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  • Rincón bomba: un genocidio “nacional y popular”

    Concordia » El Heraldo

    Fecha: 26/10/2024 22:42

    En el año 1947, las familias pertenecientes a las parcialidades Qom, pilagá, mocoví y wichi, que poblaban el denominado Territorio Nacional de Formosa (aún no era provincia, es decir que el gobernador se designaba en Buenos Aires) Fueron contratados por el Ingenio El Tabacal, de propiedad de Robustiano Patrón Costa en la Provincia de Salta para la cosecha de la caña de azúcar como todos los años. Esta daba comienzo en mayo, para lo cual debían trasladarse por sus propios medios. Dada la carecía de dinero y la negativa de las empresas de trasladarlos, debían hacerlo caminando cientos de kilómetros con mujeres, niños y ancianos, ya que todos fueron contratados. El acuerdo era que se les pagaría un jornal de 6 pesos. Cuando llegó el momento de pagarles se les dijo que, como la cosecha fue mala se les pagaría solo 2.50. El incumplimiento de lo acordado ocasionó la protesta de los trabajadores, a lo cual la empresa reaccionó despidiéndolos. Esto de por si significó una situación desesperada en los pobres trabajadores indígenas, que casi sin alimentos debían emprender el regreso con los bolsillos vacíos a pie nuevamente, buscando comida y un sitio donde asentarse. Resolvieron dirigirse a Las Lomitas, que estaba a 450 kilómetros de El Tabacal. Allí tenía asiento el Escuadrón 18 de Gendarmería Nacional adonde arribó esa multitud en mayo, buscando protección de las autoridades El gobernador designado era Rolando de Hertelendy, nombrado por el presidente Juan D. Perón, quien fue informado de la llegada de esa gente. Luego de .la llegada de ese famélico grupo humano se instalaron en un paraje cercano conocido como Rincón Bomba, atravesado por un cañadón seco a la espera de encontrar protección. El grupo era liderado por Tonkiet, un sanador a quien el pueblo le llamaban Luciano Córdoba y los caciques Oñedie, rebautizado como “Pablito” Navarro y Nola Lagadick. La población de Las Lomitas, era de unas 1.500 personas, casi todos gendarmes y sus familias. La presencia de Tolkiet y sus acciones sanadoras sobre la gente, atrajo a unos nuevos grupos indígenas que se sumaron al grupo y también se instalaron allí. La población llegó a ser de más de 7.000 u 8.000 personas. En un principio, la población del Escuadrón de Gendarmería, comandado por Emilio Fernández Castellanos se mostraron solidarios con los indígenas, proveyéndolos de comida y ropa, pero luego la situación se fue deteriorando entre los indios y las familias de los gendarmes por el continuo pedido de ayuda por parte de estos, en un sitio donde era difícil conseguir medicinas o leche. SITUACIÓN DESESPERADA La situación de los indígenas llegó a un grado de total desesperación por el hambre y el aumento la mendicidad. La gente comía cualquier cosa, sobras de comida, lo que conseguían en el monte, cazando ranas en los charcos, pero insuficiente como para su nutrición mínima. Hubo muchos casos de indigestión y disentería causada por el agua no potable y tres muertos, entre ellos el cacique “Pablito” Navarro. Finalmente, el gobernador se decide a intervenir poniendo en conocimiento al Ministro del Interior Gabriel Ángel Borlenghi, quien comunicó al presidente Perón de la situación. De inmediato dispuso el envío de tres vagones de ferrocarril con alimentos, ropas y medicinas. La carga llegó a Formosa, la capital, al delegado de la Dirección Nacional del Aborigen el “compañero” Miguel Ortiz. Pero casi dos semanas después, el “compañero” Ortiz, al mejor estilo Fernando Espinoza de La Matanza o Victoria Tolosa Paz con los guardapolvos, no había enviado la carga a Las Lomitas y algunos de los productos recibidos se vendían en los comercios de Formosa. Pero la situación conmovió finalmente al gobernador Hertelendy quien ordenó al Jefe de Policía que intervenga para que Miguel Ortiz envíe de inmediato la carga a Las Lomitas. A raíz de la intervención del Jefe de Policía la carga salió, aunque llegó solo uno de los vagones enviados por el Gobierno Nacional, pero con la mayor parte de los alimentos en mal estado por haber estado expuestos al sol durante 15 días. El deterioro de los alimentos causó una intoxicación masiva del pueblo pilagá y produjo la muerte de más de 50 personas especialmente niños y ancianos. La cantidad de muertos hizo suponer a los indios que la comida estaba envenenada o tenía “algún mal”. La influencia del sanador Tonkiet con cantos, danzas y conjuros se extendieron varios días. Algunos se curaron simplemente por su naturaleza más resistente, pero la influencia del sanador aumentó. REPRESIÓN La situación entre los pilagá y la gente “blanca” se deterioró y comenzó a correr el rumor de que los indígenas preparaban un “malón”, lo que hacía temer a la población de Las Lomitas y querían protección; a tal fin se reunieron con el Jefe del Escuadrón de Gendarmería, comandante Emilio Fernández Castellanos quien dispuso entonces un cordón de seguridad con unos cien gendarmes alrededor del campamento pilagá, para impedir