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» Diario Cordoba
Fecha: 07/11/2024 11:20
En el otoño de 1938, ambos bandos eran ya conscientes de su agotamiento, aunque la carnicería no cesaba en los campos de batalla con hombres cada vez más jóvenes. A ello había que sumar información y reconocimientos aéreos que, cuando localizaban o creían localizar concentraciones de tropa enemiga, bombardeaban. Y así fue como la aviación republicana atacó la ciudad de Cabra hace ahora 86 años. Los republicanos obtenían información del SIEP (Servicio de Información Especial Periférico) y de las incursiones de sus guerrilleros. Eugenio Galdeano Rodríguez, entonces jefe del Estado Mayor del Ejército de Andalucía, hacía constar que en Cabra había una división nacional: «Los agentes informativos merecen garantía, ya que en otras ocasiones cuantas informaciones han dado eran veraces». Reconocimientos aéreos Los días 5 y 6 de noviembre hubo reconocimientos aéreos sobre Cabra, pero no se observó una concentración nutrida, aunque algo tuvo que pasar porque el día 7, a las 7.35 horas, se bombardeó. Se bombardeó tras informar el SIEP que estaba íntegra la 34 División Nacional, cuando no había nada Ese mismo día, y tal vez como medida de precaución ante un nuevo bombardeo, se dio orden por el teniente coronel Fernando Fuster Villaplana, jefe del Estado Mayor de la 34ª División, para que «quede montado un timbre de alarma desde la torre actual del vigía al empleado de la caldera de la Fábrica de Pallarés encargado de tocar la sirena para caso de alarma de aviones». Desde comienzos de la guerra, no se había activado esta orden y tampoco, supuestamente, en aquella fatídica madrugada, así como no registrarlo en el Diario de Operaciones de una famosa división nacional a la que se hará mención más adelante. Aspecto de la capilla del cementerio donde fueron colocadas las víctimas hasta que se les dio sepultura. / Cris Velasco. Biblioteca Nacional Documentados los reconocimientos aéreos, cabe preguntarse en qué se apoyaron para bombardear. Pudiera colegirse una deficiente información por miembros adscritos al SIEP, uno de ellos ya había pasado a zona nacional por el pantano del Guadalmellato, «llegando a Córdoba en la mañana del día 25 de noviembre de 1938 trayendo, como misión, averiguar los efectos causados por la aviación roja en el bombardeo de Cabra». Era Alfonso Márquez García, sargento de la 103ª BM. Por otra parte, el jefe del Estado Mayor del IX Cuerpo del Ejército Popular de la República Antonio San Juan Cañete, declaró: «No siempre eran exactas las noticias que daba el SIEP y pudiera citar el bombardeo de Cabra, que fue ocasionado por haber informado con cierta ligereza el SIEP localizando una división en dicho pueblo cuando, en realidad, lo único que había era la cabecera». Los informes del SIEP O Felipe Requejo Carrió, jefe de la 2ª Sección del Estado Mayor del también IX Cuerpo del Ejército Popular de la República, al declarar: «Los informes del SIEP merecían en general muy poco crédito pues se trataba de un servicio que estaba en manos de los comunistas exclusivamente y que servía para tener enchufados a los conspicuos del partido, los que daban a veces informes fantásticos para justificar servicios en realidad inexistentes. El bombardeo de Cabra se hizo por haber informado el SIEP que estaba allí íntegra la 34 División Nacional de nueva creación cuando, en realidad, no había nada». Pero hay algo todavía más atroz e incluso jactancioso. Días después y, ante las «falsas informaciones» publicadas por la «prensa facciosa» sobre «un supuesto bombardeo de la población civil de Cabra por la aviación republicana», el Ministerio de Defensa Nacional precisó: «Cabra está situada a menos de 20 kilómetros del frente y su población civil ha sido evacuada. Cabra sirve de centro de concentración de tropas, entre ellas, la 34 División y los jefes del Estado Mayor. Se trata, pues, de un objetivo puramente militar el atacado por la aviación republicana y su bombardeo ha dado los resultados deseados por el Estado Mayor republicano». Primero, «supuesto» tiene como antónimo verdadero. Segundo, el frente de aquí era algo tranquilo si lo comparamos con lo que estaba sucediendo en el Ebro, donde hubo heridos y muertos egabrenses. Tercero, si la población civil fue evacuada, por qué tan sólo fallecieron 10 militares encargados de vigilar a los prisioneros de guerra republicanos ubicados en una conocida posada de la hoy Plaza Vieja frente a esa población civil hasta llegar al centenar de víctimas sin contar heridos. En el Círculo de la Amistad Cuarto, el cuartel general de la 34ª División fue autorizado el 17 de octubre de 1938 «en el local del Círculo de la Amistad de Cabra», pero no fue hasta el 1 de noviembre cuando, formalmente, quedaba constituido aunque no de manera presencial a tenor de varios acontecimientos: si el hospital de sangre que se estableció en el colegio de las Escolapias en enero de 1939 hubiera estado habilitado, no hubiera colapsado el de Beneficencia Municipal e incluso no tenía por qué haberse trasladado personal médico de Sevilla, Aguilar, Alcalá la Real y Granada o, en los funerales, la presidencia podría haber estado ocupada, entre otras autoridades, por el coronel jefe de la 34ª División Federico Acosta Roldán, pero lo fue por José Antonio Martín-Prats, general jefe de la 31ª División. El sumario judicial sigue en paradero desconocido Un último apunte. Y, ¿Europa? Por un radiograma republicano descifrado por la Sección Inker-Horch de la Legión Cóndor el día 5 de diciembre de 1938, el cónsul británico Stevenson reconocería «que él advirtió al ministro de Estado [Negrín] que también la aviación marxista ha bombardeado poblaciones nacionalistas, pero el ministro lo ha negado con la única excepción de Cabra, pero este caso, que quizás es debido a un error, será averiguado y caso dado se pedirán responsabilidades a los culpables». Y aunque el bombardeo de Cabra diera «los resultados deseados por el Estado Mayor republicano», hay todavía incógnitas porque el sumario judicial sigue en paradero desconocido. Hoy se conmemora su efeméride pero no hay que olvidar que los bombardeos sobre la retaguardia, a uno y otro lado, son junto aquel verano de 1936, uno de los episodios más vomitivos y vergonzantes de una guerra que enfrentaría a hermanos contra hermanos. Suscríbete para seguir leyendo
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