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» Diario Cordoba
Fecha: 04/11/2024 07:52
«Los molinos del Guadalquivir fueron la primera industria de Córdoba y un motor económico durante la Edad Media», afirma Francisco Javier Martínez, guía del Ingema encargado de realizar las rutas por estos espacios tan singulares a la par que olvidados del río y que son, desde 2009, Bien de Interés Cultural (BIC). «De los once molinos con los que cuenta Córdoba, la gran mayoría de ellos tienen su origen en época árabe, aunque hay registros que indican que los visigodos, e incluso los romanos, ya hicieron algunas construcciones con las que utilizar el cauce del Guadalquivir. Luego, fueron aprovechadas por los musulmanes», explica Martínez que al mismo tiempo matiza que «la mayoría de edificios que vemos son reconstrucciones que se hicieron del siglo XII en adelante», siendo el de Martos el más importante. «Tras la Reconquista, Fernando III cedió los molinos a las órdenes y nobles que le ayudaron en la toma de Córdoba», relata el guía. Así, la mayoría de ellos pasaron a manos de órdenes religiosas, siendo el Cabildo el principal propietario. «El de Martos, por ejemplo, pertenecía a la orden de Calatrava», señala el guía. Sin embargo, todo cambió con la desamortización de Mendizábal (1836), en la que el clero perdió estos bienes, que pasaron a manos de grandes empresarios. Muchos de ellos ampliaron o reconstruyeron los edificios. «Los molinos fueron muy importantes durante la Edad Media, podría decirse que son las primeras industrias de Córdoba. Su paulatina transformación, adaptándose a los cambios, hizo que su vigencia perdurara hasta mediados del siglo XX», resume Martínez. El 90% de los molinos funcionaban como harineros, aunque algunos contaban con batanes, unas máquinas que encurtían y desengrasaban las telas golpeando los tejidos durante horas. Esa continua adaptación de los molinos que señala el guía, no solo se tradujo en ampliaciones o en la instalación de una mayor cantidad de ruedas. Y es que, muchos de ellos pasaron a ser fábricas de papel o centrales hidroeléctricas, como es el caso del de San Rafael y el de Casillas, que se convirtió en la primera central de la ciudad y cuyas turbinas dotaron de luz al alumbrado público hasta 1920. Su final llegó en la década de 1950. «Pese a que había mucha hambruna tras la Guerra Civil, lo cierto es que las instalaciones terminaron por quedarse obsoletas, las fábricas instaladas junto a la antigua estación hacían el trabajo mucho más rápido. Además, se empezó a traer harina de Castilla, que también era mucho más económica», resume Martínez. «Algunos particulares los usaron durante las décadas siguientes, pero de manera muy esporádica», sentencia. Ahora, estos once molinos, muchos de ellos en ruinas, han quedado como recuerdo de la Córdoba medieval y como acompañante de lujo al Casco Histórico y los Sotos de la Albolafia. Son una muestra escondida entre la vegetación de nuestro pasado más desconocido. Molino Lope García También llamado de Santa Catalina se encuentra a cinco kilómetros del centro de Córdoba, cerca del polígono de Las Quemadas. Sus orígenes se remontan a la época del califato, pasando a manos de la Catedral en el siglo XIII hasta su desamortización en 1855. Desde 1877 fue fábrica de harina y en 1942 adquirido por Carbonell, cesando su actividad pocos años después. Cuenta con dos cuerpos separados por aliviaderos. Ha sido objeto de varias reconstrucciones. Molino de Lope García. / Córdoba Molino de San Lorenzo Próximo al puente de San Rafael y junto a los Sotos de la Albolafia, también está este molino, también conocido como del Hierro. Disponía de una planta cuadrada cubierta por una bóveda de cañón de ladrillo y un puente de acceso de tres ojos con dos crujías adosadas paralelas. Es contiguo al molino de San Rafael, ya que pertenecía al mismo conjunto, siendo también utilizado para la fabricación de grano hasta la primera mitad del siglo XX, cuando quedó abandonado hasta la actualidad. Molino de San Lorenzo. / Córdoba Molino de Carbonell A la altura del barrio del Santuario se levanta este molino conformado por dos cuerpos y cuatro alturas, incluido un sótano. Se construyó en 1834 sobre los restos del molino San José, del siglo XVI y comenzó a operar como fábrica de harina. En 1888 la empresa de molienda de trigo Carbonell compró el espacio, manteniéndolo en funcionamiento hasta mediados del siglo XX. Cuenta con dos rótulos en la primera planta con el nombre de Carbonell S.A. Molino de Carbonell. / Córdoba Molino de Martos Está situado en la Ronda de los Mártires, junto a la ermita de los Santos Mártires. De origen islámico, su estructura original data del siglo XII, aunque la que ha llegado hasta nuestros días es del siglo XVI. Actualmente alberga el Museo Hidráulico. Contaba con