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» Diario Cordoba
Fecha: 16/11/2024 15:30
«Córdoba no se puede entender sin el flamenco y el flamenco no se puede entender sin Córdoba. El flamenco no tiene dueño pero sí tiene madre, que sin duda es Andalucía en un marco que supera sus fronteras territoriales, aunque el flamenco se canta en andaluz, y también se canta en cordobés. Y no puede entenderse el flamenco sin una de sus madres, que es Córdoba». Así se expresa para esta publicación Antonio Manuel Rodríguez, del que AndalucíaTV ha repuesto esta misma semana (aún puede recuperarse en la plataforma bajo demanda CanalSur Más) la serie Arqueología de lo jondo, también con motivo de ese Día Internacional del Flamenco que hoy se conmemora y del que Córdoba es protagonista. Y no se trata de una licencia poética, de una apreciación subjetiva. En primer lugar, porque Córdoba es la única provincia en la que gracias al conjunto de sus programaciones, entre grandes y pequeños ciclos, el flamenco se vive todo el año, como recuerda David Pino, director de la cátedra de Flamencología de la Universidad de Córdoba. Pero si quieren datos más concretos aún para celebrar hoy en Córdoba el Día Internacional del Flamenco, hay que hablar del poderío (palabra con muchas connotaciones flamencas) de la ciudad califal y su provincia en el cante, el toque, el baile y la flamencología a través de tres pilares: la infraestructura de certámenes e instituciones ligadas al flamenco directa o indirectamente, la investigación y docencia del arte y, en tercer lugar, la tradición y peculiaridades de cada zona junto a la pléyade de figuras históricas y actuales. La ‘infraestructura’ flamenca Este apartado, que como en todos sin duda faltarán nombres y referencias porque es imposible recopilarlos todo al hablar del flamenco en Córdoba, hay que abrirlo con el Concurso Nacional de Cante, consagrador de figuras desde que en 1956 Fosforito arrasara en su primera convocatoria. Como único a nivel mundial es el Festival de la Guitarra, que siempre ha reservado al flamenco lo mejor de sí mismo en 43 ediciones (especialmente en el ámbito formativo) desde que Paco Peña lo constituyera en 1981 con aquel primer Encuentro Flamenco con figuras y alumnos de todo el mundo. Pero es que también en lo popular no se encuentran eventos de este arte iguales en el mundo a la Noche Blanca del Flamenco, la cita que reúne en una sola velada al mayor número de espectadores en torno al toque, el baile y el cante desde su primera edición de 2008; o el Festival de Cante Grande de Puente Genil, todos los 14 de agosto desde 1966; o los ciclos de las peñas flamencas de Montilla, Montalbán, Fernán Núñez, Palma del Río, Puente Genil, la Agustín Fernández (Pozoblanco) o en la capital la Flamenca Fosforito, la Peña Flamenca de Córdoba... Nada menos que 37 colectivos componen actualmente la Federación Provincial de Peñas Flamencas de Córdoba. Abrumador. Haciendo click aquí puede consultar sus programaciones. Hoy mismo, la Peña Flamenca de Córdoba, en el hotel Averroes, abre a las 14.00 horas su semana cultural con una conferencia de José María Velázquez-Gaztelu basada en su Rito y geografía del cante. El cantaor 'El Pele' durante una actuación en Córdoba. / A.J. GONZÁLEZ / MANUEL MURILLO De la misma forma impresiona el número de tabernas, empezando por La Fuenseca, que nos sorprenden con el flamenco y participan en ciclos específicos. E incluso de instituciones y colectivos que, desde lo social o lo cultural, han abierto sus puertas al flamenco, aunque solo sea puntualmente o con espectáculos solidarios. Entidades que van desde la Real Academia de Córdoba hasta el Real Círculo de la Amistad o el Círculo Juan XXI. Caso aparte es el Ateneo de Córdoba, que desde que era el Ateneo Casablanca que fundase Antonio Perea en 1984 lleva el flamenco y la reivindicación de esta faceta de la cultura popular en sus genes. Tampoco se puede olvidar en el aspecto más comercial y turístico (sin que ello le quite ningún mérito, al contrario) a tablaos como El Cardenal, El Jaleo o el Patio de la Judería. Y ya adentrándonos en esa industria flamenca que sostiene tanta actividad, hay que citar a prestigiosos guitarreros cordobeses (la mayoría de ellos rechazan el fino término luthier) como José Reyes Maldonado o José Rodríguez Peña, e incluso de dos decenas de firmas de moda flamenca que dejando atrás la economía sumergida de hace décadas ya suponen una cada vez mayor parte del PIB cordobés. Y es que el flamenco, de hecho, está metido en el ADN cordobés desde las administraciones públicas (a través de programas del Ayuntamiento, la Junta o la Diputación) hasta en lo cotidiano de los toques de Juan Serrano en el reloj de Las Tendillas durante seis décadas, hasta en el callejero, con reconocidos nombres de artistas y un reciente parque del Flamenco, premio de