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  • "Susurrando zambas": cuando el piano es un narrador de historias

    » La Capital

    Fecha: 21/10/2024 18:37

    Alejandro Tejeda ofrece una relectura de clásicos del folclore que lo marcaron en su vida, un proceso que comenzó en la pandemia y vio la luz en estos días Alejandro Tejeda está en su casa, ubicada cerca del río Paraná, pero en la apacible y bella Victoria , en Entre Ríos, donde eligió vivir hace muchos años. Está sentado frente al piano , en su estudio de grabación hogareño , y dice que de esa forma siempre suele esperar esa llamada misteriosa interior que le dicta o le indica "los objetivos a seguir" para que sus diez dedos se muevan sobre el teclado. El reconocido músico y ex gestor cultural acaba de presentar su último trabajo discográfico, "Susurrando zambas" , en el que ofrece su visión, acompañado nada más que por su instrumento, de las obras que le marcaron el camino desde la niñez en su Venado Tuerto natal y otras que fue redescubriendo con el paso de los años. A través de una video llamada en una tarde lluviosa, Tejeda habló con La Capital sobre el trabajo que volvió a situarlo en el radar de la música popular, al compás de una obra en la que reversiona a Cuchi Leguizamón-Manuel Castilla, Eduardo Falú-Jaime Dávalos, Hamlet Lima Quintana, Norberto Ambros, Alfredo Rosales, Ernesto Cabeza, César Isella, Horacio Guarany, e incluso presenta una composición propia, "Creciendo". En la música sería como un rondó. Yo empecé siendo músico en los 70, los 80. En los 90 fui docente de piano en la escuela Musimedios. También toqué el piano con mucha gente, en La Forestal, acompañé a varios cantantes. Tuve un grupo de folclore con Juan Perone. Hasta el año 2000 estuve tocando. Tuve un dúo de tango con Gabriel Data con el que grabamos un disco, que también está en Spotify (“Tangos y los días”). Y al entrar en la función pública dejé de tocar porque era incompatible ese trabajo con la actividad artística. En el 95, empecé en la Secretaría de Cultura. Fui director de Programación hasta el 2007. Después me fui a trabajar al gobierno provincial hasta 2019. Durante la gestión pública dejé de tocar ante audiencias, pero seguí haciéndolo para mí. Tocaba para mí, pero no al ritmo que venía haciéndolo anteriormente. La pandemia me ayudó a retomar el piano con más ímpetu y dedicación. Y gracias a Mariano Brawn, un productor y gran músico amigo mío, que me hinchaba para que grabara, nos pusimos a grabar. Sin su insistencia, apoyo y profesionalismo no hubiera grabado este álbum. También fue fundamental el apoyo de Acqua Records y Diego Zapico por la posibilidad de editarlo. Alejandro Tejeda03.JPG ¿Cómo fue la selección de estas zambas? Fue algo aleatorio. Empecé a recordar viejos repertorios que tocaba, muchas cosas de las peñas de la década del 80. Son todas zambas instrumentales, con piano solo. Algunas zambas las venía tocando y las rearreglé, y otras nuevas, que no tocaba y las fui descubriendo. Siempre traté de reencontrarme con la música desde las sensaciones, buscando ese espacio que hay entre la artesanía y el silencio, entre las texturas, las armonías, re escribiendo los temas a mi manera y a mi gusto, como si tratara de tocar al oído de la persona. Por eso se llama “Susurrando zambas”. Pretendo que sea un viaje musical donde el piano se convierta en el narrador de historias sin palabras". ¿Qué fue lo que te atrajo de esas obras? Algunas las conocía, pero las tocaba de otra forma. "La nostalgiosa", una zamba tradicional que no había tocado nunca, la descubrí hace diez años. Pero todas tienen un vuelo melódico muy importante y letras grosas. Por más que las letras no estén presentes porque son versiones instrumentales, siempre trato en lo posible de que esa simbiosis entre letra y música se vuelque en el arreglo. Decir con notas lo que no estoy diciendo en palabras. Eso es lo que busco yo, después el que recibe puede percibir otra cosa, por supuesto. Buscando sonoridades, texturas, silencios, a veces la melodía está, a veces no. El repertorio fue aleatorio. Fueron cosas que me sonaban del pasado y cosas nuevas. También desafíos como “Padre del Carnaval” porque nunca se me hubiera ocurrido hacerla instrumental. Es una zamba que tiene un ritmo más rápido que el de una zamba tradicional y una letra muy potente. Intenté, busqué, me llevó tres meses hasta