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  • La fórmula de éxito de Casa Bonay busca sitio en Madrid, Palma y Lisboa

    » Diario Cordoba

    Fecha: 28/10/2024 14:14

    Anticipar la tendencia y abrir el hotel a la ciudad para fusionarse con su cultura ha sido la fórmula del éxito que ha llevado a Casa Bonay a convertirse en uno de los hoteles boutique urbanos de referencia en Barcelona. Ahora, después de asentar y consolidar el modelo, su fundadora, Inés Miró-Sans Gabarró, está inmersa en un plan de expansión que contempla situarse "con tres o cuatro hoteles más" a medio plazo. Negocian en Palma y buscan inmuebles que se adecuen al proyecto en Madrid y Lisboa. ¿Inversión? "Dependerá del activo que encontremos, que no está siendo nada fácil", detalla. En función del edificio que llegue a sus manos, decidirá si compra o alquila a largo plazo después de reformarlo. A priori, busca inmuebles que le permitan gestionar entre 60 y 100 habitaciones y con una planta baja de cerca de 500 metros cuadrados. La empresaria catalana tuvo muy claro desde pequeña a qué quería dedicar su vida, aunque "ningún familiar directo está vinculado a la hotelería". Su padre, Francisco Miró-Sans, es empresario textil, y su madre, Isabel Gabarró Miquel, notaria y consejera de grandes empresas. "Con 13 o 14 años, cuando viajaba con mi familia y llegaba a un hotel donde me hacían sentir bien, les decía a mis padres: esto es lo que quiero hacer yo, hacer feliz a la gente, que se sientan especiales", recuerda. Se planteó estudiar arquitectura "para poder diseñar hoteles", pero al final se decantó por Administración y Dirección de Empresas en Esade, donde iban muchas de sus amigas. "Al acabar los estudios -explica- todo el mundo se dirigía al mundo de la consultoría, que no me atraía nada". Su primer trabajo en el sector fue en el antiguo hotel Omm de Barcelona de la mano de su relaciones públicas, Clementina Milá. Después, y mientras acababa el proyecto final de carrera donde debía desarrollar al detalle su propuesta hotelera, se marchó a Eurostars para experimentar un modelo de negocio muy diferente. La empresaria quiere encontrar edificios que le permitan gestionar entre 60 y 100 habitaciones, con una planta baja de cerca de 500 m2 "Cuando viajaba por Europa, me fascinaba ver cómo los hostales tenían muchísima vida social en la planta de abajo. En España no había ninguno. Persistía un estilo de hotelería muy antiguo. No había nada que se pareciera a los halls europeos", recuerda. Y con esa idea finalizó todo su proyecto final de carrera, que envió a un grupo norteamericano que creía que encajaba con su visión de negocio. Y la ficharon. Estuvo con ellos cuatro años poniendo en marcha un nuevo hotel en Nueva York. "Encontré el sitio correcto con la gente correcta en el momento adecuado", afirma. Pero en 2012 recibió la llamada de su tío, que le contó que había conocido a unos inversores que querían abrir un hotel en la capital catalana y necesitaban a alguien que liderara el negocio. Se trasladó de Nueva York a Barcelona de nuevo. Pero, tras meses de gestión, el proyecto no se concretó. Miró-Sans decidió entonces "liarse la manta a la cabeza", recuperar su proyecto final de carrera y empezar a buscar edificios junto a Luis Rullán: "Mi mentor durante todos estos años y socio de Casa Bonay". El sitio perfecto En octubre de 2013, encontraron Casa Bonay, un antiguo edificio modernista que data de 1869. Fue levantado por Antonio Bonay, un empresario catalán dedicado a la industria maderera, en la Gran Via de les Corts Catalanes, número 700 (cerca de la plaza de Tetuán). Destinaron dos años y seis millones de euros para reformarlo como deseaban. Conservaron los suelos de baldosas hidráulicas Nolla y muchos otros de los elementos neoclásicos originales. Abrió puertas en febrero de 2016 con 67 habitaciones. Su ocupación media actual es del 85% y los precios por noche se sitúan en una media anual de 230 euros. La planta baja del hotel está ocupada por una de las claves del proyecto: Libertine, un espacio donde trabajar, pasar el rato o leer, y que se transforma, según el momento del día, de bar de tapas a brunch o coctelería, e incluso sala de música y baile durante la noche, un lugar habitual de encuentro de creativos y emprendedores donde se celebran multitud de actividades culturales durante el año. En los laterales del hotel se ubican el restaurante Bodega Bonay, con platos mediterráneos para compartir, y la cafetería TosTao, mientras que en la azotea se encuentra El Chiringuito. Todo con acceso tanto para clientes como para cualquier persona que se encuentre en la ciudad. Hotel Casa Bonay, en Barcelona / Jordi Otix Cuando inauguraron tuvieron muy buena acogida. "Pero enseguida vivimos cuatro años muy malos. Delante de la puerta del hotel montaban barricadas los independentistas y los clientes no podían salir. Las ocupaciones se situaron en el 30% durante mucho tiempo y, cuando parecía que se acababa, llegó la pandemia. Fueron años de perder dinero. Ahora se habla de auge del turismo pero los ciclos hay que tenerlos en cuenta desde el principio hasta el final", argumenta la empresaria. Hotel Casa Bonay facturó ocho millones de euros en 2023. Además del modelo de Bonay, Miró-Sans está desarrollando otro concepto de negocio en Palma, donde junto a su hermano, Enrique Miró-Sans, y otros miembros de la familia adquirieron la antigua casa museo del pintor Joaquim Torrents Lladó, un edificio histórico en el centro de Palma a un paseo de la playa y a otro de los Baños Árabes. Lo han bautizado con el nombre de Portella, como la calle donde se encuentra, y ha reabierto hace unos meses como hotel boutique de lujo, pero en este caso de concepto "familiar". Un establecimiento de cinco estrellas con solo 14 habitaciones. El Libertine, en Casa Bonay, es un espacio donde trabajar, pasar el rato o leer, y que se transforma, según el momento del día / Jordi Otix "Este modelo implica no abrir el hotel a la ciudad, sino todo lo contrario. Es un concepto de estar en casa, de vida interior. Cuando llegas al aeropuerto van a recogerte las maletas a la cinta transportadora y te llevan hasta el hotel. Desde que aterrizas, tu cabeza ya puede olvidarse de todo porque lo gestionamos nosotros. Es otra idea de wellness, que no tiene por qué ser siempre un chorro de agua", detalla. Un ejemplo de ello es que, en lugar de un restaurante abierto al público, se ofrece un servicio de cocina a la carta que se adapta a las peticiones de los clientes. En los últimos meses ha explorado proyectos en la Costa Brava y el Algarve que no se han acabado de materializar. Pero, en estos momentos, la empresaria tiene Madrid entre ceja y ceja: "Un movimiento natural muy fácil, que hacemos con mucho respeto, pero con el que nos sentimos muy cómodos". No se plantea abrir, por ahora, en ninguna ciudad que comporte diferencia horaria con España porque "hay ciudades cercanas donde hacer cosas interesantes como Atenas y Milán", asegura Miró-Sans. En la azotea de Casa Bonay se encuentra El Chiringuito / Jordi Otix

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