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  • San Rafael

    » Diario Cordoba

    Fecha: 21/10/2024 18:02

    Tres días más contados quedan hasta que llegue el de San Rafael, una de las grandes fiestas de Córdoba junto a la Virgen de los Dolores y la Virgen de la Fuensanta. Durante los veintiséis años que estuve trabajando en el colegio «Teresa Comino» de Villafranca, me sentía invadida por la nostalgia al recorrer con el coche las calles desiertas de una ciudad aparentemente dormida -la actividad bullía en el interior de las casas- a la que abandonaba para cumplir con mis obligaciones. Empezaba a rememorar entonces escenas de mi infancia, cuando era frecuente ver a los chicos de las confiterías sosteniendo en la palma de una sola mano enormes pastelones por encargo, que llevaban como agasajo a los domicilios de los rafaeles. Buen momento este, para felicitar a las rafaelas, rafalitas y rafis; a los rafaeles, rafalitos y rafas. Tienen suerte los que llevan un nombre popular y pasan un día espléndido recibiendo felicitaciones. Efectivamente, la calma de la ciudad el día de San Rafael es solo aparente, porque casi todo el mundo está implicado en actividades extras para las celebraciones, que pueden ser en las casas, aunque lo suyo de verdad es irse de perol llueva o no llueva, aunque todos los pronósticos indican que no va a llover. Casi todo el mundo tiene parientes o amigos con parcela y quienes tienen una parcela, suelen tener también un cobertizo protector a salvo de viento y agua, donde poder instalar el paellero, esa especie de trébede alta que funciona con gas butano y dispone de varios círculos que se adaptan al diámetro de cualquier paella o perol. Casi todos los aficionados tienen su propio kit perolero, con el que se sienten seguros de controlar tiempos y fuegos. Por cierto, que el perol no tiene por qué ser de arroz, siempre sometida su ortodoxia a discusión; puede ser de migas, de potaje, de rabos de toro o una caldereta de cordero; porque el perol, que tiene antiguos orígenes gremiales, constituye un acontecimiento social, un acto de convivencia, una reunión bulliciosa y alegre para todas las edades, amistosa o familiar o ambas cosas. Se sale al campo o al exterior de la casa, se elige un lugar cómodo y apropiado, se guisa y se come lo guisado. Mientras se guisa se toman los aperitivos y se bebe buen vino de la tierra. Todo rodeado de charla, de chistes y de juegos -el dominó es el preferido-. Hay quienes prefieren dar largos paseos. También tiene su gracia quedarse en casa. Algunos rafaeles -rafaelas- prefieren ir recibiendo las visitas de unos y otros, compartiendo con ellos los pastelones, que ya no se ven tanto por la calle, pero que existen. Suscríbete para seguir leyendo

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