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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 16/11/2024 12:41
Marcelo Colombo, nuevo presidente del Episcopado. Foto: Gastón Taylor Pareciera que Mendoza pisa fuerte. Por esas cosas de la Providencia, el casamiento de unos amigos me trajo a Mendoza. Aprovechamos con el IDI (Instituto de Diálogo Interreligioso) la invitación a firmar un convenio de cooperación con la Universidad de Cuyo y a participar de un conversatorio con las autoridades, docentes e invitados especiales de las diferentes comunidades religiosas de la ciudad. Se vivió con profunda alegría la elección del Arzobispo de esta jurisdicción, Marcelo Colombo, como presidente del Episcopado. Monseñor Dante Braida, Obispo de la Rioja, era Auxiliar de Mendoza. En un paso significativo hacia una Iglesia más cercana y comprometida con las problemáticas actuales, Monseñor Dante Braida, fue electo como presidente de la Comisión de Pastoral Social. Este movimiento, que incluye además a Monseñor Gustavo Carrara como nuevo presidente de Cáritas, busca reforzar la presencia e impacto de la Iglesia en los sectores más vulnerables del país, consolidando un liderazgo que combina experiencia y sensibilidad social. Monseñor Colombo se reconoce discípulo del recordado obispo Jorge Novak, de fuerte actuación en la defensa de los Derechos Humanos. Todos le adjudican una gran bondad y mesura pero firmeza en sus afirmaciones. En sus primeras declaraciones dijo: “La economía debe incluir a la gente y no dejar afuera a los pobres y a los jubilados”, pero también reconoció que los problemas no son de ahora y que la economía debía “ajustarse”, y continuó diciendo: “dialogar, crear consensos y buscar lo mejor para la gente, para que los números y la gente estén de acuerdo”. Dante Braida, obispo de La Rioja, y Gustavo Carrara, Porteño, sacerdote dedicado al servicio de los barrios populares, simbolizan un cambio que resuena más allá de las estructuras eclesiásticas. Braida, nacido en Reconquista, Santa Fe, destaca por su experiencia misionera en Cuba, donde aprendió a convivir con un pueblo que enfrenta la adversidad con resiliencia y alegría. Este recorrido le otorgó una perspectiva única sobre las desigualdades y la capacidad de las comunidades de construir esperanza desde la fe. Desde su llegada a La Rioja en 2018, ha sido un fiel heredero del legado del beato Enrique Angelelli, priorizando la religiosidad popular y la promoción de los derechos sociales. Por su parte, Gustavo Carrara, nacido en el corazón de Buenos Aires, ha dedicado su sacerdocio a trabajar en las villas porteñas. Ordenado en 1998 por el entonces arzobispo Jorge Bergoglio, su misión se ha centrado en construir una pastoral que sea cercana, humilde y profundamente comprometida con las personas que viven en la pobreza. Este nuevo rol como presidente de Cáritas es un reconocimiento a su capacidad para conectar con las realidades más duras y transformar esa experiencia en acciones concretas de ayuda y desarrollo comunitario. Lo que hace verdaderamente novedoso este cambio es la conjunción de líderes que no solo entienden las complejidades de las problemáticas sociales, sino que las viven y actúan sobre ellas. En un momento en el que las instituciones suelen estar bajo la lupa de los jóvenes, estos nombramientos muestran una Iglesia que apuesta por renovarse desde dentro, eligiendo liderazgos que no temen salir al encuentro de las personas en las periferias, no solo físicas, sino también existenciales. Para los jóvenes, este movimiento es una oportunidad para redescubrir a la Iglesia como un espacio de acción y cambio. La justicia social, la empatía y la búsqueda de una vida más digna para todos, son valores que resuenan con las nuevas generaciones, y tanto Braida como Carrara encarnan estos principios en su labor diaria. Más allá de la fe, invitan a involucrarse en causas que impacten de manera positiva en la sociedad. En resumen, la designación de Braida y Carrara no es solo un cambio interno para la Iglesia, sino una invitación a todos –especialmente a los jóvenes– a sumarse a un proyecto de transformación social que pone en el centro a las personas, sus derechos y su dignidad. Una Iglesia en salida, que, como dice el Papa Francisco, sale al barrio y ve el rostro de Jesús en la persona del otro, sobre todo los más postergados.
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