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» Diario Cordoba
Fecha: 05/11/2024 22:49
Julio Romero de Torres, ¿pintor del folclore y la tradición, a adalid de la modernidad? La sala Orive de Córdoba acogió este martes la primera mesa redonda del ciclo Romero de Torres y la cultura de su tiempo, una charla que reunió a la directora artística del museo Carmen Thyssen de Málaga, Lourdes Moreno, al artista visual y comisario de exposiciones José María Báez y a la investigadora y crítica de cine Carmen Castilla, que hablaron del pintor cordobés como símbolo de la modernidad y de su impacto en el arte y la sociedad de su época. Aunque hay quien se resiste a leer entre líneas las obras del pintor cordobés, cada vez son más las voces que ofrecen nuevas lecturas de su producción, animadas por el ejercicio de análisis que se está llevando a cabo con motivo del 150 aniversario de su nacimiento. «Aún hay mucho por investigar», aseguraba este martes antes de la charla Carmen Castilla, coincidiendo con José María Báez, que apuntaba que «aún no se ha hecho un análisis científico de la obra de Julio Romero, del que no se sabe cómo pintaba sus cuadros, ni se ha escrito una biografía profunda y extensa, por lo que hay muchísimas incógnitas sobre su obra». Una de las cuestiones que este martes se puso sobre la mesa como rasgo de modernidad del cordobés fue el influjo recíproco del cine en su obra. Según la experta, Carmen Castilla, esto se puede identificar en tres rasgos de una pintura: el uso artificial de la luz, el encuadre y el movimiento. En su opinión, la obra de Romero de Torres posterior a 1915 deja ver esa influencia en el uso de la luz, cuando pone el foco en las caras y juega con las sombras, pero también en el plano temático, ya que el cine es un objeto de inspiración para el autor, quien por ejemplo "decide hacer un cartel de la película Curro Vargas tras acudir al estreno, impresionado por lo que ve». Y es que Julio Romero, que no era nativo cinematográfico, abrazó el cine con entusiasmo. José María Báez, Isabel Albás, Carmen Castilla, Lourdes Moreno y Óscar Fernández. / Pablo Cabrera Esta característica adelantada a su tiempo, ya que su generación, la del 98 y del 14, «vieron el cine con extrañeza», es para la crítica de cine uno de los elementos que confirman la modernidad de Julio Romero, que se dejó imbuir por el séptimo arte a la vez que lo que él hacía marcaba a otros artistas, señala Castilla, como al director de fotografía José María Beltrán, premiado en el Festival de Cannes de 1959, quien se formó en su estudio y deja ver en sus películas la mano del pintor en su forma de concebir la luz. El rastro de Romero de Torres va mucho más allá, según la investigadora, y llega hasta el director de fotografía de Buñuel, con quien comparte esa visión simbólica y esa temática ligada a la pulsión sexual. «Hay que seguir rastreando nuevas influencias porque durante demasiado tiempo se ha calificado a Julio Romero como un autor ligado al tópico cuando cada vez son más evidentes conexiones del más alto nivel». En esa ligazón con el mundo del cine, no hay que desdeñar -apostilla la investigadora- el cuadro de Musidora, una pionera absoluta que fue actriz, primera mujer fatal vamp integrada en las veladas dadaístas y escribió una novela llamada Paroxismos en la que recuerda su paso por la ciudad de Córdoba. «Ese cuadro, que se encuentra en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, nunca se ha expuesto aquí», comentó, tras recordar que en mayo se hará un homenaje a Musidora en Córdoba con la proyección de La tierra de los toros, rodada por ella, con motivo de los 100 años de su estreno en la ciudad. La primavera, obra que aparece en la película 'Madres paralelas' de Almodóvar. / CÓRDOBA Pero el influjo del autor, que vivió a caballo entre Córdoba y Madrid, rodeado de la intelectualidad, maestro de artistas como Maruja Mallo o Salvador Dalí, llega a nuestros días, comentó Carmen Castilla. «La película Madres paralelas de Pedro Almodóvar, en cuyo cine nada es improvisado, exhibe el cuadro La primavera», lo que ha dado un eco importante al autor. También Jonás Trueba muestra en una de sus películas La Chiquita Piconera, «algo que no es casual» en un cineasta que conoce muy bien Córdoba, al igual que la inspiración de Julio Romero para Pablo Berger en Blancanieves, o la de la directora cordobesa Pilar Monsell en su estudio sobre el montín del pan. . El artista visual José María Báez, por su parte, la necesidad de enmarcar a Romero de Torres en su contexto real, «vinculado a la liberación del concepto religioso de la historia que se estaba cociendo en Europa». En su opinión, «mucha gente se queda con la forma sin ver el fondo de la pintura de Julio Romero, que refleja a una mujer liberada que está forjándose su propia identidad». A Báez le llama la atención «que su hija rompiera las cartas del pintor» al tiempo que destaca la dicotomía de una obra muy prolífica, que compagina los retratos, «muchos de ellos encargos de personas de la burguesía con quienes tiene que quedar bien», frente a los cuadros en los que «lanza un mensaje de liberación sexual». Y como el arte es un espacio abierto al debate y a la discusión, también hubo quien situó al pintor cordobés en un lugar mucho menos transgresor. Lourdes Moreno ofreció una visión más convencional de Romero de Torres y aseguró que le costó «vincular a Julio Romero con la modernidad». En su opinión, Romero de Torres «no fue un pintor rupturista ni vanguardista como lo fueron Dalí o Picasso», sino «un autor muy ligado a la tradición» que, sin embargo, «introduce en su lenguaje pictórico, al igual que otros contemporáneos como Ignacio Zuloaga, ciertos rasgos y tendencias de la época como el simbolismo que le permite tener una mayor libertad de expresión tanto en los temas como en las formas». Para la directora artística del Thyssen, ese influencia simbolista le viene dada por el círculo que lo rodeará en Madrid y su contacto con las tertulias de los intelectuales de la época. De este modo, insistió en que «no se trata de un pintor vanguardista» y lo definió basándose en su obra como «un autor vinculado al simbolismo y a un modernismo con toques bohemios». Suscríbete para seguir leyendo
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