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  • PELEA MORTAL EN JUEGO DE TABA. A casi 10 años del juicio a un fratricida

    Concepcion del Uruguay » La Calle

    Fecha: 10/11/2024 13:45

    El alcohol, la rivalidad y la ambición desmedida por imponerse en un juego que estuvo siempre ligado a las apuestas, como el de la taba, desembocó en una riña fatal entre dos hermanos. Eran las 17:15Hs. del 9 de junio del año 2012, cuando se desarrolló un drama que involucró a dos hermanos en el bar “La Cobra” del barrio La Clarita, de Villa Clara, departamento Villaguay. Los protagonistas fueron dos hombres mayores de edad que se encontraban jugando a la taba. En un momento dado, con los ánimos caldeados por la competencia y el consumo de alcohol que habían nublado la razón de ambos, se fueron a las manos y el mayor de ellos le asestó un certero puntazo al otro, hiriéndolo de muerte. El herido fue recogido por otros parroquianos y trasladados al hospital, al que llegó sin vida. El agresor, en tanto, se hizo llevar en motocicleta por un amigo, a la comisaría del pueblo, donde entregó el arma y puso al tanto al oficial a cargo de lo acontecido. El cruento hecho causó estupor en la pequeña comunidad de Villa Clara y el agresor debió ser anoticiado por la Justicia de la muerte de su familiar a raíz de su ataque con el arma blanca que llevaba, como de costumbre, a su cintura. El juicio El caso se investigó exhaustivamente y fue elevado a juicio correspondiendo la audiencia a la Excelentísima Cámara de Juicios y apelaciones de Concepción del Uruguay. Así, el 11 de octubre de 2012, comenzó la audiencia con la presentación del caso por parte de la Fiscalía. Su titular expuso las pruebas que obraban en contra del autor del hecho para quien pidió 10 años de cárcel. La defensa, por su parte, alegó que se trataba de un homicidio preterintencional, ya que en ningún momento Alberto Martiniano Cano, entonces de 40 años de edad, había tenido intención de dar muerte a su hermano, solo de agredirlo, y solicitó una pena mínima. Además, el defensor arguyó el estado de ebriedad que presentaban víctima y victimario, dado el probado consumo de alcohol de ambos al momento de los hechos. Se comprobó que Alberto Martiniano Cano tenía 1,19° de alcohol en sangre al momento que se le realizó la pericia, cuando ya se encontraba detenido. El médico forense de nuestra ciudad que actuó en el caso, manifestó que 5 horas antes del incidente fatal, podría haber tenido hasta 1,90° de alcohol en sangre, pero que en ese caso habría sufrido dificultades para moverse con equilibrio y presentado síntomas de amnesia, aunque aclaró que tales condiciones dependen de la capacidad de cada organismo para metabolizar el alcohol. Otros testigos declararon que vieron a Alberto Cano en el bar con su hermano y que, si bien estaban bebiendo, no aparentaba estar ebrio. Los dichos del acusado A su turno, el acusado declaró y manifestó que ese día habían estado de asado en su casa y que había bebido desde temprano. Alrededor de las 16 decidió ir al bar, donde se encontró con su hermano José Eduardo, de 38 años, con quien se veía poco y había cierta distancia entre ellos. Dijo que lo saludó: “¿Cómo le va?” y la respuesta fue: “Bien ¿y usté?”. Luego se pusieron a jugar a la taba, hasta que en un momento surgió una discusión por cuestiones del juego y según Alberto Cano, José Eduardo se le vino encima y lo golpeó y que él, sacó su cuchillo y lo “cortó”. “No quería matarlo, pobre gaucho -dijo-. Solo quería cortarlo, nomás”. Negando con vehemencia hubiese que tenido intenciones de quitarle la vida a su hermano. Estos hechos fueron corroborados por otro testigo, hermano de los contendientes, Aldo Daniel Cano. Pero trascendió que Alberto Cano habría golpeado primero a su hermano, según los dichos de testigos. Un caso duro Este caso fue muy duro de seguir puesto que involucraba a dos hermanos de una familia numerosa, cuyos integrantes solían reunirse en celebraciones, encuentros y festejos que los involucraban prácticamente a todos. Durante los días en que se desarrollaron las audiencias, estuvieron presentes en la sala algunos miembros de la familia Cano, quienes se mostraban apesadumbrados por lo ocurrido con los dos hermanos, sin poder acudir en defensa de la víctima o del victimario ya que defender a uno era condenar al otro. Por estas alturas, Alberto Cano ya tendrá saldadas sus cuentas con la Justicia. Una curiosidad muy borgiana Cuando LA CALLE publicaba la columna denominada “50 años atrás”, la cual tuve a mi cargo varios años, en una oportunidad leí en las crónicas policiales de esos tiempos, un “hecho de sangre”, como se llamaba entonces a estos casos. El mismo había acaecido entre octubre y noviembre de 1950. El hecho en cuestión, tuvo como víctima a un hombre de nombre Alberto Cano, aparentemente de la misma familia, que residía en nuestra ciudad con dos pequeños hijos (uno de los cuales se llamaba Eduardo), y su esposa. Era también aquél Alberto Cano, oriundo del departamento Villaguay. La crónica contaba que el mismo había tenido un altercado con la pareja de su suegra y resultó muerto a manos de aquél, de nombre Juan Poco, quien le asestó un certero puntazo en un costado del pecho (no recuerdo de qué lado). Cuando presencié, en mi carácter de periodista, la audiencia del año 2012, inmediatamente acudieron a mi mente esos viejos escritos de la página policial, dado que la víctima de entonces y el victimario del presente, tenían el mismo nombre, e incluso el fallecido poseía el nombre de pila de quien en ese momento era un niño pequeño (Eduardo Cano), que debía tener en 2012 alrededor de 64 años. Esta curiosidad (¿del destino?), me hizo pensar en las características borgianas de los hechos, en los que se repetían no solo los nombres, sino algunos elementos y una relación parental entre los protagonistas. El gran escritor Jorge Luis Borges, jugaba en sus relatos con los espejos, la duplicidad, los laberintos… El hecho de 2012, parece ser una réplica en espejo del caso de 1950, en el que los protagonistas centrales tienen el mismo nombre, solo que en aquél primer “hecho de sangre” de 1950, Alberto Cano fue la víctima y en el caso de 2012, Alberto Cano fue el victimario. Además, se repitió el elemento fatídico: en 1950 Alberto Cano y su asesino eran yerno y suegro. En 2012 Cano y su víctima eran hermanos. Y estuvo presente también el elemento determinante: el facón para ser herido y para herir…

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