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» Diario Cordoba
Fecha: 31/10/2024 09:23
Los vecinos del entorno de Zamoray-Pignatelli y el Gancho, en el Casco Histórico de Zaragoza, están acostumbrados, por desgracia, a presenciar peleas, broncas y todo tipo de actividades ilÃcitas. No obstante, hay situaciones a las que no pueden –ni deben, insisten ellos mismos– habituarse. Es el caso de los vecinos del entorno del cruce de la calle Miguel de Ara con Agustina de Aragón, a pocos metros de Conde Aranda. En este solar, precintado por la policÃa pero perfectamente accesible, hay personas que acuden a consumir sustancias estupefacientes y otros que practican sexo a plena luz del dÃa a la vista de los residentes de la zona. Este diario ha tenido acceso a unas imágenes grabadas por los propios vecinos y que están circulando por los grupos de WhatsApp de los residentes del barrio que demuestran los problemas de salubridad, convivencia y sociales a los que se enfrentan. En varios de estos vÃdeos se puede observar a personas realizando sexo muy explÃcito durante el dÃa sin importarles que haya muchas ventanas desde las que es visible este solar. «Es como una peli porno», lamentan los propios vecinos, que critican que tengan que ser testigos involuntarios de estos hechos. El solar estaba antes ocupado por un edificio que se quemó en 2022 y que tuvo que derribarse tras ser desalojado previamente. Dos personas practicando sexo en un solar a la vista de todos los vecinos. / CEDIDA En las imágenes se puede contemplar perfectamente como se practican felaciones y otro tipo de prácticas sexuales –la mayorÃa pagadas– sin ningún tipo de pudor. La prostitución y la explotación sexual de mujeres están a la orden del dÃa. También hay vÃdeos en los que se puede ver a personas consumiendo drogas a plena luz del dÃa en este solar. Jóvenes quemando heroÃna o camellos trapicheando son una constante ante los ojos de los vecinos de estas calles, muchos de ellos menores. El solar tiene una tapia y una puerta que, presuntamente, impide acceder. Incluso hay un precinto de la PolicÃa Local. Pero basta con empujar levemente el cerramiento para poder entrar. La parcela está llena de basura, preservativos e incluso jeringuillas. «Hemos avisado mil veces, pero ya ves. Se puede entrar perfectamente», dicen los vecinos a los pies de la tapia.
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