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  • Maíllo

    » Diario Cordoba

    Fecha: 15/11/2024 19:38

    Tiene uno a Antonio Maíllo como una cabeza bien amueblada, de las mejores de la izquierda verdadera, y le profesa una especie de respeto reverencial por su condición de profesor de Latín, bien escaso y necesario en días como estos. Por eso me quedo de pasta boniato cuando le leo a Fabiola Mouzo, española de ultramar, que el político lucentino (al que le dieron matarile, como a César, para luego irle a buscar) ha dicho que IU aboga, en el debate de qué hacer con Sumar, por crear «un espacio unitario desde cada organización». El problema que tiene uno con esta nueva izquierda verdadera es que no entiende lo que dice. Desde lo de uno y trino, no se halló semejante concentración de trabalenguas bizantinos. Ni siquiera haber estado rodeado de gente que hablaba de lo «realmente existente» vacuna contra estos eufemismos para los que conocen el código. Otros artículos de Rafael Ruiz No ni na Alfaros No ni na En plan Cuando Maíllo, el jefe de IU, dice que su organización tiene «la aspiración de un espacio unitario, cada uno desde la reivindicación de su organización», el común responde «pues vale, pues me alegro». Sólo unos pocos saben que IU quiere terminar de enterrar el Sumar de Yolanda Díaz, que se le fue de las manos cuando la vicepresidenta quiso montar un partido sin militantes, sin casetas de feria y con mucho cuscús de Lavapiés. Y sustituirlo por una coalición, donde cada parte mantenga el control de la pasta y los cargos. Si los hubiere. En política resulta que lo importante no es que te entiendan los tuyos, que son pocos, sino los demás, que son mayoría. La izquierda verdadera ha creado un muro de palabras, de frases incomprensibles, que le separa de la gente a la que afirma representar. Escucha uno a Urtasun, sobre todo a Urtasun, o a Mónica García y no entiende nada. A Yolanda Díaz, a veces es casi mejor no entenderla. La izquierda-fetén tiene un solo objetivo para el futuro, que está por encima de espacios unitarios y de respetos corporativos. Y es volver a hablar en un español que se comprenda. Cuando Antonio Romero, en la época de Anguita, decía que González era la equis de los GAL, se le entendía estupendamente. Pero Antonio venía de ser alcalde de Humilladero, donde imagino que había poco cuscús y menos tabulé. Ergo la izquierda tiene que salir lo más rápido posible de Lavapiés, donde son cuatro pijos encantados de conocerse, y deponer inmediatamente las cervezas artesanales, los vinos naturales y la farfolla que ahora mismo impiden que sepamos, al menos, qué es lo que dice. *Periodista Suscríbete para seguir leyendo

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