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» El litoral Corrientes
Fecha: 01/11/2024 09:54
Por Belén Da Costa, Carlos Lezcano y Eduardo Ledesma "Diego fue el mejor en los tiempos del potrero y por eso está metido en el corazón de tanta gente", aseguró en Hoja de Ruta, Guillermo Blanco. Guillermo, es periodista premiado y conoce a Diego desde 1973. Entre otras aventuras, lo llevó a conocer a Pelé y fue su jefe de prensa en Barcelona y en Nápoles, nada menos. Hablamos con él en el cumpleaños 64 del Diego y nos hizo emocionar. Porque sí, del Diego hablamos en presente porque marcó el corazón de millones de personas en el mundo pero, además, su afinidad con Corrientes forma parte de la gran lista de anécdotas. En estos tiempos difíciles de la Argentina, una de las cosas que más destacamos de la amena charla con Guillermo (al que agradecemos por conversar este 30 de octubre) fueron sus palabras de cómo era Diego. "Con todas sus contradicciones políticas, Diego perteneció y defendió a su clase. Defendió siempre a la gente de abajo. Estuvo con todos, saludó a todos, pero él sabía dónde estaba parado", aseguró. Y esa, sin dudas, es nuestra parte favorita del Diego. Mirá la nota completa ¿Cómo conociste a Diego? A través de los recuperados entonces Juegos Evita. Que a propósito esperemos que sigan y no le cambien el nombre, porque nos están tratando de desarmar el país y rompernos todas las cuestiones que tenemos metidas en el corazón. Los Juegos Evita fueron y son extrapartidarios. Si bien nacieron con el primer peronismo, con la fundación de Perón a través de un médico como Ramón Carrillo, son los juegos de todos. De las pocas cosas que unieron a todos los argentinos fueron los Juegos Evita. Y que muchos de los que están escuchando, ya veteranos, tendrán el orgullo de una medalla, el recuerdo de los Juegos. Ahí conocí a Diego. ¿Y cómo fue ese día? Ese día fue caluroso. A finales de los Juegos de 1973 que se hacían en Embalse, en Río Tercero. Recién se recuperaba la democracia, porque estamos hablando de diciembre del 73. Ganan los cebollitas por Capital y van a jugar las finales. Y fíjate que Diego comienza perdiendo las semifinales contra unos chicos de Pinto, Santiago del Estero. Y perdieron por un penal que erró él. Yo tuve la posibilidad de compartir muchos momentos de su vida profesional, amistosa y familiar. Incluso volando por el mundo. Compartiendo entrenamientos, partidos, en Barcelona y en Nápoles. Y obviamente acá. Argentinos Juniors, Boca, la Selección y el hecho de haberlo llevado a conocer a Pelé a Río de Janeiro. Pero una cosa que te digo, él conoció a todo el mundo y todo el mundo quiso conocerlo. Es un fenómeno que no hay igual. ¿Y a por qué te contás esto? Porque hubo una persona que quiso conocer. Y por ese penal errado, no conoció a la persona que él hubiera querido conocer. Es algo que le he contado muy poco, y creo que muy pocos lo saben. Cuando termina el campeonato, los chicos de Pinto de Santiago del Estero reciben un telegrama de la Casa Rosada que los invita a ir a Buenos Aires, porque alguien quería felicitar a los chicos. Y si hubiera ganado Diego en los Juegos él hubiera sido uno de esos. Pero por ese penal, por esa derrota, no pudo ser ni él ni los Cebollitas los que fueron a conocer al general Perón. Estoy diciendo, y estoy contando que Diego, por el fútbol, no conoció a la persona que hubiera querido conocer. Todos lo quisieron conocer. Él quiso conocer a alguien, y por un penal errado, por una derrota, no lo conoció. Esa es la historia. ¿Podemos comparar a Maradona con Messi en torno al fenómeno que generan? Comparar jamás lo haría. Es como comparar Mozart con Beethoven, no me siento capacitado. Y nadie se siente capacitado tampoco en el fútbol, porque es un deporte colectivo. Podemos llegar a decir, este le pegaba de esta manera, este de otra. Pero no pasa de ahí en un deporte colectivo con todo lo que eso significa. Pero yo creo que Messi es el mejor en los tiempos de la PlayStation y Diego fue el mejor en los tiempos nuestros del potrero. Por eso es que está metido en el corazón. Atahualpa Yupanqui decía, “lo que entra a la cabeza, de la cabeza se va. Lo que entra al corazón, se queda y no se va más”. Creo que Diego entró al corazón. ¿Por qué crees que entró tanto? Porque forma parte de una idiosincrasia argentina. Es un hecho que Diego siempre estuvo muy comprometido con lo social. Más allá de ser un jugador, estuvo con los jubilados, con las Abuelas, siempre muy comprometido con la realidad de su país. Estuvo comprometido consigo mismo, con su clase social, con eso estuvo comprometido. Tuviste un gran trabajo periodístico, más allá de la amistad con Diego. ¿Cómo fue eso? ¿Muy arduo? Al contrario, todo lo contrario, fue hermoso, maravilloso. Ustedes son periodistas y saben que uno logra una nota y al otro día ya está