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  • 50 años del regreso del cuerpo de Evita: el plan secreto de López Rega y el proyecto faraónico que quedó en el olvido

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 16/11/2024 00:40

    Eva Perón falleció el 26 de julio de 1952 y su cuerpo demoraría años en descansar en paz La idea parece ser que fue de José López Rega, ese temido ministro, ex mayordomo presidencial, creador de la Triple A, el que de cabo había ascendido directo a comisario. En un clima de extrema violencia, de un gobierno sin rumbo a cuyo frente estaba la inexperta esposa del presidente que había muerto cuatro meses atrás, se le ocurrió repatriar los restos de una mujer que generaba tantas adhesiones como rechazos. Qué mejor que conmemorar los dos años del regreso definitivo de Perón, luego de 17 años de exilio, que recibiendo los maltratados restos de su segunda esposa, Eva Duarte, para que descansase para siempre en un delirante proyecto que no pasó de eso que llamaron el Altar de la Patria. Se buscaba que la presencia en el país del cadáver embalsamado fuera prenda de paz y reconciliación, en un país que se conmovía diariamente en la violencia: en septiembre de ese 1974, el gobierno había mandado al Congreso un paquete de leyes represivas. El 27 Silvio Frondizi era ejecutado por la Triple A y el 1 de noviembre los montoneros asesinaron al comisario Alberto Villar y a su esposa con una bomba colocada en el yate por el que paseaban por el Tigre. Cinco días después el gobierno declaraba el estado de sitio. Para echar más nafta al fuego, en la noche del 15 de octubre los montoneros -que en ese me habían pasado a la clandestinidad- robaron del cementerio de La Recoleta los restos de Pedro Eugenio Aramburu, y habían puesto como condición devolverlo cuando volviera al país el cuerpo de Evita. En el comunicado que habían dado a conocer, en el que describían que las unidades de combate “Juan José Valle” y “Fernando Abal Medina” habían llevado a cargo la operación, rechazaban la idea de que tanto Perón como Evita fueran llevados al Altar de la Patria. El anuncio del regreso del cuerpo de Evita causó una conmoción en el país Un largo peregrinar Los restos que llegarían no habían descansado en paz. Evita había fallecido de un cáncer de útero el 26 de julio de 1952. Luego de 16 días de velorio, el cuerpo quedó en el segundo piso del edificio de la CGT, donde el doctor Pedro Ara se dedicó a las tareas de conservación del cuerpo. Una vez desplazado del poder el general Eduardo Lonardi, su reemplazante, el general Pedro Aramburu ordenó el secuestro del cadáver. En la noche del 23 de noviembre de 1955 lo depositaron en un ataúd común y fue escondido en diversos sitios en la ciudad de Buenos Aires. Nadie sabía qué hacer, si enterrarlo en secreto, incinerarlo o tirarlo al mar. En abril de 1957 fue inhumado en la sepultura 41 del sector 86 del cementerio de Musocco, en Milán como María Maggi de Magistris, identidad de una mujer que había fallecido. Allí permaneció hasta el 2 de septiembre de 1971 cuando el coronel Héctor Cabanillas, presentándose como Carlos Maggi, hermano de la fallecida, retiró el cuerpo. El médido español Pedro Ara, especialista en conservación de cadáveres, fue el encargado de embalsamar el cuerpo El 3 el embajador argentino en España, brigadier retirado Jorge Rojas Silveyra se lo entregó a Perón. Estaba en un féretro de caoba negro y, si bien el ex presidente firmó que recibía el cuerpo en conformidad, se comprobaron que tenía golpes y mutilaciones. El 17 de noviembre de 1972 el ex presidente regresó al país luego de 17 años de exilio, pero no trajo el cuerpo de su esposa. Operativo Retorno Fue la presidente María Estela Martínez de Perón quien le encomendó a López Rega, ministro de Bienestar Social y Secretario General de la Presidencia, encargarse del operativo retorno de la “compañera Evita”, detalles que se arreglaron en una reunión secreta del gabinete. Los argentinos se enteraron de la movida dos días antes cuando lo anunció en cadena nacional, y así se despejaron las dudas y sospechas que levantaron la misteriosa partida del país del todopoderoso ministro el jueves anterior en un Boeing de Aerolíneas Argentinas preparado por la Fuerza Aérea. La presidente Isabel Perón y José López Rega, el encargado del operativo para traer a Evita al país Hasta entonces, se especulaba con un alejamieno del ministro en medio de los rumores que se venían cambios en el gabinete; aportando a la confusión general, otros decían que había ido en misión comercial a Medio Oriente o que había viajado en plan de descanso para volver con más atribuciones. En la mañana del viernes un avión de Aerolíneas Argentinas aterrizó en Roma, donde luego de seis horas, puso rumbo a París y luego regresó a Roma y recogió a López Rega. Al despegar pidieron permiso para aterrizar en Madrid y como no estaba previsto el vuelo, debieron sobrevolar el cielo madrileño durante 45 minutos. La pregunta del millón era qué hacía López Rega en España. Pasó por la Quinta 17 de Octubre y pidió audiencia con Pedro Cortina Mauri, el canciller español. Le entregó una carta de la presidente en la que agradecía a Francisco Franco la custodia “de la reliquia tan preciada para la Nación Argentina”. Mientras tanto, la máquina de Aerolíneas Argentinas permanecía en pista debidamente