad y la belleza. ‘Ángel del sur’, publicado en ‘Cántico’. / CÓRDOBA En su evolución como artista es fundamental su conexión con el grupo intelectual y poético que conformó la revista ‘Cántico’, del que formó parte junto a Ricardo Molina, Juan Bernier, Pablo G. Baena, Julio Aumente y Mario López. La participación activa de Del Moral, con la de otros jóvenes intérpretes -Ginés Liébana, Rafael Álvarez Ortega, Manuel Aumente...-, configuró el ideario visual de esta publicación, tan significativa y determinante en los años de posguerra. Sus trabajos denotaban una inusual maestría al encarnar con esenciales líneas, con formas y colores el orbe poético de este grupo cordobés, emplazándole en un contexto que trasciende el mero compromiso del pintor-ilustrador, ya que la competencia de simple comparsa del texto es sustituida por una auténtica creación personal paralela, que surge de resultas de la interpretación del soporte literario al que acompaña y complementa. Y es que las colaboraciones de Miguel para ‘Cántico’ fueron providenciales, consecuentes y definitivas para dar forma al espíritu de la publicación. En este sentido podemos afirmar que «Cántico» es, a nivel gráfico, fundamentalmente Miguel del Moral. Fiel a sus planteamientos ideológicos, Del Moral ha actuado en todo momento al margen de las distintas tendencias artísticas que se han venido desarrollando con el paso de las últimas décadas, aunque no excluyó permanentes guiños a la más consistente modernidad. Artista de exquisita sensibilidad y de notable inquietud creadora, su dicción, fundamentada sobre el sólido y edificante modelado de sus figuras, posee un sobrio y elegante cromatismo, siempre vibrante entre los contrapuntos lumínicos. Sus argumentos programáticos poseen una reconocible narratividad, pues constituyen ficciones que siempre sugieren más de lo que aparentemente representan, ya que dejan entrever resquicios del alma del artista que devienen como una confesión trascendente, constituyendo las más de las ocasiones el verdadero protagonismo del trabajo pictórico. ‘Melancolía’, obra de Miguel del Moral. / CÓRDOBA La consideración de la figura humana, a través de una constante estimación de la belleza como valor más trascendente; la persistencia de una peculiar nostalgia poética; sus particulares interpretaciones, manifiestamente idealizadas; la sensualidad de sus personajes y el profundo conocimiento que tuvo del oficio, facultaron a Miguel del Moral, el pintor de Cántico, para enfatizar, como valor fundamental de sus trabajos, el puro goce de pintar. Desde 1997, el año anterior al del fallecimiento del pintor, no se ha realizado exposición institucional monográfica alguna en torno a su obra y su memoria, con excepción de las muestras celebradas en la Sala Mateo Inurria, en 2000-2001, y en Galería Studio-52, en 2017, para conmemorar el centenario del nacimiento del artista. Resulta necesario, pues, recuperar su nombre y su labor pictórica para la historiografía artística de una ciudad que tanto debe a su inspiración y maestría. Córdoba, como destacado enclave de su reciente historia, debe acometer la imperiosa necesidad de poner en valor y «recuperar» un patrimonio «oculto» existente en la ciudad: el estudio-taller del artista en la Calleja de la Hoguera, que las instituciones públicas debieran habilitar para uso y disfrute de la ciudadanía, posibilitando su visita y la contemplación de la obra que contiene, un auténtico «santuario» de lo que el grupo Cántico vino a significar y representa hoy día para la ciudad. Para tal fin, resulta imperativo suscitar la precisa controversia en el contexto de las instituciones responsables de implementar las iniciativas y las acciones necesarias para que Cántico disponga del espacio museístico al que un grupo de tan importante significado para las letras y para la plástica se ha hecho merecedor con el paso de los años, ya transcurridos los precisos para decantar con ecuanimidad y juicio el peso de su legado. Suscríbete para seguir leyendo
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