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» Diario Cordoba
Fecha: 12/11/2024 14:42
Pocas organizaciones igualan al PP valenciano en su excelencia competitiva en las olimpiadas de la corrupción. España ha sido uno de los centros de I+D más avanzados en el arte del tráfico de influencias, de desvíos contables y del uso del poder para fines personales pero su laboratorio más puntero, que ya es decir, es el de los populares valencianos. La nómina de imputados por corrupción en el PP de Valencia bate todos los récords en el mundo occidental: al menos tres presidentes de la Generalitat, dos presidentes de las Cortes valencianas, tres presidentes de la Diputación, una docena larga de alcaldes y múltiples directores generales o jefes de gabinete, han pasado por prisión, han sido imputados o condenados, o todo a la vez, en la última década prodigiosa. Hubo desfalcos en la visita del Papa, en la Fórmula 1 de Valencia, en Terra Mítica, y por supuesto este árbol putrefacto tuvo ramificaciones gloriosas con la trama Gürtel y con otras tantas tramas en las que se vio involucrado el PP nacional. En este sofisticado menú de corrupción ha habido platos para todos los sectores, desde la construcción al turismo pasando por consultorías fantasma, pero todos han tenido un denominador común: la mentira, el sofisticado engaño como herramienta para negar la culpabilidad y la realidad. Cada delito, cada desvío, cada negligencia, han sido negados, eso sí, poco antes de ser condenados por la justicia. El último en entrar en el club de honor de la mentira del PP valenciano ha sido el presidente Carlos Mazón, pillado in fraganti con su catastrófica gestión en las primeras horas de la mayor tragedia que se recuerda. Desde el primer momento ha tratado sin éxito de tapar su negligencia y desconectar la pasividad escandalosa de su Gobierno de la supresión de la unidad de emergencias, a la que había calificado de chiringuito del anterior gabinete, y ha sido incapaz de explicar por qué su Gobierno lanzó una alerta el día D, cuando el agua ya inundaba las casas y carreteras y estaban muriendo decenas de personas. Tampoco ha sabido explicar por qué ha sido incapaz de elevar el nivel de emergencia al nivel 3 (máximo), algo que le habría valido perder el control de la gestión. En realidad, todo lo que hace Mazón sigue fielmente una larga tradición del PP valenciano, en la que una casta de pijos trata de esconder o al menos aplazar la verdad para intentar sobrevivir. Eso sí, Mazón, como sus predecesores, también fue votado masivamente y gobierna gracias a una cómoda mayoría. Se ha puesto de moda estos días, viendo las emocionantes imágenes de los voluntarios llegando antes que el Ejército, que «sols el poble salva el poble». En Valencia, la frase exacta sería: «solo el pueblo salva al PP», al que han votado casi siempre desde el 95, con el único paréntesis de Ximo Puig de ocho años, entre 2015 y 2023. Mazón es solo el último capítulo de esta gran infamia, condenada por los tribunales pero salvada por los votos, al menos hasta la fecha. Las cosas como son. *Editor y periodista
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