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» Diario Cordoba
Fecha: 05/11/2024 22:44
Está previsto que Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) se encuentra inmerso en la gira de presentación de su última novela 'Tres enigmas para la Organización'. Aprovechando su visita a Alicante, atiende a Información con el sentido del humor que le caracteriza mientras sufre por la fuerte lluvia que está cayendo en Barcelona. La banda Scorpions, siempre que realiza una gira internacional, la anuncia como su última gira. En su anterior novela usted también aseguró que sería la última, pero he leído 'Tres enigmas para la Organización' y... ¡Es otra novela! Sí, debo confesar que no cumplí mi palabra (ríe). Pero no fue una operación publicitaria para que la gente la comprara, tenía la intención real de no volver a escribir novelas. Quería seguir escribiendo otro tipo de cosas más enfocadas a la no ficción. Pero, cuando me di cuenta, ya estaba enredado con otra novela. Pensé que a lo mejor los lectores no se darían cuenta, pero no ha colado. ¿Usted se divierte escribiendo sus novelas tanto como el lector leyéndolas? Yo me divierto pensándolas. Luego, a la hora de escribir, ya es un trabajo más serio y hay que concentrarse más. El humor es un mecanismo muy delicado, tiene que funcionar perfectamente y no puede alargarse demasiado. En el chiste oral puedes poner expresiones y voces, pero en el papel es una labor más compleja en la que hay que trabajar mucho. Pero me divierto imaginando situaciones, por supuesto. 'Tres enigmas para la Organización' es su novela más divertida, donde se permite escribir cualquier cosa independientemente de cómo se lo pueda tomar el lector. ¿Entiende la ofensa en las personas que lo puedan leer? Creo que no soy un energúmeno (ríe). No tengo fobias, ni odios, ni fanatismos. Partiendo de esa base, creo todo el mundo se toma bien el chiste si hay buena voluntad. Yo estoy harto de oír chistes de negros, de catalanes, de mujeres, de gallegos, de cojos... Y no me ofenden. En cambio, hay actitudes que sí ofenden. En el humor cabe todo con respeto y con cariño. Para el humor se necesita creatividad. No todo el mundo puede encontrar similitudes entre un guardia civil y un samurái. (Ríe). Siempre me han parecido curiosos este tipo de personajes que anteponen el honor, el servicio por el emperador y el "todo por la patria" a su vida. Yo soy todo lo contrario, conmigo que no cuenten. Pero que no se me malinterprete, lo digo sin faltar el respeto, con total admiración al samurái, al kamikaze, al guardia civil o al torero; todos estos que se juegan la vida sin necesidaad. Me hacen incluso cierta gracia porque yo no lo haría por nada del mundo. "Si no tuviéramos películas, libros, obras de teatro o música preferiría morirme antes" En su novela, toma escenas cotidianas llevadas al absurdo, pero no se diferencian de situaciones vividas por cualquiera de nosotros. ¿El ser humano es una especie absurda por definición? Depende con qué nos comparemos. ¿Nos comparamos con los hipopótamos? ¿Con los querubines? Depende de donde pongamos el listón. Somos como somos, una especie llena de contradicciones. Es ahí donde se encuentra el terreno del humor y la filosofía. Pero somos la única especie que, razonando, adoptamos esas cosas absurdas como rutinarias. Porque nuestras contradicciones son muy absurdas y, si las ponemos juntas, el efecto es más chocante. Ya casi me he olvidado de esta novela, porque la escribí hace un tiempo, pero hay un momento donde un personaje presenta una lista de gastos con unas gildas, unas cervezas y un Kaláshnikov. Bueno, son objetos de la vida cotidiana, pero si los pones juntos, resulta muy chocante. Afortunadamente, vemos más cervezas que Kaláshnikov, pero hay sitios donde pasa al revés. Y menos mal... Yo creo que el presupuesto del Ejército Español será un poco así. Hay gastos tanto de aperitivos como de bombas de mano. La Organización me recuerda un poco a la T.I.A. creada por Ibáñez en los tebeos de Mortadelo. Me lo han comentado en alguna otra ocasión. Yo no lo había pensado, pero es cierto. No es que yo copie a Ibáñez, a lo mejor sí de manera inconsciente. Lo que creo es que tanto Ibáñez como yo, que somos más o menos de la misma generación, hemos bebido de las mismas fuentes, de todos estos cómics de Bruguera. Él es el más joven de la gloriosa generación de Gordito Relleno, Carpanta... Él saca lo esencial de cada personaje de las tiras cómicas y construye un mundo con ello. Para ti esto es arqueología, que eres muy joven, pero nosotros cada semana comprábamos la revista Pulgarcito, donde salían todos esos personajes. Y esto nos influyó más que Tolstói y Dostoyevski. Eso se percibe en el lenguaje que utiliza, más sencillo y directo. Aunque cierto elitismo literario entienda que lo bueno solo puede ser serio. Y no es así. Todo cabe en la literatura. Lo bueno ha de ser bueno, pero no tiene que ser de una manera o de otra. La literatura de humor tiene una historia tan larga como la de la literatura aséptica. Toda la literatura de ficción del siglo XVIII es literatura de humor y los dramas están en el teatro. Luego hay un momento en que el humor pasa al teatro y al cine, y la novela se queda con el terreno de lo serio, de lo dramático y de la psicología. Pero siempre han convivido en el tiempo y ahora, en esta época, no sé qué toca. Esas cosas siempre se piensan a posteriori. Tienes toda la razón (ríe). Yo empecé escribiendo y luego me dijeron que lo que hacía era literatura postmoderna y dije, bueno, pues será eso. Me leí su libro tirado en las calles de Valencia, pues las carreteras hacia Alicante estaban bloqueadas por los estragos del temporal. Y en ese clima, consiguió que me riese. ¿Hasta qué punto es eso ético? ¿Es ético hacer reír en un momento en el que están pasando cosas muy trágicas? Pues no lo sé, yo supongo que sí, y eso no significa que nos olvidemos de lo que sucede. Yo recuerdo que, cuando mis hijos eran pequeños, hubo una guerra, la del golfo, y dijeron "pues vamos a suspender la fiesta de disfraces para los niños". Y yo protesté. Precisamente en momentos dramáticos es cuando hay que mantener ese nivel de humanidad y de buen humor. Es momento de que los niños lo pasen bien, de que las personas que están sufriendo tengan un momento de alivio. Yo quiero pensar que mis libros han ayudado a pasar momentos buenos a personas que lo han pasado mal. Algunos incluso han venido a decírmelo. Pero hay que tener cuidado con ello, porque esa no es la labor principal de un escritor. Tienes toda la razón. Y la verdad es que yo no me planteo nunca la finalidad social, individual o ética de lo que estoy escribiendo. Pero todos pasamos momentos buenos y momentos malos, y todos necesitamos ir a un médico cuando estamos malos o a un banco para que nos haga un crédito. Si no tuviéramos películas, libros, obras de teatro, música y conciertos, viviríamos de una manera más seria. Yo preferiría morirme antes.
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