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  • Dalia Gutmann: de la locución a la comedia, cómo reinventó su carrera y qué sueños cumpliría con un millón de dólares

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 25/10/2024 04:31

    Casino - ¿Qué haría Dalia Gutmann con un millón de dólares? Dalia Gutmann es actriz, conductora, autora y locutora. Es reconocida por su estilo humorístico desenfadado. Su comedia se centra en situaciones de la vida cotidiana que se convierten en relatos que no solo generan risa sino también reflexión. Su capacidad para conectar con el público la ha posicionado como una de las humoristas más destacadas del país. Además de su carrera en los escenarios, trabajó como locutora y periodista en televisión. También incursionó en la literatura con Cosa de Minas, escrito junto a Ale Bavera, que fue llevado al teatro en formato de unipersonal. Otro de sus títulos es Tengo algo para decir, el cual inspiró su primer podcast, donde aborda diversas temáticas con su característico humor. En relación a su vida personal, está en pareja desde hace 22 años con Sebastián Wainraich y tienen una hija de 17 años y un hijo de 12. Actualmente, Dalia se presenta todos los jueves en el Teatro Maipo con su obra Tengo muchas cosas para hacer, que refleja una vida caótica y acelerada, una especia de catarsis sobre el estrés diario. Recientemente, llegó a Miami con su nuevo proyecto Experiencia Gutmann Dalia. Se trata de un espectáculo que reúne sus monólogos más populares y los nuevos. Dalia Gutmann: “Necesitaba risas en mi vida, así que me anoté en un curso de Stand Up”. (Diego Barbatto) Pollo: — Tenés una carrera de 20 años, ¿cómo empieza todo? ¿Siempre quisiste ser actriz? Dalia: — Estudié locución a los 22, me recibí y quería ser una buena locutora. De hecho, sufría un montón porque en ese momento en el ISER me retaban mucho por mis aros grandes, mi forma de ser atolondrada y cómo agarraba el micrófono. Era todo muy estructurado, entonces yo sufría mucho porque, como la historia de miles de personas, yo quería encajar en un modelo que no encajaba. Pollo: — ¿Y arrancaste trabajando de locutora? Dalia: — Cuando me recibí empecé trabajando como periodista, como notera en la calle, con temas de actualidad, me iba a Comodoro Py, a la morgue, tenía mucho de esos temas. En esas guardias, angustiadísima, me anoté en un curso de Stand Up. Pollo: — ¿Pasaste de Comodoro Py al Stand Up sin escalas? Dalia: — Claro. Lo hice porque necesitaba risas en mi vida y fue muy loco porque al toque que empecé a hacer monólogos humorísticos, en los que hablaba de lo que me hacía sufrir en la vida, la gente se reía. Pollo: — ¿Iba la gente a verte? Dalia: — En los primeros shows he actuado para cuatro o seis personas. Pero también había uno que era un sótano en donde entraban 40 y muy pronto me empezaron a pasar cosas muy extraordinarias, como por ejemplo que me llamaran de Colombia para ir a un festival. Pero yo tenía mi laburo de periodista y en un momento tenía que decidir: el periodismo y la vida más normal, por así decirlo, o la comedia, que en ese momento era raro ver una mina con mis características en la comedia. Pollo: — ¿Y ahí tomaste la decisión de irte al Stand Up? Dalia: — Seguía intentando laburar de locutora. En el programa AM en Telefé, Vero Lozano y Leo Montero fueron los primeros que me habilitaron a ser locutora y estar re loca. Siempre todos me decían: “Dalia no queda bien que hables así. ¿Por qué hiciste eso? No está bien”. Era mucho reto y ¿viste cuando no te dejan ser vos? “Quería encajar en un modelo que no iba conmigo y sufrí mucho por eso”, recordó Dalia. (Diego