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  • Trump, una gota demasiado fría

    » Diario Cordoba

    Fecha: 10/11/2024 06:35

    De Trump sólo tengo la buena memoria de aquella vez que en Nueva York subí por las escaleras de su torre –la Trump Tower-, un rascacielos ubicado en el 725 de la Quinta Avenida, entre las calles 56 y 57 de Midtown Manhattan, en aquel tiempo en el que andaba conociendo el mundo y ya había estado en La Habana. Era buena memoria aquella de, sin miedo, sentirte como dueño de Nueva York, controlar su bares y comedores y contárselo a Carlos Cano, con quien eché un cubata una tarde en Sevilla después de que lo hubieran operado en América. «Es verdad lo que dices, Nueva York parece tu pueblo», me corroboraba el cantautor granadino –al que conocí por Antonio Ramos, ex director de este periódico-- después de regresar de su intervención sanitaria, aunque moriría de aneurisma en diciembre del 2000, antes del comienzo del siglo XXI. Luego el apellido Trump se borró del mejor lado de mi memoria cuando apareció en política intentando ser el presidente de un lugar donde nos habían contado que de allí arrancaba la democracia y nos había creado la afición a las películas del Oeste. Era aquella América legendaria que ganaba siempre en todo. Donde no comprendía que había que conseguir dinero para presentarse a unas elecciones democráticas. Y donde aún menos comprendía que un candidato a presidente pudiese asaltar el Congreso después de menospreciar a las mujeres y de ser declarado culpable de delitos penales. En mayo de 2024 un jurado de Manhattan lo declaró culpable de 34 cargos de falsificación de registros comerciales vinculados a una conspiración para encubrir un pago de 130.000 dólares antes de las elecciones de 2016. Según la prensa, Trump será un presidente con todo el poder y, además, un criminal convicto. Y encima camina de la mano del dueño de X, antes Twitter, Elon Musk, el hombre más rico del mundo, que viene a decir más o menos que el periodismo de ahora son las redes sociales. Lo que invita a una reflexión. «Sin periodismo no hay democracia» es uno de los principios básicos de la convivencia sin recortes que apoya el periodismo español representado tanto por la FAPE como por los colegios de periodistas. Por eso consentir que las redes sociales sean las representantes de la profesión es abrir una brecha en la convivencia mundial. Ya se está comprobando: el reinado de las pantallitas ha conseguido casi borrar a los periódicos. Antes, el periodista –que se había formado en la Facultad de Ciencias de la Información- escribía las noticias en el periódico, que la gente leía en su casa, en el trabajo o en los bares. Ahora el influencer o el crea bulos no compra el periódico porque se ha inventado sus propias noticias que edita en su red social donde la verdad no transita con comodidad ni hay contraste de pareceres. Es el mundo de la soledad donde ya no existen las enseñanzas de la barra, como cuando éramos estudiantes, sino la silla de la mesa que has tenido que reservar. Y encima, además del trumpismo desatado, las nubes de los cielos se han aliado para ahogar la vida por las playas del Mediterráneo, que al estar tan cálido actúa como una cerilla en la gasolina de la DANA. Un fenómeno meteorológico que nos devuelve a aquella infancia de botas de goma --que llevábamos los niños pobres, que los ricos calzaban las Gorila- y katiuskas, que nos protegían los pies del agua y del barro al ser impermeables y sin cordones. Aunque la felicidad de aquel tiempo se ha esfumado con el desatino de la edad y del temporal donde los números cuentan que Córdoba pierde 3.500 habitantes en un año, que Villanueva de Córdoba ha dado a conocer el mejor jamón de bellota ibérico de Los Pedroches en su XXIV Feria que se ha celebrado esta semana, que en Castro del Río hemos conocido aquel tiempo cervantino en el que el autor del Quijote pasó de la cárcel a la gloria y que diez años después –cuando toca—los Pujol se van a sentar en el banquillo. Parece que Trump ha puesto de nuevo de moda la cárcel y la política. Suscríbete para seguir leyendo

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