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» Diario Cordoba
Fecha: 15/11/2024 19:35
Si Julio Verne hubiera sido librero, seguro que se habría dedicado al libro antiguo y de ocasión. La vida nómada de estos hombres y mujeres, instalados estos días en el Bulevar Gran Capitán, está cargada de historias por escribir que proceden de su adicción inconfesable a la letra impresa en papel. Rosa Sardá, la decana de esta feria, que ya año cumple 43 ediciones en Córdoba, lo tiene claro. "No sabemos qué pasará con internet, pero lo que se escribió hace siglos ha llegado hasta nosotros en papel, así que es un valor seguro". Hija, nieta, esposa y madre de libreros, se recuerda sentada junto a su padre entre montones de libros, enganchada a cualquier cosa que cayera en sus manos. "La verdad es que somos un colectivo un poco endogámico", bromea, "yo soy del gremio de libreros de Cataluña, el más antiguo de España, desde los 18 años, este trabajo es muy duro, pero cuando te engancha este modo de vida ya no sales". Rafael muestra el libro de tema jurídico adquirido en el puesto de Rosa Sardá. / Víctor Castro A veces, es la curiosidad la que actúa. Es el caso del abogado Rafael Ordóñez, cordobés asiduo a la feria, lector voraz y amante del libro antiguo confeso. "Me gusta por el contenido y por el continente, por cómo huele, la encuadernación, los temas, siempre pico en algo, me gusta mucho la biografía política que en la librería Rosa Sardá está muy presente y el libro de temática judicial por razones obvias", comenta sincero, "me paro en una fila solo y a primera vista, ya he encontrado uno". Julián Molina, conocido por su trabajo en el mundo de las artes escénicas, llegó sin intención de comprar libros, pero acabó con uno de Josep Pla en las manos. "Es un desconocido para mí y me ha picado la curiosidad al verlo, en estas ferias la cosa funciona así". Tiene toda la razón. "Aquí no encontrarán las últimas novedades, incluso los coleccionistas vienen a mirar, a ver qué encuentra, aquí no se buscan libros, son ellos los que te llaman", comenta Rosa Sardá. Detrás de los más de 6.000 libros que acarrea de feria en feria, apenas encuentra el momento para leer, "pero tengo una manía y es tener siempre en la mesita un libro porque no puedo dormir si antes no leo al menos tres páginas", confiesa. Junto a los libros de arte, novelas de ocasión, libros de filosofía, infantil, cómics... material descatalogado, en la feria se pueden encontrar minerales, cromos antiguos, vinilos y ese tipo de cosas que conectan con la nostalgia. Pasear entre libros gusta igual a jóvenes y a mayores, aunque es más fácil que la conexión ojo-libro se produzca en los de más edad. Es el caso de Paqui, una mujer de Barcelona que ayer, en su primera visita a Córdoba y a la feria, se hacía con un libro de la colección de Esther. "Los leía siempre de pequeña, tenía toda la colección y no he podido resistirme", confesaba ante la sonrisa cómplice de su marido, Arturo. Julián Molina, con el libro de Josep Pla localizado en la feria. / Víctor Castro Alejandro Gomiz, nació en Barcelona, creció en Buenos Aires y tiene su residencia en Murcia, aunque practica lo que él llama "trashumancia literaria", un ejercicio de itinerancia vital que le lleva a moverse por toda España con miles de libros que exhibe en las ferias de toda España, donde encuentra nuevos tesoros y clientes curiosos, ávidos de sabiduría. Su puesto lleva el nombre de Buendía Libros y tiene un poco de todo. "Cada vez hay menos coleccionistas de libros y más de cómic y de vinilos", comenta, "los pisos de ahora son pequeños y no hay espacio para acumular demasiado y además está internet...". El cielo está nublado mientras hablamos, así que cuando le pregunto por el mal tiempo afirma convencido que "deberían darnos una subvención de Agricultura porque allá donde vamos llueve, somo un activo contra la sequía". En su repertorio lleva una enciclopedia de 1771 de 16 tomos sobre El espectáculo de la Naturaleza que cuesta 2.500 euros y también pegatinas de 2 por tres euros. Su familia también contiene el gen librero. "La cosa empezó con mi bisabuelo, siguió con el abuelo y con mi padre que fue director comercial de Brugera", recuerda. "Un amigo dice que somos polinizadores de la cultura porque vamos por todas partes sembrando la semillita", comenta, "yo puedo decir que esta vida es espantosa, no puedes tener relaciones estables, es muy caótica, pero también que yo intenté dejarlo y no pude". Alejandro, de Buendía Libros, con una edición antigua de 'Paseos por Córdoba'. / Víctor Castro A pocos metros de Alejandro se encuentra Joseph, un palestino al que le picó el gusanillo del libro antiguo hace quince años después de trabajar en la librería de un inglés y desde entonces siempre anda buscando rarezas y cosas que nadie más tenga. "Tengo clientes que me buscan cada año ver lo que traigo nuevo", explica mientras enseña una lata llena cuentos de Calleja, unas publicaciones finísimas de pocos centímetros que exhibe orgulloso. "De ellos viene el dicho ese de tienes más cuento que Calleja", explica, "también tengo minilibros de la editorial Aguilar de temas variados y mucha poesía dedicada a Andalucía, de autores cordobeses, un Romancero gitano editado en 1937 o un Poeta en Nueva York de los años 60. En una esquina, a la vista de todos, 64 volúmenes de la Historia de España de Menéndez Pidal que se vende por 2.500 euros. "El precio se puede negociar", advierte, "el regateo está permitido en este tipo de conjuntos". Aunque dice que es librero "por casualidad", ya no cambiaría su trabajo por ningún otro. "Es muy duro, pero también tiene algo romántico que gusta mucho". La Feria del Libro Antiguo permanecerá en el Bulevar Gran Capitán hasta este sábado. Si andan buscando lecturas de mantita y sillón para el invierno, no dejen de pasar por ella. Seguro que algún libro les hará saber que está ahí por usted. Suscríbete para seguir leyendo
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