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» La Capital
Fecha: 30/10/2024 10:41
Paolo Rocca defendió el ajuste estatal y la desregulación pero reclamó que los Estados protejan a la industria de la oferta china El CEO del Grupo Techint, Paolo Rocca, respaldó la política de ajuste que lleva adelante el gobierno de Javier Milei y la propuso como un modelo para América latina. Pero también le reclamó que levante las restricciones cambiarias, mejore el tipo de cambio y trabe las importaciones de acero chino. Lo dijo en el marco de la inauguración de Alacero Summit 2024, la cumbre de la asociación que nuclea a las grandes siderúrgicas de la región. El congreso de la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero) que se realiza en Buenos Aires tuvo como eje general una impronta industrialista, a tono con el regreso de las políticas activas en los países desarrollados, el reclamo de revertir el proceso de desindustrialización en América latina y el impacto de las crecientes tensiones geopolíticas. La relocalización de las cadenas de suministros, la regionalización, el nearshoring y el friendshoring, así como la agenda productiva relacionada con la descarbonización y el cambio climático, recorrieron los paneles. Con retórica neodesarrollista, los barones del acero latinoamericano reclamaron medidas de protección frente a los excedentes de producción que China vuelca al mercado mundial, políticas de incentivo al desarrollo de las cadenas de valor y posicionamientos inteligentes frente a un mundo fragmentado y conflictivo. El presidente del Consejo de Administración del Banco Nacional de Desarrollo (Bndes) de Brasil, Ricardo Luraschi, describió la Nueva Política Industrial brasileña, el plan que lanzó el gobierno de Lula para revertir “tres décadas de desindustrialización” en el gigante sudamericano, y devolverlo a la senda del crecimiento. Volcará u$s 60 mil millones para incentivar la modernización y la transición energética, desarrollar la infraestructura y densificar las cadenas de valor. Todo acoplado a una política de acuerdos comerciales que tengan como base la protección del “corazón de la industria brasileña, la petroquímica, la siderurgia y la fabricación de bienes de capital”. Con esa premisa, la agenda es multilateral y con fuerte apuesta a la integración latinoamericana. “Mientras el resto de los bloques concentran el 70% del comercio al interior de sus regiones, ese porcentaje solo es del 14%”, describió Luraschi, quien llamó a “abandonar la mente colonial para repensarse, tanto desde los Estados como desde las elites empresarias, como protagonistas del nuevo tiempo”. El politólogo Andrés Malamud pintó un panorama mundial abundante en tensiones geopolíticas, que podrían recrudecer y redireccionarse según el resultado de la elección presidencial en Estados Unidos. Advirtió que el mundo actual es “posoccidental”, donde el 60% de la economía mundial será en los próximos años la de los países asiáticos, con China e India a la cabeza. Y en el que Europa seguirá luchando para tratar de amortiguar su decadencia. Esta “globalización segmentada” provoca una fragmentación en América latina. México, en el Norte, se reindustrializa acelerada mente de la mano del “nearshoring”, la relocalización de las cadenas de valor cercanas a Estados Unidos, en el marco de una confrontación general con China. En el sur, dijo, esa opción es más compleja. Ganar autonomía política, intensificar el comercio intrarregional, diversificar la canasta de relaciones internacionales, aparecen como estrategias posibles. De hecho, recordó que tanto Jair Bolsonaro como Javier Milei, se vieron obligados a recomponer relaciones con el gobierno chino, luego de algún berrinche inicial. Paolo Rocca, CEO de Techint, se propuso cortar con tanta estrategia. Con el sentido táctico de un CEO piloteando los negocios de su empresa, cerró el primer bloque del congreso con un doble programa. En lo general, coincidió con el diagnóstico de un mundo que cuida a cualquier costo sus cadenas industriales. En lo práctico y territorial, se alineó automáticamente con las políticas de Javier Milei, un confeso enemigo de los industriales, a los que considera “prebendarios”. En sintonía libertaria, Rocca culpó por la desindustrialización y el consecuente estancamiento de la región al Estado, por su expansión que habría ahogado a los privados, las leyes laborales y la invasión de productos de China. En el primer punto, elogió el ajuste, la reducción del déficit fiscal y la desregulación que lleva adelante Milei. Incluso puso el modelo libertario como un “paradigma” para la región. Pero el amor llegó hasta allí. De inmediato, pidió la apertura del cepo y “un tipo de cambio que refleje la productividad y no solo las necesidades de los capitales financieros de corto plazo”. En materia de apertura comercial, el corte con el dogma liberal fue todavía más abrupto: “La apertura de importaciones, incluso a precios por debajo del costo, puede ayudar a controlar la inflación; incluso algún eslabón de la cadena de valor se puede entusiasmar con la compra de productos más baratos, pero eso será la ruina de todos”, advirtió. Y enfatizó: “Los Estados deben defendernos de la competencia desleal”. Su punto para salvar la contradicción es que “China no es una economía de mercado”, por lo cual “no hay posibilidad de competir ni de negociar con ellos”. La única oportunidad que abre la expansión del gigante asiático, dijo, está relacionada con el conflicto con Estados Unidos. “Debemos aprovechar el reposicionamiento de las cadenas de suministros para orientarnos a la cadena de valor occidental”, dijo el empresario, que tiene plantas en Argentina, Brasil y México. La discusión sobre el nearshoring atravesó la primera jornada del congreso. El titular de la Cámara Argentina del Acero y presidente ejecutivo de Ternium Argentina, Martín Berardi, describió que “el mundo se regionaliza cada vez más, redigiriendo la cadena de valor hacia proveedores más cercanos, más seguros, más comprometidos con el medioambiente, y que comparten valores regidos por las reglas de mercado”. Para el economista brasileño Ricardo Amorin, el nearshoring es una oportunidad de reindustrialización. “La región puede volver a ocupar un papel muy importante en el eje de la producción mundial, sobre todo gracias al intercambio con Estados Unidos”, dijo. Y si bien señaló que México “es el país mejor posicionado, la oportunidad existe para todos”. A su juicio, mientras el mundo siga con hipótesis de conflictos, “hay una oportunidad para América latina, que está casi blindada a una guerra”. Por eso, aseguró, hoy “gana por KO la atracción de capital externo”. Como ocurrió, dijo, en Brasil entre 2002 y 2010, asociado también a los precios favorables de commodities. “Después vivió período de 10 años donde el stock de inversiones quedó estable hasta la guerra de Ucrania, cuando vuelve a atraer capital”, recordó. Y no se olvidó de señalar que “cuando hablamos del reto de la reindustrialización de Latam, necesariamente hablamos de una industria del acero fuerte”. En ese contexto, el presidente de Alacero, Jorge Oliveira, se mostró a favor de las políticas de industrialización en la región y apeló a los mecanismos de protección frente a la “competencia desleal” en el mercado del acero”.
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