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  • CINE. El Cónclave más divertido y lujoso del Vaticano

    Concepcion del Uruguay » La Calle

    Fecha: 28/10/2024 00:52

    Hay algo hilarante y maravilloso en ver a actores que conocemos caminando con paso importante por una versión de estudio del Vaticano mientras visten el atuendo oficial de cardenal. Esa es la magia del drama papal de Edward Berger, “Cónclave”, o al menos parte de ella. El film es la historia de un grupo de cardenales que conspiran y contraconspiran mientras intentan elegir un nuevo papa, una historia seria pero muy divertida a la vez. Porque aunque captura el encanto del estilo del Vaticano, plantea un punto más serio: la Iglesia Católica debe cambiar, o corre el riesgo de volverse tan disecada como los huesos de un santo muerto hace mucho tiempo. Ralph Fiennes interpreta al cardenal Lawrence, un dignatario papal que, tras la muerte del Santo Padre, es responsable de reunir a todos los cardenales del mundo en el Vaticano para elegir un sustituto. Esta responsabilidad lo hace sentir miserable: no hace mucho, había tratado de escabullirse de su alabado puesto, alegando una crisis de fe (sobre la Iglesia, no sobre Dios). Pero el jefe le dijo que no. Ahora ya no hay forma de detener el flujo de cardenales que se apresuran a llegar a Roma desde todo el mundo. Aguardando la llegada de estos hombres alabados hay un ejército de monjas, que los reciben metiendo sus tabletas en bolsas de plástico; no debe haber contacto con el mundo exterior mientras cumplen con la sombría tarea de reemplazar al Papa. Estas monjas también actuarán como sirvientas silenciosas, llevando la comida de los hombres desde la cocina hasta la mesa con alegre aquiescencia. La monja principal es la hermana Agnes (Isabella Rossellini), que supervisa todo el trabajo de estas mujeres, asegurándose de que esté a la altura de los inalcanzables estándares de estos hombres tan importantes, así como del Señor Padre. Misión, valor y ambiciones La mayoría de los cardenales llegan con el deseo de cumplir su misión de la manera más responsable posible. Entre ellos se encuentra el cardenal Benítez (Carlos Diehz), que es originario de México y tan poco conocido que ni siquiera lo tienen en la lista de invitados. Pero otros están visiblemente buscando el trabajo. El hombre de confianza del Papa muerto, el cardenal Tremblay (John Lithgow), cree que es un candidato seguro, pero se puede decir que sus motivos son impuros por la forma en que mira con lujuria los anillos de oro y otras cosas de su ex jefe. El cardenal Bellini (Stanely Tucci), es mucho más humilde y mucho más liberal. También afirma que no quiere el trabajo, aunque tal vez ni siquiera él sea tan libre de ego como parece. Luego está el cardenal Tedesco (Sergio Castellitto), que se pavonea hablando latín como si fuera una lengua viva. Cree que la Iglesia se ha vuelto demasiado liberal; está dispuesto a hacerla retroceder unas décadas, o incluso siglos. Hay uno que es visto con evidente disgusto, el cardenal Adeyemi (Lucian Msamati), que es negro y su candidatura causa pánico entre sus colegas. A medida que comienza el proceso de selección, se reúnen solemnemente en la Capilla Sixtina para depositar sus tarjetas de votación blancas en una pequeña bandeja dorada. Escena tras escena, la intriga aumenta. Hay escándalos. Hay denunciantes que quizás son demasiado aficionados a la bebida y, por lo tanto, posiblemente no sean confiables. Incluso hay un ataque terrorista. En manos del cineasta Berger (ganó del Oscar por “Sin novedad en el frente”, en 2022), todo funciona de maravilla, hasta el sorprendente final de la película.

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