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  • El jefe de bomberos del incendio de Valencia admite que la primera escalera falló, pero apunta a las deficiencias del edificio

    » Diario Cordoba

    Fecha: 22/10/2024 18:48

    El jefe de Bomberos del Ayuntamiento de Valencia, Enrique Chisbert, que ha comparecido este martes como testigo en la investigación judicial abierta por el incendio del barrio de Campanar del pasado 22 de febrero, en el que fallecieron 10 personas -tres de ellas menores de edad: dos hermanos de 8 días y 3 años y una adolescente de 14 años-, ha admitido que, en un primer momento, trataron la emergencia como un "incendio convencional". La razón, según ha dicho, es que les entró el aviso como "un incendio en vivienda en cuarta planta", por lo que "la respuesta a esa intervención fue de un incendio en vivienda convencional". Chisbert ha asegurado que eso condicionó que en los primeros momentos se aplicara el protocolo de extinción en edificios de baja altura y no el de gran altura, dado que se trataba de dos torres de 14 y 9 alturas comunicadas entre sí, aunque matizó que lo corrigieron "de una forma muy inmediata". El máximo responsable de bomberos, que ha llegado a afirmar que este ha sido "el peor incendio" de su vida y que "no hay ningún precedente con estas características ni en España ni en ningún país", ha desvelado que el edificio no tenía un "ascensor de emergencia" como el que marca el protocolo de inmuebles de gran altura. El de Campanar "daba directamente a un rellano, no a una dependencia especialmente protegida", por lo que no era utilizable como medio de evacuación en esta emergencia. El jefe de los Bomberos de Valencia, Enrique Chisbert, a su llegada hoy a los juzgados. / Germán Caballero La escalera protegida colapsó El responsable de los Bomberos municipales ha desgranado los fallos en la edificación que se fueron encontrando. En este sentido, acudieron creyendo que las características técnicas del edificio estaban reguladas por la norma de edificación de 2006 y no por la de 10 años antes, la del 96, a la que se le permitió que se acogiera porque el proyecto de construcción fue validado en 2005 a pesar de que entró en funcionamiento en 2008, al finalizar y entregar los primeros pisos. La diferencia según él, es sustancial, porque la de 2006 añadía importantes mejoras en la prevención de incendios y en su control arquitectónico una vez iniciado. En este sentido, Chisbert se ha acogido a que "tú presupones que hay una serie de elementos que van a funcionar, entre ellos las escaleras protegidas, que es un sector contra incendios" que garantiza la labor de la extinción, de la evacuación y de la protección de los moradores y de los bomberos. "Nunca hemos conocido nosotros ningún caso, jamás, nunca en el que una escalera protegida haya colapsado. Y esta colapsó al minuto cero desde que el fuego la acometió desde el exterior. No duró nada". Ese tipo de escalera (las dos que comunicaban ambas torres) no era de las "especialmente protegidas", pero sí "protegidas", por lo que al menos deberían haber resistido 120 minutos desde la entrada del fuego al interior. Y no lo hicieron. De hecho, incluso favorecieron la extensión del fuego desde el interior, ya que actuaron de chimenea de humo y gases ardientes. Ese tiempo, 120 minutos, es el que, ha dicho, deberían haber resistido también las planchas de aluminio con núcleo de polietileno que revestían la fachada y que fueron, ha explicado, el auténtico elemento de propagación a la fulgurante velocidad que se pudo ver en tiempo real a través de las redes y de los medios de comunicación de toda España. La evacuación que no llegó En cuanto al colapso de esa escalera interior, discutida por los abogados de las familias en los términos que ha expuesto Chisbert, ya que le han recordado que los bomberos que estaban dentro sí las usaron para bajar, ha sido el eje fundamental al que se ha aferrado el jefe de Bomberos para defender la actuación de sus equipos. Y también para aseverar que, de no haberse hundido, podrían haber evacuado a las personas que se quedaron en las plantas octava a la décima sin salir y que acabaron falleciendo en su inmensa mayoría por asfixia, por la inhalación de humo. Eso sí, cuando le han preguntado por la orden de confinamiento dada por los primeros bomberos que llegaron a la emergencia, en torno a las 17.45 horas de ese 22 de febrero, aseguró no tener conocimiento de la misma. La primera autoescalera de los bomberos falló Pese a señalar a las graves deficiencias y carencias del edificio desde el punto de vista de la prevención de incendios como responsable de la evolución del fuego, Chisbert se ha visto obligado a admitir fallos propios. El principal, cuando ha reconocido que los dos primeros vehículos enviados por los bomberos eran autobombas, ya que creían acudir a un incendio convencional en un cuarto piso, y que cuando enviaron la primera electroescalera de altura al ver las características de la emergencia, esta "falló" cuando la intentaron desplegar para atacar el fuego por la fachada. Afirmó no saber por qué no consiguieron abrirla, pero que se pidió una segunda escalera "que llegó en unos minutos", aunque no pudo precisar cuántos minutos después. No obstante, aventuró que ese fallo, que obviamente retrasó el ataque del fuego, no supuso, aseguró, una influencia importante ni en la extinción ni en la evolución del incendio porque, a su entender, no habría cambiado las cosas y en cuanto a la aparente falta de acción atribuida a los bomberos en los primeros momentos, ha argumentado que cuando llegan a una emergencia la actuación no es inmediata, han de evaluar la situación, decidir cómo atacar, desplegar sus medios y garantizar la seguridad de la extinción, lo que siempre consume un tiempo que parece más de lo que es. No se instaló columna seca Otro de los hechos admitidos por Chisbert es que no llegó a completarse la instalación de la columna seca (recursos hídricos del propio edificio como elemento de prevención de incendios, obligatorio por ley), la más aconsejable en incendios de altura, y que solo se empleó la propia (la que montan los bomberos con sus medios) porque les daba "más garantía de seguridad" y por "la evolución" del propio siniestro. El protocolo en edificios altos establece que se usen ambas, mientras que en incendios de edificios de baja y media altura, con la propia de bomberos es suficiente. En todo caso, fue muy crítico, porque comprometió la integridad de sus propios bomberos, con las deficiencias del inmueble, que en su momento se vendió como un ejemplo de modernidad y seguridad. Deficiencias muy graves Así, confirmó lo que ya se sabía: que no había (o no funcionó) la alarma antiincendios, que las dos torres no eran estancas entre sí salvo en los pisos 8º y 9º, que las escaleras no eran especialmente protegidas y que no soportaron el mínimo tiempo imprescindible antes de colapsar (en el incendio de la torre Grenfell de Londres, en 2017, pese a las similitudes, las escaleras sí aguantaron) y que las puertas antiincendios, que deberían haber compartimentado el edificio y confinado el fuego, no tiene claro que estuviesen cerradas o que funcionasen siquiera. En resumen, ha reflexionado que no entiende cómo es posible que las placas con interior de polietileno siguiesen estando en esa fachada después de conocer su riesgo y que el incendio de Campanar "debería obligar a las autoridades a cambiar la normativa".

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