la siguiente y ni siquiera tiene tiempo de cortar la primera. A mí me pasó muchísimas veces. Imagínense lo que fue lograr juntarlo a él con Pelé en Río de Janeiro. Fueron meses de trabajo, porque yo estaba en El Gráfico, pero una vez que se logra eso, ya volviendo al aeropuerto ya uno estaba pensando en la nota siguiente. Uno nunca ha tenido el freno ese de gozar lo que ha hecho. Y yo tuve el privilegio y la suerte. Soy creyente de que algo habrá puesto uno también algo para lograrlo. Me cuesta decirlo porque parece ego, pero no creo que haya muchas personas que hayan vivido periodísticamente lo que viví yo con él. Yo recuerdo haber ido a Manchester con el Barcelona, con 39 grados de temperatura, no decir nada porque quería jugar, verlo sufrir con el yeso cuando vinimos después de la fractura a Buenos Aires, a la recuperación con el doctor Oliva. Verlo como él se mordía, pero se mordía por el dolor, pero tenía una fuerza de voluntad increíble. Cuando aún él podía manejar todo eso y la droga todavía no la había carcomido a Diego. Incluso, como ha carcomido a tantos otros chicos que no se llaman Maradona y sigue ocurriendo pero nadie se acuerda de ellos porque no se llaman así. ¿Contanos algún recuerdo de Nápoles? De Nápoles millones, pero perdóname que me voy con el recuerdo para Corrientes. Un día había tenido problemas, no recuerdo si era con la Selección o qué y se había ido a Esquina en silencio. Entonces de El Gráfico me piden la nota y dicen que me tengo que ir con un compañero fotógrafo a Esquina, sin que nadie sepa nada y sin saber dónde estaba, porque él estaba metido en el río Corriente. Lo buscamos con algunos amigos, y con alguna gente de ahí, contratamos un bote, y después de andar entre camalotes, riachos y demás, lo encontramos en un bote. Cuando nos vio, no lo podía creer y de la puteada inicial, al abrazo y la cargada, terminamos comiendo pacú a la noche en Esquina, tocando la guitarra. Está la nota en El Gráfico y hay una anécdota muy linda, porque fue una etapa que recorrió el mundo entero. Era él mostrando el pacú. Después me contaron la anécdota, que no sé si es real o no, que le mandaron una multa de la Municipalidad, porque los pescados pesaban más de lo que tenían que pesar, o medían más de lo que tenían que medir, la foto para Esquina fue maravillosa. Una de las tantas cosas que hemos vivido con Diego, el volver a recordar a Recúpero, el soldadito o a Germán, (porque Diego llevó muchos chicos de Esquina a vivir a Buenos Aires, incluso a vivir, porque los chicos no tenían donde vivir a su propia casa), cosa que la gente no sabe. Diego, era muy de abrirle la puerta al amigo y de ser también un hogar para esas personas que por ahí estaban atravesando un momento complejo. Con todas sus contradicciones políticas, Diego perteneció y defendió a su clase, eso es para mí, clave. Defendió siempre a la gente de abajo. Estuvo con todos, saludó a todos, pero él sabía dónde estaba parado. Uno de estos chicos que llevó a Buenos Aires, era el Mudo y era de Esquina. El mudo, el amigo, sí. ¿Conocías al Mudo? Cómo no, al Mudo, a Germán, a Soldadito, me veo constantemente. El Sordi fue uno de los chicos que acompañó a Diego a Nápoles, en las buenas y en las malas. Cuando a Diego lo agarran, le hacen una cama, pobrecito, drogado, en la calle Franklin, en el barrio Caballito. El Sordi era uno de los que estaba con él. El Sordi lo acompañó a Nápoles, en las buenas y en las malas. Imagínense todo lo que significa eso. Pero un pibe de ley, un pibe de Esquina que hoy se está rompiendo y hace asado y vive de eso. A 64 años del nacimiento de Diego. ¿Qué te pasa a vos siempre hoy, cada 30 de octubre, por tu cuerpo, con tus emociones? No, al no ser uno tan mediático, y no querer serlo tampoco, porque pareciera que uno usufructúa de eso. Me llaman, sí, obviamente. Pero me llaman gente seria como ustedes, para hablar de cosas que realmente merecen la pena que los oyentes participen y sepan más. Y desde ese lugar es donde yo hablo y trato de que se comprenda un poco más lo que significó Diego. Pero a mí no me hace nada la fecha, te digo la verdad. Para mí es una fecha más. Para mí Diego está en mi corazón, en mi vida. Primero entró periodísticamente, después, afectivamente, no solo él, toda la familia Maradona. El hermano, Lalo, Ana, Kiki, Claudia y la que tenía con Chitoro y Doña Tota. Hasta ahí llega lo mío, en cuanto a amistades. Y él siempre ha recordado y muy olvidado por otros, mi querido amigo Jorge Cysterpiller, que también ya se nos fue. Yo recuerdo que Jorge era su otro yo, su primer otro yo. Porque Diego ha tenido muchos otros yo a elección de él. Pero el otro yo de Diego, si hay que pensar en el Diego Global, no es lo que se piensa ni lo que están pensando ustedes. Es Jorge Cysterpiller, sin dudas.
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