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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 16/11/2024 04:40
Sève vinculó a los inmigrantes con el aumento de la delincuencia en Europa. (Foto: Fernando Calzada) El jurista francés Pierre-Marie Sève fue el principal orador de un encuentro organizado por la asociación civil Usina de Justicia en el Salón Dorado del Teatro Colón. El motivo de la reunión fue la conmemoración de los primeros diez años de la organización y su trabajo por los derechos de los familiares de las víctimas de homicidio. Sève, que dirige una asociación apartidaria en Francia de características muy similares a Usina de Justicia, el Institut pour la Justice, expuso las principales propuestas que impulsan para reformar el sistema penal francés, y advirtió: “Muchos de los jueces ponen sus ideas personales por encima de la ley”. Sève vivió en Argentina cuando era chico y asegura haber alentado a la selección nacional en el último Mundial. (Foto: Fernando Calzada) En el mismo acto, también se presentó el libro Nuevos paradigmas para la justicia penal. Hacia una era con perspectiva de víctima, una compilación de artículos dirigida por Diana Cohen Agrest (presidenta de Usina de Justicia) y María Jimena Molina, y publicada por la editorial Taeda. Entre la nutrida audiencia, se contaban resonantes personalidades del ámbito judicial y de la seguridad, como los jueces de Cámara de Casación Penal Mariano Borinsky y Guillermo Yacobucci; el procurador general Eduardo Casal; el ministro de Seguridad porteño, Waldo Wolff; y el constitucionalista Daniel Sabsay. Terminado el evento, DEF tuvo la oportunidad de profundizar algunos conceptos con Pierre-Marie Sève, quien, en un perfecto español (vivió en Argentina cuando era chico y asegura haber alentado a la selección nacional en el último Mundial), se refirió a la doctrina Zaffaroni, a la crisis del sistema carcelario y al peligro de la inmigración indiscriminada. -¿Qué similitudes encuentra entre Francia y Argentina respecto de la justicia y el trato a las víctimas? -En la historia reciente de Francia y Argentina, hubo un movimiento intelectual muy fuerte, que empezó en los años 50 y 60, y que cobró mucha fuerza con el tiempo. Me hablaron de Zaffaroni aquí; en Francia, tenemos un profesor de derecho que se llamaba Marc Ancel, que escribió muchos libros dedicados a invertir el sentido de la víctima, a afirmar que el delincuente es la verdadera víctima. Este movimiento tiene bastante que ver con el wokismo actual. Mario Montoto, presidente de la Fundación TAEDA, junto a Diana Cohen Agrest, presidenta de Usina de Justicia. (Foto: Fernando Calzada) -¿De qué manera? -El wokismo es hijo de ese movimiento intelectual, que a partir de los años 70 tuvo una gran influencia en todo Occidente. Eso se expandió y, al final, tenemos leyes muy parecidas sobre las reducciones de penas, sobre las penas máximas que pueden ser dictadas por los jueces o los mínimos para salir de la cárcel… -¿Cuál es el origen de ese movimiento? -Es algo muy profundo, cultural, antropológico. Las civilizaciones viven diferentes ciclos, y hay un momento en que tenemos tantas riquezas y tanto bienestar que eso nos hace perder el sentido común y la base de la justicia. No he estudiado en profundidad el tema, pero estoy seguro de que, en la etapa final del Imperio Romano, hubo un movimiento similar. Para mí, este es el síntoma de la muerte de una civilización, en este caso, de la civilización occidental. -Durante su alocución, usted señalaba que la sociedad está reclamando volver a centrar la atención en la víctima y sus familiares. -Sí, es algo que se da en la tradición continental, donde la víctima tiene muy poco derecho. La opinión pública reclama por cambiar esa realidad. Un amigo que ya falleció, un profesor muy famoso, Jean Padel, tiene un capítulo en su último libro que se titula “La inexorable ascensión de las víctimas en el juicio penal”. Esto no se dio por algún evento caprichoso. Estoy seguro de que es algo profundo también, que empezó hace unos 20 años. En primera fila, el ministro de Seguridad porteño, Waldo Wolff, el juez Mariano Borinsky el procurador general Eduardo Casal y el constitucionalista Daniel Sabsay. Atrás, el juez Guillermo Yacobucci.