vigilada. Esa noche, el féretro ya había sido colocado en una caja, llevado a Barajas y subido a la bodega del avión. Desde la madrugada, un inusitado número de efectivos rodearon la máquina. Ya todos sabían la noticia y una nube de periodistas, en medio de una mañana lluviosa, corrieron a la quinta, donde 600 metros antes fueron frenados por la policía. Los restos en Aeroparque, donde fueron recibidos por Isabel y el gabinete en pleno. De ahi, se dirigieron a la Quinta de Olivos Al aeropuerto de Barajas llegó José Campano, el embajador argentino, junto con diplomáticos españoles. El sacerdote Ricardo Marimón Batlló aclaró las dudas cuando afirmó que “hubiera querido organizar una ceremonia religiosa digna del pueblo español para despedir los restos de esta gran bienhechora y extraordinaria cristiana que fue Eva Perón. Más, me hubiera gustado poder llevarla a Zaragoza, pueblo que Eva Perón visitó y dejó a la virgen sus pendientes”. Eran las 19 horas del 16 de noviembre cuando desde la pista entró a la sala López Rega. De semblante serio, vestía un traje azul, y apenas vio al embajador argentino junto al canciller español, se sentó con ellos. El funcionario español le entregó un documento en que el gobierno autorizaba la salida del cuerpo y López Rega agradeció “la cristiana custodia” de los despojos. “Este operativo se realizó en silencio para guardar el respeto que merecía y en todo momento España nos acompañó en la misión de darle el cristiano sentido que posee”, expresó el ministro argentino. Luego se encaminó hacia la pista en medio de una nube de periodistas. Con un abrazo se despidió del canciller español y subió a bordo junto al embajador argentino. Era ya de noche cuando el avión, piloteado por el comandante Ghio, despegó rumbo a la Argentina. Hizo una escala técnica en la isla de Sal, en Cabo Verde, en el medio del Atlántico. El cortejo fúnebre inicia la marcha hacia Olivos, celosamente custodiado (Archivo General de la Nación) A las 6 de mañana del domingo 17 el Boeing 707 aterrizó en la base aérea de Morón. El féretro fue colocado en un Fokker TC-76 de la Fuerza Aérea, que puso rumbo a Aeroparque, donde aterrizó a las 10 de la mañana. En el palco que se había armado esperaban Isabel, su gabinete, las hermanas de la muerta Blanca y Herminda. El padre Héctor Ponzo, capellán del Regimiento de Granaderos a Caballo rezó un responso y a continuación el cortejo puso rumbo a Olivos por la costanera. A sus costados, se agolpaba gente que le agradecía a Isabel. La CGT había dispuesto para ese día un paro general de 24 horas en todo el país para lo que llamó “Día del Recogimiento Nacional”. La medida incluía a espectáculos deportivos, cines y teatros. Solo se salvó el transporte, que se paralizó durante quince minutos a las 11 de la mañana. Recomendaban a los trabajadores salir a recibir los restos solo con banderas de Perón, Evita e Isabelita. Los sindicalistas habían quedado pedaleando en el aire. La CGT y las 62 Organizaciones estaban molestas porque habían sido marginadas del operativo retorno, lo que hizo que aumentase la animosidad hacia López Rega. El secretario general de la CGT Segundo Palma se enteró que venía el cuerpo de Evita escuchando el informativo de Radio Rivadavia. Los restos de Perón y su esposa permanecieron en la cripta en la Quinta de Olivos, hasta que se construyera el faraónico proyecto Altar de la Patria, votado por el Congreso el 8 de julio de ese año. Era una idea de López Rega, y ese súper mausoleo albergaría los restos de Perón, Evita, y también se llevarían los de otros próceres como José de San Martín, que descansaba en la Catedral; Juan Manuel de Rosas, quien desde su muerte en 1877 permanecía en Southampton; el de Hipólito Yrigoyen y Facundo Quiroga, ambos en la Recoleta, y otros tantos. No lo dijo, pero la fantasía del ministro era la de descansar allí para toda la eternidad. Los restos de Perón y Evita en la cripta en la Quinta de Olivos (AP Photo/File) Las obras comenzaron sobre Avenida Figueroa Alcorta, entre Tagle y Austria, donde actualmente se levanta el edificio de la Televisión Pública. Allí, en 1951, se había intentado levantar el Monumento al Descamisado y que se transformase en un gran predio donde celebrar los 17 de octubre, donde, nuevamente, se planeaba llevar los restos de Evita. El golpe militar del 24 de marzo de 1976 terminó definitivamente con el proyecto. En la madrugada del 9 de octubre de 1976, en un operativo secreto, el féretro dentro de una caja que pesaba 300 kilos, fue llevado a la bóveda de los Duarte, en Recoleta, previo examen con rayos X para confirmar que no se trataba de una figura de cera. Participaron fuerzas de seguridad y un escribano. El 22 el gobierno anunció que se había hecho el traslado. El ataúd fue depositado en el segundo subsuelo, a unos seis metros de profundidad y el acceso fue cerrado con tres placas de acero blindado de trece centímetros, cada una con cerraduras especiales. En la bóveda se colocó una pesada puerta de bronce y otra con barrotes de hierro. Se cumplía el deseo de las hermanas de Evita, que permaneciese en la bóveda de la familia. En otra madrugada, la del 19 de diciembre de 1976, llevaron los restos de Perón a la Chacarita. Si bien Evita quedó bien resguardada, aún faltaría para que los restos de Perón descansaran en paz.

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