el contacto con la población local blanca y colocando 4 nidos de ametralladoras en lugares estratégicos. La gendarmería comenzó a realizar allanamientos y a secuestrar las armas que tuvieran en su poder (antiguas escopetas, machetes y cuchillos). El día 10 de octubre de 1947 (hace este mes 77 años de esos hechos) todo estaba listo por parte de la gendarmería. Los datos existentes dicen que el cacique Pablito pidió hablar con el comandante Fernández Castellanos. El gendarme Teófilo Cruz relató ese momento: “Los gendarmes eran entre 300 y 400 y se entrevistaron en terreno abierto. Se escucharon descargas cerradas de disparos de fusil ametralladora, carabinas y pistolas, origen de un intenso tiroteo del que el comandante Fernández Castellanos ordenó un alto el fuego, pensando en que procedía de sus dos ametralladoras, lo que no fue así: el segundo comandante José M. Aliaga Pueyrredón, sin que nadie lo supiera, hizo desplegar varias ametralladoras en diferentes lugares del otro lado del cañadón seco, o sea a unos 200 metros de nuestra posición en medio del monte. Gendarme Teófilo Cruz De acuerdo a los testimonios de los sobrevivientes, la matanza y la persecución de las familias por el monte se extendieron durante semanas. Un número indeterminado de adultos, ancianos y niños, superior a 750 personas, murieron debido a las heridas, a la sed, al hambre y en otros fusilamientos. Durante la segunda mitad del mes de octubre se multiplicaron las capturas, se utilizó la violación como arma y se asesinó no solo a adultos sino también a niños “En los días siguientes, los pilagá fueron rodeados y fusilados en Campo del Cielo, en Pozo del Tigre y en otros lugares. Luego los gendarmes apilaron y quemaron los cadáveres. Según los abogados Díaz y García, fueron asesinados entre 400 y 500 pilagá. A esto hay que sumarle los heridos, los más de 200 desaparecidos, los niños no encontrados y los 50 intoxicados con los alimentos enlatados. En total, en aquellos tristes días murieron más de 750 pilagá. El sobreviviente Naeron (Pedro) testimonió en la causa penal que sus tios Cadona, Ensole, Saana y Tengoot fueron capturados en San Luis y llevados a Las Lomitas donde fueron fusilados y luego quemados por los gendarmes en un lugar que fue llamado Pozo Pilagá. La por entonces niña Katae relató que el grupo con el que huyó fue alcanzado cerca de Pozo del Tigre, siendo capturada junto a tres ancianos que fueron capturados y quemados vivos. Un vecino “blanco” de Las Lomitas, que era niño en es entonces, declaró en el documental de Mapelman que vio como los gendarmes descubrieron dos parejas pilagá que habían sido escondidos por una vecina “blanca” de Pozo del Tigre llamada Elena Veichoabe. Los detenidos fueron fusilados ahí mismo y quemados cuano aún se encontraban vivos. El testigo Piakqolek vio como fusilaban al hijo del cacique Kazimen, a una niña de 14 años y a Kalegaai. Mapelman en su película registró también el testimonio de Seecho’le (Norma Navarrete), quien presenció como el segundo comandante José M. Aliaga Pueyrredón le “perdonaba” la vida al grupo con el que estaba escondida, a cambio de violar a una niña de 14 años llamada Noenole El día 15 de octubre se sumó a la represión un avión Junker JU52 de la Fuerza Aérea (Patente T-153) equipado con una ametralladora, que permaneció en la zona de masacre hasta el 23 de octubre, dia en que regresó a su base en El Palomar. Antes de dirigirse a Las Lomitas, el avión aterrizó en Resistencia, donde se le instaló una ametralladora Colt 7.65, con cadencia de 600 disparos por minuto y se unió a la tripulación el comandante de gendarmería de la Zona Norte, Julio Cruz Villafañe. El 11 de octubre de 1947, un día después del primer fusilamiento, un documento confidencial y secreto del Ministerio del Interior firmado por Natalio Faverio. Director General de Gendarmería Nacional dirigido al Ministro Ángel Borlenghi informó que se había producido un levantamiento indígena y que se habían movilizado tropas por parte del Ministerio de Guerra a cargo de José Humberto Sosa Molina. La prensa argentina de alcance nacional (La Nación, La Prensa, La Razón, Critica, Noticias Graficas) colaboró en el ocultamiento, tanto durante el gobierno peronista como después de que el presidente Perón fuera derrocado en 1955. Todos repitieron que se trató de un “levantamiento” o “alzamiento indígena” y hablaron de un “malón indio”. Solo el diario El Intransigente de Salta publicó la existencia de rumore y testimonios de pobladores que indicaban que la Gendarmería Nacional estaba encubriendo una masacre. En 2006 peritos de policía científica hallaron los cadáveres de 27 personas pilagá cerca de Las Lomitas. Existe abundante literatura sobre estos trágicos sucesos para quien quisiera indagar un poco más. OBRAS. Octubre Pilagá Memorias y archivo de la masacre de La Bomba Valeria Mepelman Editorial .El Tugurio 2010 Rincón Bomba historia novelada del escritor formoseño Osvaldo Van Bredam La Hendija Ediciones 2009 Cicatrices del ayer Historia novelada. Doctor Pedro Barrios abogado formoseño

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