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» Diario Cordoba
Fecha: 24/10/2024 14:59
José de Letamendi fue un médico y académico español del siglo XIX que reflexionó sobre la universalidad del conocimiento científico. Letamendi se refería al grado de saber que la medicina le concede a quienes la practican, un conocimiento integral de la vida. La medicina, para Letamendi, es el estudio de la vida en todo sentido. No sólo del conocimiento médico. La primera vez que leí el pensamiento de Letamendi me vino de súbito la imagen de Ramón Ribes Bautista, médico, abogado, escritor, deportista y noble amigo que ha fallecido hoy a la edad de 60 años. Una enciclopedia con piel, corazón y alma. Su voracidad por adquirir entendimiento era insaciable y sorprendía a quienes lo conocíamos. Era un devorador de datos y conceptos, y un generoso transmisor de conocimientos. Ribes, cuya pasión era sanar la vida exterior e interior de los demás por pura genética (su padre fue catedrático de Medicina en la Universidad de Córdoba), bueno, y el Real Madrid, se licenció también como médico por la Universidad de Córdoba, una preparación que en parte completó en Estados Unidos. Y no sólo desarrolló una personalidad científica, sino también humanitaria. Se licenció en tiempo récord en Derecho por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Formaba parte de su vocación por ayudar a quien lo necesitara. Ramón Ribes obtuvo el doctorado en Medicina por la Universidad de Córdoba y desarrolló la especialidad en Radiodiagnóstico. Fue un trotamundos de la bata blanca y el fonendo. Ejerció como doctor, siempre muy ligado al diagnóstico vía tecnológica, en el hospital Reina Sofía, en la empresa Resalta en San Juan de Dios y Cruz Roja, Sanitas y Melilla. Más que maletín, Ribes fue un doctor de maleta. Siempre preparada para conjugar de lleno el verbo curar. Su etapa de residente la llevó a cabo en Boston (EEUU) y ya médico afamado ejerció en hospitales de Arabia Saudí y Canadá. Dicen que el buen médico trata la enfermedad, y el gran médico trata al paciente que tiene la enfermedad. Ramón Ribes pertenecía a los del segundo grupo. Además de su carrera en la medicina y la abogacía, Ribes fue socio fundador de Ribes Imaging. También dejó un día en mis manos una tarjeta de visita con la firma ‘Serendipia’ como membrete, una empresa que se dedicaba a descubrir talentos y facilitarles el camino para crecer en la vida. Su fama internacional se prodigó como autor de diversos artículos científicos publicados en revistas internacionales con alto factor de impacto y de diversas comunicaciones orales en diferentes ediciones del Congreso Americano, Europeo y Español de Radiología. Podía presumir, además, de ser uno de los autores con más libros científicos editados por parte de la prestigiosa editorial alemana Springer. Los libros publicados para esa firma fueron una veintena y pertenecen a dos colecciones: Medical English (7 títulos) y Learning Diagnostic Imaging (8 títulos) además de Diffusion outside the Brain e Imaging for Pediatricians. Medical English, que fue el primer libro de la colección de inglés médico, es un bestseller. La colección Medical English está dirigida a profesionales sanitarios que quieran mejorar su inglés médico (que es el idioma de la ciencia) de una forma eminentemente práctica. Por su parte, los libros de la colección Learning Diagnostic Imaging están destinados concretamente a radiólogos. Era colaborador habitual en las páginas de Opinión de Diario CÓRDOBA, donde enfocó su pensamiento a temas de actualidad en distintos ámbitos. Una mañana le pregunté de dónde sacaba tanta energía para esa rica producción bibliográfica, un plus a su trabajo diario como médico, y me dijo “toda mi actividad docente es un homenaje póstumo a mi padre. He recibido tantas enseñanzas que siempre sentí la obligación moral de enseñar”. Fue tan buen hijo como gran amigo de sus amigos. Con el balón en los pies era un prodigio, que demostró en las categorías inferiores del Real Madrid, Algeciras y Córdoba CF. Iosu Ortuondo valoró su progresión y estuvo a punto de abrirle las puertas del primer equipo. Ramón era siempre el primer escogido en el ‘pares y nones’ que todos hemos empleado en los partidos de fútbol de nuestra infancia y adolescencia. En Córdoba quienes lo conocimos lo hicimos ya adolescente. Aunque gaditano de nacimiento, era puro cordobés en lo conceptual, porque de Séneca aprendió que “una de las cualidades más bonitas de la amistad verdadera es comprender y ser comprendido”. Ramón, nos vemos en el futuro, porque, como dice la marcha militar, la muerte no es el final.
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