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  • Un cigarro y una máquina de oxígeno, principal hipótesis del incendio que ha dejado diez muertos en la residencia de Zaragoza

    » Diario Cordoba

    Fecha: 15/11/2024 19:36

    Una pesadilla que pronto se tornó en realidad y en tragedia golpeó este viernes de madrugada a Villafranca de Ebro (Zaragoza) con la muerte de diez usuarios de la residencia psicogeriátrica Jardines de Villafranca que fueron víctimas de un dramático incendio desatado en uno de los dormitorios del complejo. Los informes preliminares de las autopsias apuntan a que los finados fallecieron por la inhalación de un humo que, según ha podido saber El Periódico de Aragón, desencadenó el cigarro que fumaba una interna en el interior de su habitación, de ahí que la citada estancia quedara completamente calcinada. Junto a la máscara de oxígeno que precisaba para respirar, y que explotó fruto de la combustión, el fuego y el humo se extendieron rápidamente por el ala izquierda como el peor aliado de los 69 internos que pernoctaban en la residencia. Otros dos resultaron heridos de gravedad. La sala de emergencias del 112 recibió la llamada de alerta a las 04.57 horas, desplegándose en ese momento un importante dispositivo que movilizó a 25 bomberos del Ayuntamiento de Zaragoza, tres tanques, una autoescala, una ambulancia, un puesto sanitario avanzado y un vehículo de mando a los que poco después se sumaron una bomba nodriza pesada, un furgón de útiles y un autobús. A su llegada, la alcaldesa de Villafranca de Ebro, Volga Ramírez (Cs-Tú Aragón), su marido y más vecinos del municipio zaragozano ya estaban evacuando a todos los internos que se habían salvado de la tragedia. Los servicios de extinción asumieron entonces las riendas del operativo, concluyeron la evacuación del resto de usuarios y extinguieron el incendio, tal y como explicó ayer Eduardo Sánchez, inspector jefe de Bomberos y Protección Civil del Ayuntamiento de Zaragoza. "Había una puerta cortafuegos que ha funcionado. La mitad del edificio ha quedado a salvo del incendio y luego en la parte siniestrada es donde han ido apareciendo cada una de estas personas", señaló Sánchez. "Es una circunstancia que no quieres ver nunca", lamentó el inspector jefe. Investigación abierta Una vez se dieron por extinguidas las llamas, los investigadores del Equipo de Policía Judicial y del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil, junto a los especialistas en investigación de infraestructuras con los que cuenta el Instituto Armado en Logroño, accedieron a la residencia y recabaron pruebas para esclarecer lo sucedido. A la espera de que se dé por concluida la investigación, las primeras pesquisas apuntan a que el fuego se originó por la combustión de la máscara de oxígeno de una usuaria que fumaba un cigarro en su habitación. Tanto es así que la mascarilla explotó en su rostro, de ahí que presentara quemaduras en la cara. Sobre el alcance del incendio, precisamente, se pronunciaron con posterioridad los mayores del pueblo al suspirar que "aún podría haber sido más gordo", una afirmación que con el paso de las horas encontró su justificación. Y es que el fuego se desató en el ala que acoge, por norma general, a los residentes más jóvenes, el flanco destinado a los usuarios con problemas de salud mental, sin afectar al ala derecha, aquella que alberga a los pacientes geriátricos. Ello no excluye, no obstante, la avanzada edad de algunos de los fallecidos al constar nonagenarios (un varón de 91 años) que compartían estancia con otros finados, sexagenarios de 61 y 64 años de edad, por ejemplo. "Eran gente muy maja y muy buenas personas", afirmó visiblemente emocionada una mujer que trataba con ellos en declaraciones a este diario. En la madrugada de ayer se encontraban a cargo de los 69 internos dos trabajadoras a las que se sumaron sus compañeras una vez fueron conocedoras de la trágica noticia. Entre todas ellas proporcionaron ropa de abrigo a los residentes, que en torno a las 11.00 horas fueron trasladados a la residencia Vitalia de Huesca con la previsión de que ellas también lo hicieran para alterar lo menos posible "sus rutinas". Las dos caras de la moneda Pero apenas eran las 10.00 horas y, mientras Villafranca de Ebro continuaba colmándose de medios de comunicación incluso de alcance nacional, el municipio comenzó a presentar dos caras muy diferentes en las inmediaciones de la residencia, ubicada en la calle Alfonso Bes Labarta, y en las puertas del consistorio al habilitarse allí, en la plaza España, un punto de atención a las familias de las víctimas mortales. A las afueras de la residencia, los semblantes de los familiares rebosaban alivio y transmitían alegría, contenida todo sea dicho, después de comprobar en primera persona que sus seres queridos se encontraban bien, sanos y salvos, vivos por fortuna, después de un viaje por carretera que se había hecho muy largo hasta reencontrarse con ellos. Y en la plaza España de Villafranca de Ebro, a escasos 800 metros de distancia de la residencia psicogeriátrica, todo era diferente, muy triste, al desfilar, con cuentagotas y entre lágrimas, los familiares de las víctimas. Llegaron de forma escalonada para escuchar una confirmación no deseada: la muerte de un padre, de una madre, de un hermano o de un abuelo que luego se les escuchaba transmitir por teléfono a otros familiares. En el ayuntamiento se reunieron con los servicios funerarios para conocer los pasos a seguir una vez que el titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Zaragoza ya había autorizado el levantamiento de los cadáveres con destino al Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Aragón (Imlcfa), donde a lo largo de la mañana se les practicó la autopsia. La tragedia en la residencia de Zaragoza incendiada, en imágenes / A primera hora de la tarde, de hecho, los informes preliminares del examen forense adelantaban que las víctimas murieron por asfixia, si bien la usuaria de la habitación en la que se originó el fuego también presentaba quemaduras en el rostro debido a la explosión de la máscara de oxígeno que combustionó con el cigarro que había prendido. Para entonces, los familiares ya se habían trasladado hasta el Edificio Fueros de Aragón de la Ciudad de la Justicia de Zaragoza, donde informaron a las funerarias de la decisión de inhumar o incinerar a sus allegados. La tutela de dos de los diez fallecidos, no obstante, corre a cargo de los Servicios Sociales del Gobierno de Aragón. Un minuto de silencio A todos ellos había asistido también el párroco de Villafranca de Ebro, el sacerdote Ignacio Laguna, a quien se pudo ver acercando tazas de café desde el bar de la plaza hasta las puertas del ayuntamiento. Justo enfrente, el cura había dejado abiertas de par en par las puertas de la iglesia de San Miguel Arcángel, que permaneció abierta todo el día con una vela delante del sagrario en memoria de los diez fallecidos. Y es que el municipio quiso rendir homenaje a todos ellos con el minuto de silencio que a las 13.00 horas se convocó a las puertas del ayuntamiento, cuyas banderas ondearon a media asta en señal de duelo. Quedaron consternados los vecinos por una tragedia que también dejó dos heridos de gravedad, dos usuarios que fueron trasladados en ambulancia al hospital Royo Villanova. A mediodía, un varón de 72 años que permanecía en observación en Urgencias evolucionó favorablemente y fue trasladado a planta, pero su compañero, un hombre de 65 años, continúa ingresado en la unidad de cuidados intensivos (UCI) en estado de gravedad, estable y con pronóstico reservado. En mayor o en menor medida, a ellos y a sus compañeros los conocen en Villafranca de Ebro porque en ocasiones se prodigaban por las calles de la localidad. En temporada de verano visitan las piscinas y alguno, a diario, compra la prensa. Cuentan que eran "muy buenas personas". Y lamentan que lo ocurrido es "una lástima".

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