Barbatto) Pollo: — ¡Es horrible! Dalia: — Y ellos al contrario, me fogoneaban. Entonces, creo que ahí fue la primera vez que pude unir la comedia y la locución. Y ahora me dedico fuertemente a la comedia porque la amo. Pollo: — Sos de las pocas humoristas que son copadas arriba y abajo del escenario. ¿Por qué no es tan común eso? Dalia: — Es algo que estoy laburando un montón en mi vida porque registré en un momento que yo era mucho más copada arriba del escenario que abajo. Estoy acostumbrada a estar incómoda, sufriendo por algo siempre, preocupada. Soy muy del team preocupada y me di cuenta que quiero pasarla tan bien en la vida como la paso arriba del escenario. Pollo: — El público suele comprar al personaje y cree que los comediantes son todo el tiempo graciosos, ¿cómo te llevás con el contacto con la gente en la calle? Dalia: — Esto me lo clarificó en su momento Lino Patalano y yo lo siento muy así: el público es mi jefe. Más allá de que me interesan las personas, yo no puedo salir del teatro, decir hola e irme. Obviamente que si te ven saliendo de un velorio de un ser querido no vas a estar en tu mejor día, pero tengo muy en claro que mi jefe es el público y le doy mucha bola a eso. Siempre que termina un show, me quedo charlando, nos sacamos fotos, me quedo hablando y siento que es una parte del show ese final con la gente. A veces uno está medio gris, triste o preocupado por algo, pero en general trato de sentir que si yo estoy bien, va a ser contagioso. Pollo: — ¿En qué cosas te inspirás para los monólogos y las obras? Dalia: — Me anoto cosas todo el tiempo, todo el día. Estoy robándole a la vida cotidiana cosas que escucho y veo. Me pasa también que cuando la estoy pasando mal y estoy viviendo una situación que me está haciendo sufrir un montón, al otro día se me ocurre un chiste con eso que me pasó el día anterior. En el momento la sufro de verdad, pero ahí es cuando siento que gané. Pollo: — ¿Te pasan cosas todo el tiempo? Dalia: — Sí, soy muy intensa para todo y por eso estoy agotada. La maternidad, ser hija, ser laburante, todo me lleva una energía que no es normal... Pollo: — Te chupa (risas). Dalia: — Sí. Es como que lo tengo que dar todo y hablo mucho de eso en show. El Pollo Álvarez y Dalia Gutmann en el Juego del Millón. (Diego Barbatto) El juego del millón Con una valija llena de dólares, el Pollo le lanzó a Dalia una oferta irresistible: comprar todo lo que desea con el único requisito de que la plata no puede ser donada o guardada. ¿Cuál fue su elección? Pollo: — ¿Tenés un millón de dólares? Dalia: — Sí... En el alma (risas). Pollo: — ¿Qué te gustaría comprar? Dalia: — Voy a usar 200… No, 300. Vamos por 600, mejor. Pollo: — ¿Para qué? Dalia: — Para comprarme una casa con jardín y pileta. Pollo: — ¿No tenés hoy una casa con jardín y pileta? Dalia: — Vivimos en el pasado en un PH con jardín y pileta, pero ninguno de los dos es ávido para mantenerlos ni sabemos contratar gente para eso, entonces nos fuimos a un departamento. Pero en pandemia yo me convertí en una fanática de la jardinería. ¡Amo las plantas! Pollo: — Ya sabés entonces cómo cuidarlas… Dalia: — Sí, ya se. Ya estoy habilitada para tener jardín. Pollo: — Pero 600 mil dólares es mucho, ¿te vas a comprar la casa de Dios? Dalia: — Entonces voy con 500. Pollo: — ¿Y con lo que resta? Dalia: — Con 300 mil me compro un cine teatro. Pollo: — ¿Para hacer tu propio show o para manejar obras? Dalia: — Para que lo maneje otro. Yo voy a hacer mis shows, pero otra gente también va a actuar. También va a ser cine... Pollo: — ¿Da plata el teatro? Dalia: — No. Pollo: — ¿Y para qué te querés comprar uno? Dalia: — Por amor