que encontré lo que yo quería, y así quedó. Fue un trabajo de dos años, de sentarme todos los días al piano, tocar, buscar, escribir, escuchar, volver a hacer, grabar. ¿Cuándo fue el punto de partida para este álbum? Esto arrancó en la pandemia y empecé a grabar los primeros temas en 2021. Hace años me vine a vivir a Victoria y armé en mi casa un pequeño estudio de grabación. Trabajo en mi casa, y después Mariano (Brawn) en Rosario, produce. Sobre todo, trato de disfrutar el camino, el transcurrir de la grabación, más allá del resultado. Buscar los arreglos, los aires, los sonidos, sacar las melodías, la introducción. Se llega a la meta o al objetivo, pero que el camino sea placentero. Alejandro Tejeda.mp4 Recién hablabas de los arreglos y de las letras de las zambas ¿cómo trabajaste eso de suplantar letras por melodías? La letra tiene una musicalidad propia. Las sensaciones que me transmiten las letras trato de volcarlas en notas o a lo que, para mí, suena dentro mío. Después, el que escucha puede interpretar otra cosa. La simbiosis de la letra y la música en las zambas es muy fuerte, y darle en la parte instrumental es todo un desafío. Fue así: leyéndola, vi qué me transmitía musicalmente y jugué un poco con eso. ¿Quiénes son los referentes del folclore que más te marcaron? Tengo 67 años y toco el piano desde los 6 ó 7. Empecé en Venado Tuerto. Seguí en Rosario en la escuela universitaria de música con el maestro Aldo Antognassi, no me recibí. Los que me marcaron en esa época fueron Manolo Juárez, Cuchi Leguizamón (maestro de los maestros), Ariel Ramírez, Tucho Spinazzi, Dino Saluzzi, Eduardo Lago, Oscar Alem, Chango Farías Gómez. Toda esa movida de la que nos nutrimos en ese momento. En un tiempo también toque tango y desde ya Salgán, Piazzolla… >> Leer más: "Los tangos y los días", un lanzamiento del dúo Data-Tejeda veinte años después ¿Y cómo ves el folclore de hoy? A veces se habla de folclore melódico… Está raro el tema. Ahora parece que hay una bolerización del folclore, porque hay expresiones que se parecen más a ese género y hay otras que van más para el lado de lo tropical. No sé. Son búsquedas. No hago un juicio de valor sobre eso. También hay gente que está haciendo cosas interesantes y con búsquedas. El Negro Aguirre es un capo de Paraná, siempre intentando cosas nuevas en el género. En general, lo que se escucha no es lo que más me gusta. Son cuestiones del mercado y están más allá del deseo de uno. Alejandro Tejeda04.JPG ¿Qué pensás de la industria de la música?, que ha cambiado de una manera radical y casi no se editan discos en formato físico. Es todo un tema. “Susurrando zambas” no se editó en formato físico, está en las plataformas. Además de ser caro hacer un disco, ya prácticamente no hay donde escucharlos, ni los autos traen para reproducir cds. Todo se difunde a través de las redes. En cuanto a ese tema, el fenómeno actual de la música es algo complejo, porque hoy cualquiera con el tema de las redes sociales se viraliza y tiene millones de reproducciones. Y eso parece la panacea, y resulta ser algo efímero pero otros perduran en el tiempo... Está todo muy raro, sobre todo la inteligencia artificial (IA). Estuve experimentando un poco y se logran trabajos que suenan bárbaro. Pero qué pasa con todo eso. Estamos en una etapa de transición, todo esto desembocará en algún lado. A veces de un poco de miedo. El otro día, un amigo de Venado Tuerto me envió una letra. Me puse a jugar con IA e hice tres canciones en tres minutos, y sonaban de la ostia, con diferentes estilos, unos arreglos bárbaros. A veces hay temas editados y no sabés quién está cantando. Esto desembocará en algo, no sé dónde. ¿Cómo te llevaste con la función pública, siendo alguien que venía de la música y no de la política? Me llevé una buena impresión. Empecé en la función pública desde muy abajo. Primer trabajo fue coordinar un ciclo de rock en La Florida. De ahí fui creciendo y aprendiendo. Tenía muy buena relación con los artistas. Siempre con contradicciones, pero pensando en lo general hubo momentos difíciles, pero siempre tratamos de hacer. Y en ese tratar de hacer me tocaron cosas que me marcaron. El Tríptico de la Infancia, los galpones del puerto, la Casa del Tango, la Cumbre del Tango. Eso me dio un aprendizaje de producción y programación muy interesante que me sirvió mucho cuando estuve en el gobierno provincial. Seguramente