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» Elterritorio
Fecha: 04/11/2024 04:18
Por primera vez en la Tierra Colorada, el artista abrió el corazón con su arte genuino y generó una experiencia netamente transformadora de más de 3 horas domingo 03 de noviembre de 2024 | 22:14hs. FOTO: Marcelo Rodriguez "Yo te abriré la puerta, como tú lo harías conmigo" fue una de las primeras estrofas que entonó Manu Chao en una jornada que prometía ser por demás emocionante. 'La música no tiene fronteras, somos todos iguales", expresaron representantes de distintas comunidades mbya guaraní, poco antes de la llegada del músico. "Le pedimos al gobierno provincial nacional que deje de negociar con nuestra tierra", sumaron. Ovaciones desde los primeros minutos con la versión de Espejismos (Patricio Rey y Los Redonditos de Ricota) en voz del rosarino Matumati dieron el puntapié de una larga noche en la que quien se sintió vip fue el pueblo. El reconocido artista mundial llegó al Litoral como parte de su tour 'Ultra Acústico, 'Viva Tu' por el interior del país y realmente sacudió hasta el caracú a cada uno de los presentes. Con una vibra elevada, que lo convierte en una figura cuasi sempiterna y omipoderosa, pero a a la vez muy cercana, Manu transmitió felicidad plena y contagió su energía a todo el público. En un constante ida y vuelta, incontables fueron las veces que nombró a Posadas y Misiones y esperó la legitimación de la audiencia para continuar. ¿Seguimos? preguntaba, por ejemplo, tras dos horas de concierto sin parar. Baile, pogo y erizante emoción que excede lo físico fueron parte de uno de los mejores conciertos que la ciudad albergó y una de las experiencias postmísticas más transformadoras para los presentes. Como un ritual religioso, popular, que te atraviesa y te lleva de la cancha de tus sueños a Woodstock, Manu Chao eleva el éxtasis a niveles impensados, cuasi orgásmicos, donde un portfolio de reacciones son posibles, desde reír hasta llorar con facciones alteradas inevitablemente. Un lugar donde parece que siempre hay lugar para más y más. "Pase lo que pase, sea lo que sea, próxima estación: Esperanza", alentó, una y otra vez. Si bien Manu es la figura clave de todo, la vibración que emana excede su presencia y habilita que el pogo y la fiesta continúen a pesar de haber dejado el escenario. Saltar, corear, gritar sin parar, en plen madrugada del domingo sólo porque el placer puede más. Y es que ese estado de plenitud y gloria que olvida toda necesidad terrenal no se debe a un placer efímero sino que se sostiene y se refuerza en una filosofía de vida penetrante. En efecto, la postura quedó bien plasmada también en las letras e impros de Rayo a.k.a. Big Buda, el rapero de Villa Fiorito que acompaña a Manu en esta gira y también del rap de la comunidad mbya local. El show con formato acústico pero un power que supera a toda banda multitudinaria, pone a tres personajes sobre el escenario: Manu como centro guitarra y voz, Matumati en guitarra y coros y El Rayo en rap y pandereta. Con pocos elementos, un par de acordes y una arenga, estalla el nirvana. El Rayo sorprendió y conquistó a más de uno con sus letras sobre Misiones, el tereré, los pueblos originarios y la crítica social al punto de que incluso Manu lo observó con honda admiración y se dedicó a acompañarlo con coros. "Arriba el hip hop, abajo el Dnu", repitió el rapero para la locura de espectadores. Tras dos horas de concierto y un solo de El Rayo como pequeño intervalo, el power femenino y rapero litoraleño se impuso en la voz de Kreiluz, artista misionera invitada, que re encendió el pogo a puras rimas con una intervención que quedará para la historia personal y regional. Lejos de comportarse como una masa inconsciente, actuando automáticamente en consonancia, el aire de Umma se respiró como una hermandad consolidada, una plenitud compartida, que se vive en contadas ocasiones y bajo especiales circunstancias. "En el centro está la vida regalando corazones", cantó Manu cual magnético ilusionista. El mayor pogo que vio la capital misionera en mucho tiempo se repitió en épicos momentos de la larga pero incansable noche y dejó perlitas pueblerinas como abrazos y reconocimientos de amigos en pleno empuje dentro y fuera de esas rondas pogueras. Entre la multitud,Chico Chico (Ilán Amores) se destacó empuñando la guitarra en alto, en un clima que se adaptó mucho más a su habitat y energía natural que el del apagado anfiteatro del día anterior y que se ganó la legitimación de protagonizar las rimas de El Rayo. "Gracias por la paciencia, por el corazón. Gracias", repitió el sincero Manu Chao casi sobre el final, en un desnudo álmico que acercó más y más. La música que incitó al enérgico pogo continuó y en cada despedida, los tres ártistas saludaron y agitaron como si fueran uno más en un estadio. Abrazados como campeones del mundo, se despidieron después de más de tres horas de fervorosa y pura melolagnia. Una verdadera fiesta, sin igual, tan atemporal como necesariamente actual. "Si me das a elegir, me quedo contigo".
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