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» Diario Cordoba
Fecha: 02/11/2024 07:07
La meta casi obsesiva de objetividad que la autora se fijase para volcar toda su muy rica personalidad en sus evocaciones memoriográficas se dibuja más ahincadamente que nunca en sus páginas españolas. Así la subida del telón con su querida Segunda República resulta desoladora. A su pesarosa mirada el desconcierto y la desmaña más indisimulable acapararon la actuación de las élites progresistas; y el episodio tal vez más famoso y trascendental del periodo -la Revolución de Asturias durante el llamado «octubre Rojo»- merece a sus ojos la más negativa valoración, en conjunción perfecta con el juicio de D. Salvador de Madariaga (en la modesta opinión del anciano cronista, el más sobresaliente historiador del crucial acontecimiento). Y en el duelo de enfoques y partidarios entre el madrileño Largo Caballero, «el Lenin español», y «Don Inda» Indalecio Prieto, su pluma se decantará sin ambages por dar la supremacía absoluta en el sentido de Estado y responsabilidad política al gobernante asturiano que «fuera socialista, a fuer de liberal…». Y situada ya en un altozano en el que Carmen Parga anhela situar el periscopio de sus andanzas y aventuras juveniles y también visiones y calificaciones preposteras, la etapa final de la dictadura franquista se pinta con abundancia de matices y cierta tolerancia por algunas de sus evoluciones de esa hora. Muy probablemente el positivo y reiterado pronunciamiento de Franco ante el retorno de Tagüeña» –al que solo se opusieron, según la autora, «los militares»- influyese en tal posición. «Hay que acabar con los mitos, mentiras y odios, que separan y enfrentan a los hombres. Creo que es bueno todo lo que une y malo lo que lo enfrenta y separa. Es buena la verdad y mala la mentira, aunque sea «piadosa». Me encanta una frase de Gramsci: «La verdad es revolucionaria, la mentira es la contrarrevolución. En este sentido, a mis ochenta años, siglo siendo revolucionaria». *Catedrático Suscríbete para seguir leyendo
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