(Foto: Fernando Calzada) De hecho, en el Libro Blanco que publicamos con las propuestas que elaboramos en el Institut pour la Justice, colocamos como epígrafe una frase de Alain Peyreffite que dice: “¿La sociedad tiene el derecho de castigar? El discurso dominante lo niega. El pueblo lo afirma”. La opinión pública quiere que la víctima tenga más derechos. El Derecho cambia de manera muy lenta, pero lo hace. -¿A qué se dedica el Institut pour la Justice y qué es el Libro Blanco? -Desde hace 17 años, el Institut pour la Justice hace propuestas sobre el tema penal. En 2022, ayudamos a muchos candidatos en esta materia para la elección presidencial. Pasada la elección, decidimos volcar todo lo que habíamos hecho en un libro para tener una “biblia” del Institut pour la Justice. Eso es el Libro Blanco, donde presentamos 24 medidas y, por cada una de ellas, tenemos un planteo de la situación y propuestas de medidas para cambiarla. Se lo enviamos a legisladores de todos los partidos, pero, siendo honestos, los candidatos que se acercaron fueron los del espectro de derecha. Igualmente, trabajamos con diputados del centro; también conozco a un exministro de izquierda que está completamente de acuerdo con nosotros. Pero hay una tendencia de que, por el momento, la derecha está más abierta a nuestras ideas. Gustavo Gorriz, director de la revista DEF, con Diana Cohen Agrest. (Foto: Fernando Calzada) -En el Libro Blanco, insisten en el aumento de las plazas carcelarias. ¿Qué nos puede decir al respecto? -El cupo carcelario es un poco la base de todas las medidas, porque tenemos la impresión de que, de manera general, la Justicia es demasiado permisiva con los delincuentes. Podemos pensar en muchas cosas, pero, al final, la forma de neutralizar a un delincuente es la prisión. Entonces, es la base de todo el resto. En Francia, tenemos un problema: las asociaciones de Derechos Humanos dicen que es inhumano tener más presos que el cupo disponible. Actualmente, tenemos plazas para 61.000 personas, pero estamos en un 127 % de ocupación. Ante esa realidad, dicen que hay que tener un mecanismo de regulación carcelario: para que un juez ponga a una persona en la cárcel, tiene que liberar a otra. "En Francia tenemos plazas para 61.000 personas, pero estamos en un 127 % de ocupación", alertó Pierre. (Foto: Fernando Calzada) En el Reino Unido, dicen lo mismo, pero ellos tienen el 98 % de ocupación y, para no pasar el 100 %, aplican la misma idea de regulación carcelaria. En mi opinión, nunca van a estar conformes con la situación, porque, cuando lleguen al 90 % de ocupación van a decir: “Bueno, necesitamos liberar espacio para no subir de nuevo”. Entonces, antes de cambiar cualquier cosa en los códigos penales, hay que dar los medios materiales para que los jueces puedan ejercer su rol. Y esos medios son más cárceles. DEF entrevistó al jurista francés Sève en el marco del décimo aniversario de la asociación civil Usina de Justicia. (Foto: Fernando Calzada) -También hizo bastante hincapié en la inmigración como uno de los problemas más en discusión. -Cuando se creó Institut pour la Justice, no querían hablar de inmigración, porque les parecía que era un tema con mucha carga política. Pero hoy se volvió un tema tan importante que, si no lo hablamos, perderíamos seriedad. La gran mayoría de los delitos en Francia y en Europa, en general, son cometidos por inmigrantes. La mayoría de ellos, provenientes de África. El problema número uno de la caída de la civilización europea es que dejamos entrar gente que no vive como nosotros. Aun siendo personas muy buenas, no viven como nosotros, no trabajan como nosotros. Puede ser muy difícil integrarse a la sociedad europea y, en consecuencia, muchos pueden terminar volcados a la delincuencia. Realmente, la migración es el problema número uno. Usina de Justicia cumplió 10 años como asociación civil. (Foto: Fernando Calzada) -¿Hay herramientas jurídicas para atacar este problema? -Una de las medidas que proponemos es la expulsión automática de los inmigrantes que cometan un delito grave, que tenga pena de tres o más años. Pero el problema también son las naturalizaciones. Hemos realizado millones de naturalizaciones en estos últimos 40 años. De manera que tienen el mismo estatus jurídico que los franceses de cultura francesa. El 67 % de los presos en Suiza son extranjeros. En Francia, seguramente ocurra lo mismo con las naturalizaciones. Al menos el 50 o 60 % de la población carcelaria es musulmana. Y todos son inmigrantes o hijos de inmigrantes. Los países deben recordar que la ciudadanía, sea argentina o francesa, es un privilegio que no se puede dar fácilmente. Porque, una vez otorgada, si no quieren integrarse a la sociedad, no hay recursos simples para subsanarlo.
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