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Gualeguaychu » Reporte2820
Fecha: 06/11/2024 11:32
En el corazón de La Pampa está Naicó. Un pequeño poblado que alguna vez fue próspero, pero que hoy parece detenido en el tiempo. Con solo ocho habitantes, lo llaman pueblo fantasma y está lleno de relatos que recorren sus ruinas, vestigios de épocas más vibrantes. Sin embargo, la historia de Naicó ha dado un giro inesperado desde un tiempo a esta parte porque revivió gracias a un hotel que desde su inauguración trajo una nueva luz a este paraje olvidado, que conserva sus miles de historias pero comenzó a sumar nuevas. La historia de Naicó, el pueblo fantasma: un florecimiento fugaz Fundado a principios del siglo XX, Naicó nació con la promesa de prosperidad que traían los ferrocarriles. Su nombre, de origen mapuche, significa “nacimiento del agua” y era un reflejo de las condiciones geográficas del lugar. Durante las primeras décadas, el pueblo se benefició del auge de los trenes. Sus habitantes, en su mayoría trabajadores de la estación de tren, y de oficios relacionados con la agricultura y ganadería, hacían de Naicó una comunidad activa. Con el tiempo, el avance de las rutas automotrices y el cierre de muchas líneas ferroviarias comenzaron a mermar la actividad en el pueblo. El tren dejó de llegar a Naicó y, junto con él, desaparecieron muchas de las oportunidades de trabajo presentes en el pueblo. La población fue emigrando en busca de un futuro mejor, hasta que terminó como un pueblo prácticamente abandonado, con edificios deteriorados y muy pocos habitantes. A pesar de esto, la memoria del lugar se mantuvo en pie. Las viejas estructuras y los relatos de sus antiguos habitantes crearon un aura enigmática que, aunque no atrajo multitudes, sí cultivó el interés de viajeros y curiosos amantes de los llamados “pueblos fantasmas”. El último censo del lugar registró únicamente a ocho personas. Estos residentes son, en su mayoría, personas que ven en Naicó algo más que un pueblo detenido en el tiempo. Aunque ya no cuenta con escuelas, bancos ni tiendas de alimentos, sus habitantes llevan una vida tranquila, rodeados de silencio y paisajes desérticos. Conservan una rutina sencilla, dedicada principalmente a la agricultura de pequeña escala y al cuidado de sus casas, algunas de las cuales datan de las primeras décadas del siglo pasado. La comunidad es unida y cada uno de sus habitantes es consciente de que, en algún momento, podrían ser los últimos en vivir allí. En los últimos años, un proyecto turístico cambió la cara de Naicó. Un hotel abrió sus puertas en una de las antiguas construcciones del pueblo, atrayendo a visitantes que buscan una experiencia diferente, alejada del ruido de la ciudad. Con un diseño que respeta la arquitectura original y una decoración que evoca la época de auge de Naicó, el hotel ofrece un refugio especial para quienes desean sumergirse en la tranquilidad del campo pampeano. Este hotel se convirtió en el centro de la comunidad, no solo para sus visitantes, sino también para los propios habitantes de Naicó, quienes encuentran en él una fuente de trabajo y un espacio de socialización. Además de alojar a turistas, el hotel ofrece una experiencia propia del turismo estancia, con un paisaje rural y relajado. Gracias a este nuevo interés turístico, Naicó volvió a estar en el mapa. Visitantes de diversos puntos del país llegan en busca de esa experiencia auténtica, de caminar por calles vacías, de observar la quietud de los edificios antiguos y, en algunos casos, de escuchar historias sobre los habitantes que pasaron por allí. El turismo en Naicó está creciendo de manera paulatina, permitiendo que el pueblo conserve su tranquilidad característica, mientras sus visitantes experimentan la sensación de “viajar en el tiempo”. Además, este flujo de visitantes, aunque reducido, aporta ingresos que ayudan a mantener el hotel y a contribuir a la economía local. Fuente: TN
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