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» Voxpopuli
Fecha: 08/11/2024 00:11
Editorial del Buenos Aires Herald Donald Trump sorprendió al mundo en las elecciones del martes al arrasar en una contienda que se pronosticaba que sería reñida. Por primera vez en la historia de Estados Unidos, un delincuente convicto fue elegido para la Casa Blanca, y está en camino de tener un control significativo sobre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial del estado. Si bien los argentinos no pudieron votar en las elecciones, la cuestión de quién se convertirá en el presidente más poderoso del mundo nos afecta a todos. La victoria de Trump marca el triunfo de una nueva y muy específica forma de hacer política, que se apoya en gran medida en el uso de las redes sociales, las noticias falsas o distorsionadas y los algoritmos como conducto para la ira popular. Se trata de un modo viral de hacer política, frente al cual el establishment aún no ha desarrollado anticuerpos. El presidente Javier Milei tomará la victoria de Trump como un importante respaldo a su visión del mundo y una invitación a proceder con una iteración más agresiva de su agenda existente, que ha involucrado revertir protecciones y atacar los derechos de las mujeres, las personas de color, las personas LGBTQIA+ y otras minorías. Ambos hombres son negadores del cambio climático con un historial de desafío beligerante en las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales que buscan construir un consenso intergubernamental en pos de un futuro mejor para la humanidad. Ambos hombres también han utilizado su poder para promover visiones anticientíficas inquietantes. Mientras Milei ha atacado sistemáticamente a las universidades públicas argentinas de renombre mundial con el pretexto de recortar la financiación estatal, Trump ha sido evasivo en su postura sobre las vacunas y ha cortejado a peligrosos teóricos de la conspiración antivacunas como Robert F. Kennedy Jr. Las conexiones entre la extrema derecha estadounidense y la latinoamericana son claras desde hace tiempo, especialmente cuando se trata de derechos básicos que se han ganado con mucho esfuerzo y que esos grupos asocian con la izquierda progresista. Hemos visto cómo los grupos antiderechos en Estados Unidos se han coordinado con sus homólogos latinoamericanos para obstaculizar el acceso al aborto e inculcar la idea de que la educación sexual integral constituye una peligrosa “ideología de género” y “grooming”, aun cuando el lugar más común donde los niños sufren abusos es el hogar. De la misma manera, la lucha de las personas de color en ambos países ha sido atacada cuando la extrema derecha contemporánea ha estado en el poder: Milei cerró el organismo de control antidiscriminación INADI y sus altos funcionarios han atacado los derechos de los pueblos indígenas en Argentina, medidas que tienen sorprendentes paralelos con la respuesta de la administración Trump al movimiento de justicia racial Black Lives Matter que estalló después del asesinato de George Floyd en 2020. El presidente argentino también ha seguido el ejemplo de Trump en lo que respecta al escepticismo sobre el cambio climático. El republicano ha llamado a activistas y científicos “profetas de la fatalidad” e incluso retiró brevemente a Estados Unidos del acuerdo climático de París (el presidente Biden hizo que el país volviera a ingresar al acuerdo al día siguiente de su investidura en 2021). Milei ha lanzado críticas similares contra la ciencia y las acciones climáticas, sobre todo durante su discurso en la ONU, cuando calificó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la organización como “un programa de gobierno supranacional socialista”. Milei no debería sobrestimar la magnitud de su relación con Trump, así como con el multimillonario tecnológico y defensor de Trump Elon Musk. Estos hombres son más importantes para Milei de lo que Milei es para ellos. No debería asumir que heredará automáticamente la relación que tenía el expresidente Mauricio Macri: la suya era una conexión nacida de una historia familiar de negocios con Trump, que abarcaba tanto al padre como al hijo. Sin embargo, la victoria de los elementos más extremistas y retrógrados del Partido Republicano sobre Kamala Harris, que hubiera sido la primera mujer presidenta de Estados Unidos, debería hacer sonar las alarmas para todos aquellos que se preocupan por un mundo más seguro, más pacífico y más justo para todos. Frente a una extrema derecha envalentonada por el alcance del poder estadounidense, es muy probable que se avecine una serie redoblada de ataques a los derechos fundamentales y a las demandas de igualdad. Estados Unidos enfrenta los mismos desafíos que Argentina: defender los valores democráticos, la convivencia pacífica y respetuosa, así como la libertad individual y colectiva. Ganar una elección no significa que el presidente sea libre de imponer su modo de vida a la sociedad. Milei y Trump deberían entenderlo, porque la resistencia no desaparecerá. (07/11/2024)
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