al arte (risas). Me regalaron este millón y hago lo que se me canta. La realidad es que en Buenos Aires hay teatros de 600 y de 100 personas, pero falta algo intermedio de 200, 300 personas. Con esos 300 lo compro, lo decoro, etc. Pollo: — ¿Y lo que resta? Dalia: — Lo que resta es para masajes, cocineros… Pollo: — ¿Cómo masaje? Si valen unos 20 mil o 30 mil pesos… Dalia: — Pero lo uso hasta la muerte, ¿entendés? Pollo: — ¿200 mil dólares en masajes? Dalia: — Masaje y cocineros. ¡Uh! Se me armó algo muy hot (risas). Pollo: — ¡Es una película porno eso! Dalia: — Que me cocinen todo lo que les pido con 100 mil y con los otros 100 mil masajes, pies, reflexología... Pollo: — ¿Masajes de por vida? Dalia: — Sí, tipo spa y es para comprar la comida también. En números La humorista se atrevió a responder el cuestionario y reveló intimidades en relación al sexo, las relaciones de trabajo y sus emociones. ¿Qué dijo? Pollo: — ¿Hace cuántos días no tenés sexo? Dalia: — Mi pareja estable, Sebastián Wainraich, está de viaje hace 20 días. Me parece que el día anterior al que se fue. 21 días. Pollo: — ¡Qué número! Dalia: — No, para mí no es grave. Pollo: — No, para mí tampoco. Yo lo festejo porque acá vienen muchos invitados que dicen cero y uno. Dalia: — No, cualquiera. Pollo: — ¿Cuántas veces lloraste en los últimos 30 días? Dalia: — ¡Ay! Yo tengo ciclos en los que lloro todo el tiempo. Ahora estoy en un ciclo más frío, donde no lloro tanto. Pero hace dos semanas me pasó una situación relacionada al ghosteo, pero laboral y la sufrí y lloré un poquito. Igual, soy muy pro llanto. Me parece que es malísimo reprimirte el llanto. Lo que pasa es que no lo podés hacer delante de todo el mundo, pero está buenísimo y aparte llorar te resetea. Pollo: — ¿Pero te dejó de hablar alguien? Dalia: — En realidad yo soy mi propia jefa y a veces apuesto a cosas que no salen como pensé que iban a salir, entonces estoy aprendiendo a ser jefa. A veces me ilusiono con algo que no pasa. Pollo: — ¿Te cuesta dar órdenes? Dalia: — No, es lo que menos me cuesta. Amo dar órdenes. Me cuesta sentir que lo dije mal, con eso me quedo re enroscada. A veces escucho los audios de cosas que pido y digo: “Ah, no lo dije mal. Lo pedí bien”. Pero amo dar órdenes, nací para dar órdenes. Es lo que más me gusta en la vida. Todo el tiempo lo hago. Fui madre para dar órdenes (risas). “Cuando la paso mal con algo, al otro día se me ocurre un chiste con eso”, explicó la comediante. (Diego Barbatto) Pollo: — No te tenía así… Dalia: — Lo tengo re laburado porque sí al principio me daba culpa, pero después hay laburos que no podés tener si no sabés dar órdenes. Pollo: — ¿Cuántas bombachas tenés? Dalia: — 28 mil. En el mundo de las chicas hay miles de modelos. Pollo: — Es cierto. Dalia: — De cada 10 que comprás están bien algunas, después las otros te defraudan… Pollo: — ¿Con decir bien te referís a la comodidad? Dalia: — Sí. No sé si a los hombres les pasa con el slip o bóxer que se te meta la bombacha ahí, que no tienen un elástico que haga tope, entonces te arruinan el día. Después llegas a tu casa y te la sacás con un odio. “¡Me arruinaste el día! Yo confié en vos, te compré”, le decís. Entonces esa bombacha pasa a estar en el extra del cajón. La tenés ahí, no la querés tirar porque es nueva, porque aparte salió cara porque quizás compraste una buena marca y la estás evitando todo el tiempo porque sabés que te puede arruinar el día. Pollo: — Pero está ahí… Dalia: — Claro. Entonces yo tengo, ponele, 36 bombachas de las cuales uso cinco que son el elenco estable. Mirá la entrevista completa:

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