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  • El mundo en vilo ante la política exterior de Trump: ¿abandono de Ucrania, ataques a Irán, presiones a Taiwán?

    » Diario Cordoba

    Fecha: 07/11/2024 11:29

    El mensaje de felicitación de Volodímir Zelenski a Donald Trump por su victoria no ha sido como el de otros líderes europeos. En la red social X, el presidente ucraniano se explaya y recuerda el “gran encuentro” que tuvo con el republicano en septiembre. Entonces, Trump le minusvaloró en público. Le dijo que se llevaba muy bien con su archienemigo Vladímir Putin, el autócrata que ha ordenado invadir su país. El presidente ucraniano aguantó el chaparrón con cara de póker. Trump también calificó a Zelenski como un gran vendedor que siempre se llevaba buena mercancía cuando visitaba Washington. Pero Zelenski sabe lo que se juega. Tiene que llevarse bien con el nuevo líder de la superpotencia, que además controla el Congreso. Alaba el principio trumpista de “paz a través de la seguridad” en los asuntos globales. “Es exactamente el principio que puede traer una paz justa a Ucrania. Espero que podamos iniciar un plan conjunto”, dice en su mensaje. Aun así, existen muchas dudas de lo que la nueva Casa Blanca va a hacer con Ucrania. Si nos atenemos a lo dicho, la abandonará. El plan detallado por el vicepresidente, J.D. Vance, se parece mucho al telegrafiado por Moscú: Rusia debe quedarse con los territorios ya conquistados, un quinto del país, a cambio de detener la ofensiva y crear una zona desmilitarizada en la línea del frente. Ucrania debería renunciar a entrar en la OTAN. Así que Europa necesitará estar lista para tomar la iniciativa. “Si Europa considera que Ucrania es estratégica, haría muy bien en prepararse, y rápido. Debería inundar Ucrania con los tanques Leopards y cazas Typhoon”, de fabricación europea, opina Roger Senserrich, politólogo residente en Estados Unidos y autor de ¿Por qué se rompió Estados Unidos? Populismo y polarización en la era Trump. “Tiene que empezar a fabricar cazas propios y replantearse la disuasión nuclear, añadiendo a algún país además de Francia. Porque con Trump, la OTAN, como tal, con el artículo cinco de protección mutua, deja de existir. No formalmente, sino de facto”. ¿Aislacionista o nacional-populista? Donald Trump siempre afea el gasto que realiza Estados Unidos en su política exterior, ya sea a través de la disuasión que lidera en la Alianza Atlántica o de los acuerdos bilaterales con los socios estratégicos. Taiwán es otro ejemplo. Es el epicentro de la geopolítica global por muchos motivos. Es el mayor productor de microchips avanzados. La República Popular China del autócrata Xi Jinping ha prometido reunificar a la isla con la China continental, por las buenas o por las malas. Estados Unidos ayuda a la pequeña isla democrática a armarse, y mantiene la histórica ambigüedad estratégica de no dejar claro si intervendría en una guerra para defenderla de China. De detonar, el conflicto dejaría en una anécdota la guerra de Ucrania y la de Oriente Próximo. Los reclutas del Ejército taiwanés avanzan en su entrenamiento con pruebas de lanzacohetes / . Trump ha expresado muy poco interés en proteger a la isla. Ha planteado que Taipei pague por su defensa. Pekín ha sonreído. Cortar las ayudas dañaría otras alianzas importantes que Estados Unidos tiene en la región, como con Japón, Corea del Sur, Filipinas y Australia. Y, además, Trump tiene puesto el foco en China. Un giro hacia el Indo-Pacífico que ya comenzó Obama y ha continuado con él y con Biden. Es el momento de contener al gigante asiático, no de quitarle problemas debilitando a Taiwán. Algunos definen la esencia de su política como aislacionismo. “Yo no creo que sea aislacionista, entre otras cosas porque quiere frenar a China. Aplica un nacionalismo populista jacksoniano [propio del expresidente Andrew Jackson]: defiende política exterior con posición enérgica frente a sus adversarios, pero basada en el interés nacional”, opina Juan Tovar, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Burgos. “En general, creo que la política exterior de Estados Unidos no va a diferir mucho de la actual. Quizá ahora tiene más experiencia y ya no tiene la presión de la reelección”. La guerra en Oriente Próximo En Israel, la victoria de Trump se ha celebrado en las calles por parte de la población y, sobre todo, en los despachos. "¡Enhorabuena por el retorno más grande de la historia!", ha tuiteado el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu del que en su día definió como “el mejor amigo que Israel ha tenido en la Casa Blanca”. Los ministros ultraderechistas de su Gobierno también han aplaudido la victoria de Trump, porque durante su último mandato supuso grandes avances en materia expansionista, informa Andrea López Tomás. Kamala Harris probablemente habría presionado más a Netanyahu para que detuviera la guerra de Gaza y Líbano. La demócrata prometió ayudar a los palestinos a lograr su derecho de autodeterminación. Trump nunca dirá algo similar, y es poco probable que gaste esfuerzo diplomático o capital político alguno tratando de lograr un acuerdo entre las partes, mucho menos contribuir en una eventual conferencia de donantes para reconstruir Gaza, destruida e inhabitable. El republicano probablemente tampoco ponga impedimentos en los planes israelíes de expulsión de los palestinos del norte de la Franja o en la vuelta de los colonos allí o la ampliación en Cisjordania. ¿Y contra Irán? Trump ya atacó al país de los ayatolás, y dinamitó el acuerdo del país con la comunidad internacional. Él fue quien pergeñó también los Acuerdos de Abraham, la paz entre países árabes e Israel sin haber resuelto la ocupación de Palestina. Hamás consiguió hacer descarrilar la adhesión de Arabia Saudí a esos acuerdos con sus ataques del 7 de octubre. Llevó el republicano también la embajada estadounidense a Jerusalén, reconociendo a la ciudad disputada como capital del Estado judío, anatema internacional. La duda ahora es saber si, como quiere Tel Aviv, apoyará un ataque duro contra Irán, al que Israel acusa de estar detrás de la violencia de Hamás y Hezbolá. “No creo que sea la intención de Trump abrir un conflicto con Irán”, descarta Tovar. Europa, mientras, ya se prepara para una potencial guerra arancelaria. Subir los aranceles al 10% o el 20%, según ha advertido Trump en campaña, podría provocar una debacle económica y monetaria, pero él parece decidido. A España, potencialmente, puede imponerle tarifas a los productos agropecuarios o de energías verdes. Y apretar para que aumente más rápidamente el gasto en defensa para cumplir con los estándares de la OTAN.

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