seis batanes, máquinas destinadas a transformar los tejidos abiertos en otros más tupidos, además de una sala de molienda y un embarcadero. Mantuvo su uso hasta los años 50 del siglo pasado, cuando fue abandonado. Fue restaurado en el año 2004. Molino de Martos. / Córdoba Molino de San Antonio A los pies de la Torre de la Calahorra aparece esta construcción medieval que en sus orígenes contaba con una sola planta. Desde sus inicios sirvió para la fabricación de harina y contaba con una imagen de San Antonio en su fachada. También ha funcionado hasta mediados del siglo XX, cuando se utilizaba para construir las barcas que cruzaban la playa fluvial de Torrepelote. Su estructura ha sufrido las crecidas del río, motivo por el que fue rehabilitado en el año 2008. Está abierto al público. Molino de San Antonio. / Córdoba Molino de Don Tello También llamado de Pápalo, está situado en una isla en el cauce del Guadalquivir y en pleno corazón de los Sotos de la Albolafia. Fue construido en época árabe, aunque fue reedificado en el XVII, para hacerlo de nuevo a finales del XIX. Es esta la estructura que ha llegado hasta nuestros días. Tras la Reconquista, fue propiedad del Conde del Portillo. Contaba con una rueda horizontal y otra vertical. De la construcción, dividida en dos plantas, sólo se conservan los muros. Contó con hasta cuatro piedras de molino. Molino de Don Tello. / Córdoba Molino de la Alegría Emplazado en la margen derecha del Guadalquivir, junto al Jardín Botánico, se construyó en 1780 sustituyendo al antiguo molino de las Tripas (del siglo XIII). Está edificado entre dos canales aliviadores. En 1910 se acondicionó para instalar en él la fábrica de harina de San José y 19 años más tarde comenzó a funcionar como central eléctrica hasta la segunda mitad del siglo XX. En el 2000 se restauró y acondicionó el batán y los pisos superiores, donde se encuentra el Museo de Paleobotánica. Molino de la Alegría. / Córdoba Molino de Casillas A la altura del polígono de La Torrecilla se encuentra esta construcción del siglo XV. En la segunda mitad del siglo XVI sufrió una importante transformación que lo dotó de siete piedras de moler, que se elevaron a nueve un siglo después, además de cinco aceñas verticales. En la última mitad del siglo XIX se instaló en él turbinas para que funcionara como una central eléctrica, la cual suministró electricidad hasta 1920. Los restos actuales se corresponden con esta última etapa. Molino de Casillas. / Córdoba Molino de San Rafael Al igual que el de Hierro, al que se encuentra anexo, se levantó a principios del siglo XIX. Inicialmente, fue una fábrica de papel hasta que, en 1844, pasó a servir para la producción de harina, empleándose su sala principal para moler el grano. Disponía de tres naves, las laterales en bóveda de cañón y la central con bóveda esquifada. La primera dependencia tenía cuatro piedras, todas ellas alineadas sobre un poyo. Es también conocido como Molino de las Siete Piedras. Está en estado ruinoso. Molino de San Rafael. / Córdoba Molino de Enmedio Data del siglo XII y se levantó sobre un antiguo molino árabe. Fue objeto de importantes intervenciones en los siglos XIV, XVI y XIX con el fin de ampliar sus usos. Localizado junto al de San Antonio y de Don Tello, formaba parte del Azud de Culeb, una infraestructura hidráulica de época árabe que buscaba aprovechar las corrientes del Guadalquivir. Actualmente, el molino se encuentra oculto casi en su totalidad por la vegetación de los Sotos de la Albolafia. Es también conocido como molino de las Monjas de Jesús y María. Molino de enmedio. / Córdoba Molino de la Albolafia Se trata de un molino hidráulico localizado entre el Alcázar de los Reyes Cristianos y el Puente Romano. Fue mandado construir por Abderramán II con el objetivo de elevar el agua del río hasta el palacio de los emires, situado en el Alcázar, empleando un sistema parecido al de un acueducto. Tras su reconstrucción en el siglo XIV, pasó a ser un molino harinero y batán. Durante ese periodo tuvo cinco ruedas de moler, dos propiedad de la iglesia y tres para miembros de la oligarquía local. Molino de la Albolafia. / Córdoba Noria de la Albolafia Esta noria se ha convertido en un icono de Córdoba, tanto es así que aparece en el escudo de la ciudad desde el siglo XV. Se utilizaba en época musulmana para el sistema que transportaba el agua hasta el Alcázar. Fue desmontada por deseo de la reina Isabel I, a la que le molestaba el crujir de la rueda. En 1965 y debido a su estado de abandono, se reformó, ya que su anterior reconstrucción era del XVI. La última intervención fue en 1992, cuando se reconstruyó tras un incendio. En la actualidad, Urbanismo planea una gran reforma. Noria de la Albolafia. / Córdoba Suscríbete para seguir leyendo
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