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  • Un profesor de la UNER ventila escandalosos hechos y dice: «No soy violento» – Entre Ríos Ahora

    Concordia » Entre Rios Ahora

    Fecha: 28/10/2024 00:21

    “No soy violento ni nunca lo fui”. De ese modo, el profesor universitario Luis Lafferriere –docente de la cátedra de «Economía» de la carrera de Comunicación Social de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER)- ventiló en su muro de Facebook graves hechos ocurridos hacia el interior de su familia y deja en incómoda situación a sus hijos. “Desde el año 2020 viví con Norma (mi ex esposa) una situación muy grave, ya que ella tuvo un ACV que le provocó varias intervenciones quirúrgicas y cuarenta días en terapia intensiva, con riesgo de vida. Superado el peligro de muerte, la trasladamos a nuestro hogar con cuidados intensivos a cargo de una empresa que brindó asistencia médica y cuidado de enfermeros las 24 horas todos los días. Luego tuvo hidrocefalia, que demandó nuevas intervenciones y la colocación de una válvula en su cerebro, y finalmente comenzó a reaccionar e inició una lenta pero sostenida recuperación”, comienza el relato. Luego, pondera lo que hizo en la asistencia a su pareja mientras transitó ese severo cuadro de salud. “La acompañé todos los días, sin parar ningún día durante casi cuatro años, la llevaba a pasear en silla de ruedas, la ponía a caminar de a poco, paseos en auto, algunos lugares cercanos, etc. Tanto las asistentes, como los familiares, amigos y vecinos fueron testigos de mi dedicación total y absoluta para que ella se recuperara, algo que parecía un milagro hasta para los médicos, y que muchos me decían que mi apoyo diario había sido y estaba siendo fundamental”, contó. Pero este año la situación cambió, según la mirada del docente universitario. Ocurrió en marzo. Dijo que con el ingreso de una nueva cuidadora para su exmujer “cambió de pronto el panorama, porque tuve con ella un acercamiento que fue más allá de la simple relación. Me gustó mucho su forma de ser, su carácter y su simpatía, y pronto iniciamos un romance, que se mantuvo en el más absoluto secreto, ya que acordamos que esa reserva era fundamental para que continuara mi apoyo a la recuperación de Norma y que ella no se viera afectada por esto. Pero al tiempo mis hijos, ante la sospecha de mis ausencias repentinas de mi domicilio a visitar a mi nueva pareja, me consultaron si estaba compartiendo con alguna cuidadora. Les respondí que sí, pero que lo mantenía en un total secreto para no afectar negativamente la recuperación de Norma”. “Al tiempo de esto –sigue el relato de Lafferriere-, pasado algo más de un mes, mi hija viajó a Paraná a fines del mes de junio, desde el lugar de su trabajo (Bolivia) con la intención de que la cuidadora dejara nuestro domicilio, invocando además que poseía fotos reservadas de nuestra relación, que las haría valer si yo me mantenía firme en mi decisión de que todo continuara igual. Ella denunció el hecho ante la empresa que brindaba el servicio y logró el retiro inmediato de la cuidadora de nuestro domicilio, lo que provocó una fuerte discusión con mis dos hijos por ese motivo. Eso llevó a que mi hija decidiera mostrar las fotos a Norma y revelar mi relación con Georgi, hecho que generó un cambio total y un impacto muy duro y doloroso para Norma. En ese momento mi hija pidió que la llevaría a Norma a dar una vuelta en auto por un rato, y desde entonces nunca más la volví a ver ni logré hablar con ella”. Y siguió: “Pero a las pocas horas de llevarse a Norma me comunicó por whatsapp que debía abandonar mi domicilio de calle Panamá, lugar de mi residencia y donde yo tenía prácticamente toda mi vida. Y tenía que abandonarlo al día siguiente. Le respondí que no lo iba a hacer, porque no había ningún motivo, y porque además no tenía cómo sacar mis cosas ni adónde ir a vivir. Me amenazó entonces que me sacaría con la policía, lo que por supuesto me hizo preocupar. Consultando a una abogada, me respondió que sólo una jueza podía determinar mi retiro y que no había causa para hacerlo. Pero por las dudas comencé a preparar ropa y otras pertenencias, sin saber qué iba a hacer ni adónde podía ir. Quedaba literalmente arrojado a la calle, súbitamente, y sin destino. A raíz de una denuncia con una calumniosa de mis propios hijos”. El relato abunda en más detalles. “Ante las nuevas amenazas de mis dos hijos, yo buscaba desesperado un lugar y aceleraba la búsqueda de cosas indispensables que debía retirar, incluyendo ropa abrigada, algunos papeles, mi compu y el escritorio. Allí aparece mi nueva pareja, mi querida Georgi, que me ofreció de trasladarme a su casa, con las cosas que pudiera retirar, algo que hice a las apuradas y como pude, en mi auto y con ayuda de algunos amigos. Al día siguiente y ya instalado en el nuevo domicilio, me llegó una comunicación con la decisión de una jueza, que me intimaba a abandonar el domicilio y mantenerme alejado por no menos de 500 metros del mismo, por un período de cuatro meses, al igual que prohibirme el acercamiento a Norma y sus hijos. Consulté cuál era la causa de esa medida, y aparecía una acusación contra mi persona por `violencia familiar` contra Norma, invocando supuestos malos tratos y abandono de parte mía, por la denuncia que habían efectuado mis dos hijos”. “El golpe emocional que sentí fue brutal. Jamás en mi vida fui violento con nadie, mucho menos con mi familia y mucho menos con Norma. Pero en especial, durante los últimos cuatro años me esmeré para tratarla como si fuera una reina, con total cuidado y esmero, y cuidando desde el más mínimo detalle cada cosa que necesitara, cada día de esos años, desde la mañana temprano hasta la noche, sin faltar ni un solo día”, señaló. Y continuó: “Mis dos hijos, que sabían más que nadie lo que hice y cargué sin problema sobre mis espaldas, mientras ellos hacían cómodamente su vida en otras ciudades, inventaron una calumnia para lograr que me expulsen de mi hogar usando una ley que no permite ningún tipo de defensa de la persona acusada. De nada valió que mi abogada presentara inmediatamente respuesta negando esos cargos y ofreciendo testigos que podían dar cuenta de la falsedad de semejantes calumnias (cocinera, cuidadora, vecino, amigos, familiar, etc). No existe en el mundo nadie que pudiera decir que yo maltrataba a Norma o que la había abandonado, pero no había vuelta atrás, y nunca más me dejaron hablar con ella”. De la Redacción de Entre Ríos Ahora

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