consolación para las 25.000 firmas de todo el mundo que pidieron que no se quitara el rótulo que se mostró durante dos años en la actual avenida de Vallellano, a secas. Estudio, investigación y docencia El caso es que muy ligado a esta infraestructura flamenca de Córdoba está el estudio y recuperación, la investigación y la enseñanza del flamenco, comenzando por el Centro Flamenco Fosforito de la histórica Posada del Potro, inaugurado en 2013, y que ya cuenta con una exposición permanente e impresionantes fondos para el estudio, entre ellos 500 documentos escritos, gráficos, sonoros y personales donados por el propio Antonio Fernández Díaz. En este capítulo de la investigación está desde 1996 la cátedra de Flamencología de la UCO, la primera con carácter vinculante a una universidad, pionera en ese desarrollo temático (ahora hay proyectos similares ne lugares tan distantes como Francia) y con expedición de certificación académica, y todo ello desde que Agustín Gómez la impulsara hasta 2009 y, después de él y hasta David Pino en la actualidad, algunos de los más destacados flamencólogos del mundo. Este año, el amplio programa teórico y práctico de la cátedra ha tenido 368 inscripciones. Otro hito son las enseñanzas del Conservatorio Superior de Música Rafael Orozco, pionero en formación de formas completas de cante, toque y flamencología; así como decenas de academias de baile que toman Las Tendillas en el mayo festivo y, ya en los colegios, el programa El flamenco en tu aula de la Diputación, junto a medio centenar de colegios de 30 municipios o la Cultura del Flamenco como asignatura optativa en 3º de ESO, con un magnífico libro de Luis Chacón para trabajar con 150 audiciones. Al respecto, no hay que olvidar la actividad editorial ni los libros que desde Córdoba se publican y tienen como eje el flamenco, desde la investigación a la divulgación y la docencia, como el ya nombrado de Chacón, el impagable El flamenco contado a los niños, de Paco del Cid, o esa Arqueología de lo jondo, de Antonio Manuel Rodríguez que va por su sexta edición y ha inspirado una película, cuatro obras escénicas y una serie documental. Porque esa es otra: sabios del flamenco no han faltado en esta tierra. Público atesta el patio de La Posada del Potro para presenciar una actuación flamenca. / A.J. GONZÁLEZ / MANUEL MURILLO Personalidades y personalidad Y es que Córdoba da mucha materia flamenca para estudiar, recopilar y poner en valor por los expertos, lo que paradójicamente puede que al cante lo encorsete un tanto el purismo, como recuerda Paco del Cid, una presión de la que se han visto más libres el toque y el baile y que le ha permitido a estas dos facetas del flamenco evolucionar más y abrirse a nuevas dimensiones. En todo caso, una tercera pata del poderío flamenco de Córdoba es, por supuesto, su rica tradición en cada comarca, comenzando por los fandangos de Lucena, junto a las figuras del pasado y del presente que nos dejaron ese inmenso legado patrimonio de la humanidad y hoy lo hacen valer. De todo ello habla largo y tendido este DOCUMENTOS CÓRDOBA en las próximas páginas, de un flamenco que, dice Antonio Manuel Rodríguez, «en Córdoba es algo único, que ha incorporado una obsesión por la belleza y la perfección. El senequismo es la sobriedad. Y el flamenco sobrio es cordobés. En Córdoba hasta las alegrías son tristes. Eso solo ocurre aquí, en un pueblo que ha sabido combinar y encontrar el equilibrio entre el silencio y lo que se canta, y entre el llanto y la alegría». La ley y el alma Pero quizá habría que hablar de un cuarto aspecto de la fuerza del flamenco en Córdoba: el del mundo de la administración, el derecho y la normativa, comenzando por esa protección de la Unesco desde 2010 como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad gracias a dos preceptos: el tratarse de «un saber que pasa de generación en generación» y el ser un elemento de cohesión social e identitario de la comunidad. En este ámbito entraría también la Ley Andaluza del Flamenco aprobada en abril del pasado año. Eso sí... ¿El flamenco puede asegurarse el futuro simplemente con leyes? Sin duda, no. Como no se puede legislar sobre el espíritu, que es lo que al final mantiene vivo este arte; ni sobre sus raíces moriscas, gitanas, castellanas, negras y sefardíes. Igual que es imposible poner normas al pueblo sufriente en su quejío (por cierto, una palabra que aún no admite la RAE), a algo tan vital porque «el flamenco, si no es una religión, sí es espiritual: forma parte de mi aire, forma parte de mi vida», dice Paco del Cid a este suplemento. Un arte tan del alma que en Córdoba aspira a lo divino. «Ole es el nombre de Dios en árabe, es Aläh. Imagínese si el flamenco es, o no es, una religión», sentencia Antonio Manuel Rodríguez. Suscríbete para seguir leyendo
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