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» Infodia
Fecha: 05/11/2024 00:04
Cuatro partidos sin triunfos no era lo que imaginaba Riquelme cuando metió el volantazo y echó a Diego Martínez. Tampoco era el escenario que planeó Fernando Gago, que además ya consumió todo el crédito de la novedad que supone un ciclo que arranca y el equipo, lejos de evolucionar, juega cada vez peor. La única mejora que puede exhibir es en la balanza, pero para eso alcanzaba con Cormillot. Los resultados, urgentes, hunden al equipo, cada vez más lejos en la pelea de la tabla anual por la Libertadores. La Copa Argentina es, hoy, el último salvavidas para no quedarse, otra vez, sin la chance de pelear la Séptima. Si el primer tiempo hubo cierta paridad, con llegadas parejas y dominio repartido, el segundo fue todo de Lanús, de la mano de un entrenador (Zielinski) que cambió para mejor y otro (Gago) al que se le quemaron los papeles. El plan original de Pintita jugó todas sus fichas a explotar las bandas: Advíncula y Aguirre de un lado; Saracchi y Zeballos del otro, con la idea de provocar superioridad numérica por afuera y definir por adentro, vía Cavani. Pero la mayoría de las veces la idea chocaba contra la realidad: sin espacios, Boca no tenía juego para romper por adentro y descargar, y entonces el que se sentía más cómodo era Lanús, que explotaba las espaldas de los defensores visitantes y así encontró un par de chances, ambas de Marcelino Moreno (lejos, el mejor), aunque sin demasiada peligrosidad (en una de ellas, el tiro del delantero granate pegó en la mano de Rojo, pero fue en la de apoyo, no sancionable). Entonces, la mayoría de las veces el dominio de Boca (65% de posesión en el primer tiempo) cultivó intrascendencia, el abanico de búsqueda de un extremo al otro no encontraba desequilibrio. Salvo cuando la agarraba Zeballos y con su gambeta rompía líneas. Fueron dos o tres jugadas, la principal cuando se sacó a dos rivales de encima para habilitar a Aguirre, que extendió pase a Cavani, cara a cara con Losada, pero el uruguayo desperdició la chance más clara de Boca en todo el partido. Entonces, la propuesta de Gago asoma demasiado lineal, quizá porque las bajas de Medina o Zenón le sacaron del mazo esa carta, ese futbolista que pueda encontrar juego por adentro y conducir desde ahí. Gago siguió insistiendo con su idea original, mientras Zielinski tiró jerarquía a la cancha y apostó por Salvio. Como fuere, Boca se empezó a desgastar de repetir tanto la fórmula. La pelota la empezó a tener más Figal (Danger!) que los volantes, el Changuito se cansó de tanto ir, y Lanús, poco a poco, se sintió más cómodo con el partido, al punto que se adelantó en el terreno, con mayor presencia de los mediocampistas y se hizo cargo de la situación. El plan de Gago fue poner a Medel de cinco (por Miramón) y a Blanco por Saracchi: en el fondo, más de lo mismo. Después tiró lo que le quedaba: Giménez por Cavani, Saralegui adentro y Medel a la cueva. El enojo -evidente- del Matador ilustra el momento de Boca… El gol de Lanús expuso en carne viva la debacle: Saralegui la perdió, Marcelino armó otro zafarrancho, y el gol fue de Salvio, que no lo gritó pero el golpe se sintió a pleno en La Boca. Antes de eso, el equipo de Gago se estaba desmoronando, al punto que Brey sostenía el cero a puro revolcón. Recién pateó al arco (un tirito de Zeballos) a los 27 minutos después de un monólogo del local, y luego del 0-1 no tuvo reacción (apenas un zurdazo heroico de Advíncula), mientras Lanús estuvo cerca de meter el segundo y hasta el tercero. Hoy, Gago no tiene de dónde agarrarse. Su idea de juego se empantana en su propia pobreza y no tracciona en los jugadores, con niveles individuales pobrísimos y un mercado de pases que queda expuesto por su pobreza y su falta de nivel. Así las cosas, que Dios te Salvio…
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