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    » El litoral Corrientes

    Fecha: 30/10/2024 19:16

    Así lo consideran los norteamericanos, por las actitudes que en vida supo cultivar John Ford. Su vasta cosecha de grandes producciones de Hollywood, el amor manifiesto por su nacionalidad y los numerosos aportes que le hizo a su país. Ford, está asociado a otro grande quien los buenos recuerdos los emparentan en cuerpo y alma: John Wayne. Un número importante de sus películas permitió producirlas o dirigirlas. Convengamos, John Ford venía de una acendrada familia irlandesa de 13 hermanos, cuyo nombre verdadero en realidad era John Martin Feeney. El primero que se prendió a esa nueva técnica descubierta por los hermanos Lumiere, fue Frank, su hermano mayor, quien lo entusiasmó a John, ejerciendo en su vasta carrera este último como actor, productor y consumado Director. Frank tenía como piedra preciosa en sus antecedentes, haber actuado como actor en la histórica película que es un verdadero testimonio a los Estados Unidos, a través del cine haber sido dirigido por el celebrado David Griffith, autor de “El nacimiento de una nación.” En materia de cine, desde el mudo y blanco y negro, hasta el color y las nuevas tecnologías, se registran 140 películas que de la mano de John Ford como Actor, Guionista, Productor y Director, fueron merecedores de numerosos premios. Dos celebrados hombres del teatro y el séptimo arte, como Igmar Bergman y Orson Welles, lo destacan consagrándolo como “uno de los grandes Directores de todos los tiempos”. En el cine de Ford sobresalen títulos que hemos tenido la oportunidad de verlos alguna vez, o revisionarlos, como lo hacen a veces algún canal de televisión, reivindicándolo y descubriendo su capacidad y talento. Fue protagonista en la Segunda Guerra Mundial luchando por su país, cayendo herido en combate en la batalla de Midway durante la Guerra del Pacífico, no obstante realizando a posteriori documentales de las guerras de Corea y Vietnam. Es recordable en cine su “Trilogía de la Caballería”, dedicada en tres títulos memorables: “Fuerte Apache” (Fort Apache”) en el año 1948, con John Wayne, Henry Fonda, Sherley Temple, Ward Bond, Víctor Mc Laglen el mismo de “El delator”1935, quien merecidamente obtuviera un Oscar, Pedro Armendáriz, John Agar. “La legión invencible” de 1949, “Premio a la mejor fotografía”, con John Wayne, Joanne Dru, Víctor Mc Laglen, John Agar. Para concluír “la trilogía de la Caballería” con “Río grande” en 1950, encabezando su elenco John Wayne, Mareen O´Hara, Ben Johnson, y la música de Víctor Young. Adoraba los estudios a cielo abierto para sus películas de grandes despliegues, eligiendo el terroso y brillante rojizo del histórico “Monuments valley” o “Valle de los monumentos”, ubicado en la Reserva india perteneciente a los Navajos, en la frontera sur de los estados Utah con Arizona, a la que se accede por ruta 163. Existen títulos memorables en la filmoteca de John Ford que recordamos con mucho cariño: “Viñas de ira” (“The grapes of warth), extraída de la novela de John Steimbeck, e interpretada por Henry Fonda, Jane Dorwell y John Carradine, en el año 1940. John Ford supo ver. El cine fue su fuente y su fuerza de talento. Expuso sus ideales. Supo contar libros inolvidables. Dejó indelebles recuerdos que hizo del cine un espectáculo único. O, el clásico “Qué verde era mi valle” (“How Green was my valley”, con Maureen O´Hara, Walter Pidgeon, Barry Fitzgerald, producida en el año 1941 y merecedora de 5 Premios Oscar. Uno se asombra cuando relee la filmoteca de obras que John Ford llevó al cine, excede los límites de la laboriosidad, y la mirada puesta de manifiesto en cada una de ellas. En su memoria y en su recuerdo, en el año 1990, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos dispuso como registro Cultural Histórico permanente la obra de John Ford. Sin lugar a dudas, una película de gran valía lo ha sido, “El Delator”, con Víctor Mc Laglen, Margot Grahame, con música de Max Steiner, producida en el año 1935, y dirigida por John Ford, acreedora a 4 Premios Oscares: Mejor Actuación. Mejor Dirección. Mejor Guión. Mejor Música. Uno aprende de Ford, la magnificencia de sus paisajes como ámbito de fondo. El pelotón ubicándose en el margen del horizonte donde el crepúsculo marca recortándose a los hombres preparándose para la guerra. Y, por el otro, los indios defendiendo su tierra por el advenimiento de la modernidad, del tren que trata de acercar pueblos para unir y crecer. Pero en el primer plano, también logra descollar la personalidad Ford, donde los gestos hablan sin decir. Tan sólo los ademanes, la tensión de los músculos, el rostro nervioso o apacible. La serenidad o la crispación. En 140 películas hizo de todo. Una leyenda que a compás del hombre mismo iba tras de sus sueños, empeños y compromisos, desarrollando mil historias, cada cual más emotivas. John Ford la supo ver. El cine fue su fuente y su fuerza de talento. Expuso sus ideales. Supo contar libros inolvidables. Dejó indelebles recuerdos que hizo del cine un espectáculo único.

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