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» Diario Cordoba
Fecha: 15/11/2024 19:35
«Cuando llegas aquí pidiendo ayuda es porque estás sufriendo mucho. No es por gusto». Habla Pilar, enferma alcohólica desde hace más de una década y ahora voluntaria en la Asociación Cordobesa de Alcohólicos Liberados (Acali). Es una de las muchas mujeres que son atendidas en las diferentes asociaciones y recursos que existen en la provincia para acoger a las personas con adicciones, en este caso al alcohol. En Acali reciben a unos 15 pacientes diarios, que cuentan con atención primero médica y luego psicológica y de sesiones grupales, donde comparten sus experiencias con otros usuarios e incluso con personas ya rehabilitadas, en las que se pueden ver reflejados. Ese número, dice la presidenta de la asociación, María Ruiz, «es muchísimo». En los últimos años se está incidiendo en los jóvenes y aunque el perfil mayoritario sigue siendo el de un hombre de mediana edad, también se está poniendo el foco en las mujeres, porque son un colectivo con unas características diferentes que atender. Cada lunes asisten entre 12 y 15 mujeres a las terapias de Acali. Atención a las mujeres Al psicólogo Javier Murillo le «choca» la cantidad de mujeres que son atendidas en Acali y dice que «normalmente ellas consumen alcohol en el ámbito privado, no es como los hombres que lo hacen en el ámbito público, en los bares», pero, afirma, ha visto «cómo les destroza la vida cuando llegan a desconectar por completo de su propia realidad». Las mujeres acuden menos en busca de ayuda porque «tienen miedo a ser rechazadas por la sociedad», explica María Ruiz, y desde Proyecto Hombre Córdoba su presidente, Jesús Tamayo, agrega que hoy en día «hay muchas barreras para que las mujeres puedan acceder a tratamientos, a pesar de que en los últimos años se ha incrementado la demanda entre ellas, pero siguen teniendo muchas dificultades porque se les señala más y están estigmatizadas». La presidenta de Acali, María Ruiz. / Manuel Murillo Dar el primer paso es «lo que más cuesta», dice Tamayo. Ese es uno de los primeros obstáculos, pero hay muchos otros, como que las mujeres «mantienen una estructura familiar y un empleo, y en sus puestos de trabajo tienen más dificultades a la hora de pedir la conciliación para asistir al tratamiento, porque su puesto de trabajo corre más riesgo que el del hombre», alerta. Tienen, también, más dificultad para decirlo, mucho miedo de perder el trabajo y menos apoyo de su familia. Tamayo asegura que la mayoría son acompañadas por sus padres y no por sus parejas. Al contrario, cuando es el hombre el que tiene el problema, su pareja suele apoyarlo en esa transición, pero «la mayoría de las mujeres pacientes vienen tras la ruptura de una relación de pareja», lo que puede complicar la atención psicológica. «Todas las facilidades que tienen los hombres, con una pareja que soporta el apoyo y la ayuda en casa, ellas no lo tienen», lamenta Tamayo, lo que hace que sea más complicado para ellas llegar hasta el final de un tratamiento. El perfil de las pacientes Aunque las mujeres que acuden a estas asociaciones tienen entre 42 y 47 años de edad, el perfil es muy poco homogéneo. «Puede venir una mujer dentro de una clase social media alta con un consumo de alcohol en casa y necesitar un tratamiento ambulatorio, pero también puede venir una mujer en situación de sinhogarismo que necesita un tipo de tratamiento más intensivo porque el deterioro físico es mayor», por ejemplo. Son dos extremos de perfiles, pero en el caso de las mujeres suele ser más evidente, afirma el presidente de Proyecto Hombre. En ambas asociaciones se deriva a los enfermos en el recurso más propio de acuerdo a su caso, porque las realidad son muy diferentes. Hay asociaciones que cuentan con soluciones de vivienda o residencia. Muchos de los pacientes no consumen únicamente alcohol, sino que mezclan con otras sustancias y buscan ayuda «justo antes de tocar fondo». Beber alcohol «para evadirme» Pilar confiesa que comenzó a beber alcohol muy joven y todo este tiempo ha sentido miedo «porque no sabes qué es lo que te está pasando, porque no quieres hacerlo y una y otra vez lo vuelves a hacer». Y lo hacía, expresa, «para evadirme». No le gusta realmente el sabor del alcohol, y cuando estaba con sus amigas podía beber el doble o el triple de rápido que ellas, porque solo quería sentir pronto los efectos que el alcohol hacía en su cuerpo y su cabeza. Evadirse, como le llama. Llegó a Acali consciente de tener un problema, pero totalmente desvinculada de lo grave que podía ser porque, asegura, alrededor de la adicción al alcohol «lo que hay es mucha ignorancia». Entonces, «cuando llegas aquí y empiezas a ponerle nombre y apellido a tu enfermedad y empiezas a saber qué es lo que te está pasando a ti internamente, a saber por qué estás haciendo lo que haces, te das cuenta del daño físico que te estás haciendo, porque de eso tampoco es consciente nadie. Ni tú, ni los que te rodean», agrega. Para ella, el alcoholismo es una de las adicciones más graves, «porque está socializado y encima está legalizado», pero «detrás de todo eso hay un gran vacío, una gran tristeza y una deshumanización». Consecuencias Son muchas las enfermedades que puede provocar el consumo de alcohol que se convierte en una adicción, tanto físicas como psicológicas. Jesús Tamayo enumera algunas de ellas, como problemas gastrointestinales, en el hígado y riñones, al nivel cognitivo, problemas de equilibrio, facilita las posibilidades de sufrir un ictus, pueden desarrollar enfermedades mentales o mucha dificultad para elaborar estrategias de pensamiento. Emocionalmente hay un deterioro muy importante de la autoestima que no siempre es recuperable y otros daños físicos que son visibles, como en la dentadura. El presidente de Proyecto Hombre en Córdoba, Jesús Tamaño. / A. J. González Este 15 de noviembre se celebra el Día Mundial sin Alcohol, una jornada de concienciación sobre lo arraigado que está su consumo en la sociedad, impulsado por su alta demanda, su significativa fabricación y su integración en las principales tradiciones que se celebran en muchos países, incluido España. Suscríbete para seguir leyendo
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