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  • El morbo del sepulturero

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 27/10/2024 03:04

    “La burguesía produce, ante todo, sus propios sepultureros” Carlos Marx y Federico Engels, Manifiesto Comunista Para enterrar a los muertos/ como debemos/ cualquiera sirve, cualquiera… menos un sepulturero”, rezan los versos de León Felipe en su poema “Romero sólo”. El poeta esgrimió esa declaración romántica, queriendo darle un uso distinto al dramatismo de estética shakesperiana. La tarea de enterrar al prójimo muerto no es inexorablemente mala, en todo caso un oficio necesario, salvo cuando se quiere sepultar lo que todavía vive. El elogio de la locura En política, al parecer, la labor del enterrador tiene poco de romántica, especialmente cuando el protagonista está acosado por los fantasmas de su propio desequilibrio. Ese desquicio trata Erasmo de Rotterdam en su “Elogio de la locura”, cuando, refiriéndose a la misma, dice: “Soy en todas partes absolutamente igual a mí misma, de suerte que no pueden encubrirme esos que reclaman título y apariencias de sabios y se pasean como monas revestidas de púrpura o asnos con piel de león”. "Javo compite con Cristina en la calidad de gobernantes sin empatía” Cualquier referencia a la actualidad argentina, no es pura casualidad, porque sí existen los que reclaman título y actúan con apariencia de sabios y se pasean como asnos con piel de león. La semana que pasó tuvimos a un presidente recargado en cuánto a sus expresiones (¿cuándo no?). En una entrevista realizada por TN, se despachó con “hay una parte de morbo. Me encantaría meterle el último clavo al cajón del kirchnerismo, con Cristina adentro”. Lo que no aclaró es si con Cristina viva o muerta, éste último caso haciendo una mimetización con la crítica hacia el ex ministro de Salud Ginés González García, a cuyo cadáver, todavía tibio, trató duramente. Javo no tardó en disculparse, aunque atribuyó a la destinataria de sus derrapes, una presunta incapacidad de entendimiento de lo que, jura, fue una metáfora. Si tuvo necesidad de aclarar, seguramente que lo suyo no estuvo muy claro. La ardua tarea cavar sepulturas Cómo sea, el primer mandatario ejercita la tarea de sepulturero en muchos frentes, en el institucional mandando a la hoguera a miles de empleados públicos, cerrando organismos del Estado (algunos con razón, otros de modo inexplicable), disminuyendo presupuestos a entidades que tienen que ver con la educación, la salud y la cultura. Algunos entierros son reales, otros metafóricos, algunos necesarios, otros opinables, muchos decisivamente persecutorios, cómo los mayores impuestos a sus enemigos (la prensa y los clubes de fútbol). El carácter selectivo puede verse en la jarana de los armadores de electrónica de Tierra del Fuego, que continúan enriqueciéndose sin pagar un peso de tributo, sistema que el enterrador mantiene con el argumento de “derecho adquiridos”. También resulta evidente la protección del poder hacia cierto sector de tabacaleras, que tiene reducido los impuestos en perjuicio de una libre competencia. “El sosías humano del topo es el enterrador de ilusiones” En alguna oportunidad se autodefinió como topo, el que destruiría desde adentro el estado; un animalito de Dios experto en hacer huecos y pozos que encuentran su sosías humano en la labor de los trabajadores del cementerio. Paradójicamente, cerrar organismos, despedir a empleados públicos, disminuir presupuestos de entidades muy importantes, no significa necesariamente hacer honor a la teoría liberal, porque si bien en algunos casos reduce el tamaño del Estado (en realidad está ahorrando dinero), a la vez está construyendo uno con mucho más poder de fuego en la vigilancia e intervención en la vida de la gente. Milei, no como Milei sino como presidente, se entromete en cuestiones decisivamente ajenas a su misión, caso del fútbol, que debiendo funcionar sin intervención estatal, mete presión para manejarlo a su gusto y paladar. Pasa lo mismo con la prensa, que quiere someterla aplicándole impuestos. Cómo prueba del objetivo de un estado al servicio de un partido y una ideología, es la contundente intimación del primer mandatario a los diplomáticos de carrera a renunciar si no tienen su mismo pensamiento en política exterior. A la par, incrementa la función del Estado gendarme, que trabaja por la seguridad de la gente, pero también en su vigilancia, no otra cosa dice la asignación de fondos siderales para la nueva Side. El morbo como motor del gobierno Sin embargo, hay un detalle que no debe escapar, que trasciende a su misión de enterrador y que se zambulle en la mente de quién tiene todo el poder para cambiarle la vida a cualquiera, para bien o para mal. Y eso es el morbo que le produce hacer de sepulturero. Si es por lo sexual y se mantiene en la privacidad, a nadie le importa, pero el morbo es un interés malsano por personas o cosas. Si describes a una persona como morbosa, quieres decir de que siente un goce patológico por las cosas desagradables, especialmente el sufrimiento y la muerte del prójimo. A confesión de parte, relevo de prueba. Si dice que siente morbo con ponerle el último clavo a un cajón de muerto, con una persona adentro, no cuesta mucho entender que también disfruta morbosamente con el sufrimiento de los despedidos, de los jubilados con haberes de miseria, de las universidades con presupuestos recortados (sin un estudio previo de su funcionamiento), tanto que en algunos casos lo festeja con un asado. “La lógica del aniquilamiento no es buen manual para un gobernante” A esta altura de los acontecimientos, podemos decir que a gran parte de los argentinos les interesa una reducción del Estado, la eliminación del déficit de las cuentas fiscales, el ordenamiento de la vía pública. Con ser ello cierto, creo que el gobierno es especialista en ajustes que tienen el límite de la planilla Excel, pero que muestra un raquítico conocimiento en las materias o áreas en las que está ajustando. Sabe poco de educación, poco de salud, con funcionarios de escasas luces que sólo funcionan con el combustible presidencial del recorte del gasto, sin un conocimiento acabado de la racionalidad de los mismos. Manejarse casi exclusivamente con la lógica del aniquilamiento, de la destrucción, es poner el carro delante de los caballos, porque hay que elaborar primero las propuestas de construcción de nuevas alternativas para luego demoler lo existente. Hasta el topo excava con perspectivas de construcción. Son animalitos expertos en hacer túneles, sí, pero dentro de ellos construyen habitaciones especiales, como camas y salas de parto. No como nuestro topo humano, que hace pozos para colocar un cajón de muerto, y festejar por ello.

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