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» Diario Cordoba
Fecha: 07/11/2024 11:39
Tomo prestado el título, con una ligera variación, de una reflexión del consultor Xavier Marcet sobre el uso y abuso de las excusas y al hilo de los dolorosos acontecimientos que todos estamos viendo. Con los sesgos o espíritu crítico con los que cada uno quiera procesarlos. Y es que, si hay algo que predomina estos días, son las excusas. Las excusas que, siempre y naturalmente, tienen que ver con «los otros», porque la culpa siempre es de «otros». Siempre hay un culpable al que endosar el error y si no lo hay, se busca. Asumir que se ha cometido un error se ha convertido en una actitud impropia, inadmisible. Y si se admite, basta con disculparse y adelante. Todos somos humanos y todos cometemos errores. Otros artículos de Francisco Bocero Ocurre, sin embargo, que no todos los errores son iguales ni mucho menos banales. La responsabilidad no se zanja con disculpas, sino con hechos y el valor no se supone, se demuestra. El liderazgo se acaba cuando uno mismo es incapaz de darse cuenta de que el problema es... uno mismo. Nos hemos acostumbrado a recorrer la calle de las excusas señalando a todos lados para evitar ver la realidad y la realidad es inapelable. Las administraciones, las instituciones, las organizaciones no son propiedad privada, salvo las empresas, que tienen propietarios, aunque estas son las primeras que se resienten cuando ellos, o sus equipos directivos, transitan por esa calle de las excusas. Son penalizadas porque los malos liderazgos no distinguen de fórmulas jurídicas y las malas decisiones reiteradas tienen consecuencias. La obsesión por el «relato» ha llegado a cotas ridículas más allá de la manipulación obscena de los hechos que vemos con nuestros propios ojos. La comunicación es una herramienta, no un fin en sí misma, porque no hay reputación que resista el envite de los hechos. Confundir comunicación y reputación es un acto de ceguera a la vista de todo el mundo cuando se ha perdido la credibilidad ante la magnitud de las circunstancias. Pedir perdón es un acto de dignidad que implica reconocimiento y asunción de responsabilidades. Pedir disculpas es un acto de educación que se queda en el reconocimiento. La diferencia es grande, tanta como vivir en la calle de la confianza a vivir en la de las excusas. *Periodista
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