cometí muchos errores, pero siempre traté de hacer, y en ese camino estoy tranquilo porque han tenido posibilidades muchos artistas de la provincia que han ido a Cosquín, que han grabado discos. Tengo buenos recuerdos. Además trabajar con Chiqui González tantos años, que es todo un desafío. Alejandro Tejeda02.JPG ¿Cómo ves los ajustes que el gobierno nacional quiere hacer en organismos de la cultura? Es preocupante. Pensar la cultura como un gasto es un error. Es una inversión. Por lo menos, es mi concepto y lo que hemos tratado de implementar. No sé en qué va a terminar todo esto. La cultura es resistencia y desde ese punto, no van a lograr desarticular todo lo que la cultura le da a la sociedad. Seguramente, en algún organismo habrá cosas malas, como en todos lados, pero tanto el Instituto de Cine como el de Teatro son necesarios. Le dan posibilidad a mucha gente, especialmente del interior que no tiene medios para montar una obra o hacer una producción. Entiendo al mercado, pero también hay cosas que están más allá del mercado y que el estado debe garantizar. Lo público, para mucha gente, es lo único a lo que pueden acceder; no hay que renunciar a eso. ¿Qué proyectos hay para después de Susurrando Zambas? El título salió de la letra de “La nostalgiosa” que dice “suspirando zamba” y se la cambié por susurrando. Ahora estoy en la etapa que se llama “vacío”. Es cuando uno termina algo grande y se pregunta ¿y ahora qué hago? Ahora estoy sentado frente al piano a punto de tocar. Estoy buscando nuevas metas, por donde va a salir. El año pasado hice un par de presentaciones en la Casa del Tango, con “Un piano para tres”, que estuvo bueno y tal vez lo reeditemos. Yo vivo en Victoria, y si bien voy a Rosario, estoy un poco aislado, si bien elegí estar acá. Tal vez presentemos el disco. Ahora estoy buscando el próximo objetivo. No sé cuál será. El viaje de Alejandro Tejeda Alejandro Tejeda comenzó sus estudios de piano en Venado Tuerto a los seis años, y una vez radicado en Rosario, en 1975, inició estudios del instrumento en la Escuela de Música de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. Desde 1978 desarrolla una carrera como músico profesional, a la par de su trabajo como gestor cultural. Pianista y tecladista, conformó el Trío Tejeda a principios de los años 80 junto al percusionista Juancho Perone y el flautista Hugo Vitantonio, reinterpretando el foclore nacional. Trabajó desde entonces en diversos grupos musicales y acompañando, entre otros, a Enrique LLopis, Caio Viale, Susana Celestino y Cecilia Petrocelli, con quienes registró trabajos discográficos. También participó de la puesta en escena de la obra “La Forestal”. Conformó un dúo con el guitarrista Gabriel Data, con quien grabó y publicó el disco Los Tangos y los Días (editado en 2017), con producción de Gastón Bozzano. Como docente, entre 1978 y 1990 fue profesor de música, específicamente de órgano, y director de la Academia de Música Yamaha Filial Rosario. En 1982, siendo director de la misma, fue becado por Yamaha Music Foundation para estudiar en Tokio (Japón) un sistema de enseñanza de música para niños, y fue designado instructor general de ese sistema. De regreso al país, dictó seminarios en todas las Academias Yamaha. En la década del 80 fue fundador de la Escuela Musimedios (en ese momento conocida como Escuela de Música del Sindicato de músicos de Rosario) y titular allí de la cátedra de piano desde 1992 hasta 2019. Además de su actividad como músico, Tejeda ocupó entre 2007 y 2019 puestos clave en el Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe, durante las sucesivas gobernaciones del Frente Progresista (iniciadas por Hermes Binner y seguidas por Antonio Bonfatti y Miguel Lifschitz). Allí estuvo a cargo de las estratégicas secretarías de Innovaciones Culturales entre 2011 y 2015, de Programación Sociocultural y Educativa, y finalmente la Secretaría General de Programación entre 2015 y 2019. Santa Fe fue la primera provincia en elevar a rango ministerial la gestión cultural pública y durante esos doce años —de manera particular desde las secretarías apuntadas—, se registró y verificó una profunda transformación en materia de infraestructura y desarrollo territorial, a través de programas que recorrieron casi la totalidad de las localidades y ciudades santafesinas.

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