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  • Una llamada de la policía

    » Diario Cordoba

    Fecha: 20/10/2024 14:12

    Construir un mundo es complicado. No se hace en seis días y al séptimo se descansa, como nos cuenta la Biblia. Se necesitan muchos más días, muchas horas, paseos en bicicleta con tu marido, amante de la naturaleza, tener tres hijos, educarlos, levantar un hogar ladrillo a ladrillo, tejer un matrimonio con sus discusiones, sus cenas de aniversario, sus tardes tranquilas y sobremesas de cabezada y café. Durante esos cincuenta años, lo único malo para Giséle Pelicot quizá haya sido ese malestar con que se levantaba por las mañanas, los olvidos, todo eso que ha preocupado a sus hijos hasta el punto de pensar que tenía alzhéimer. Pero no. Todo ese esfuerzo se viene abajo en el instante en que la policía llama a su casa para decirle que su marido, con el que ha construido un mundo, es en realidad un violador, un enfermo, un tipo execrable capaz de drogarla y ofrecerla como víctima a otros tipos igual de execrables durante diez años. No hay novela que supere este argumento y sus ramificaciones, porque... qué contar, por dónde empezar a hacerlo. ¿Miramos al marido que fue descubierto por casualidad mientras grababa a mujeres en un centro comercial? ¿O a los archivos de las violaciones a su mujer que guardaba en un disco duro bajo el título de Abusos? ¿O a los cincuenta y un violadores acusados, de los más de setenta que acudieron a la llamada? O podemos empezar con las variantes del adjetivo normal, porque todos eran normales, solteros, casados, divorciados, con trabajo, con hijos. Solo unos pocos tenían antecedentes. Algunos están arrepentidos, otros creen que no era violación porque era el marido quien la ofrecía. Pero solo dos se negaron a hacerlo. Y ninguno lo denunció en comisaría. O quizá nos centremos en Giséle Pelicot, la víctima, esa mujer que ha querido un juicio público porque no tiene nada de lo que avergonzarse. La vergüenza debe cambiar de bando, ha dicho su abogado. Como frase inicial es perfecta, pero luego cómo explicamos el horror, cómo se ha desayunado tantos años al lado de un marido que te ha grabado mientras otros hombres te violaban o por qué no se ha notado nada, un temblor, un gesto, algo que delate al monstruo con el has convivido cincuenta años. Con sus tardes, su paseo en bicicleta, su café... toda la normalidad del día a día que se desmorona cuando escuchas al otro lado del teléfono a la policía que te explica quién es en realidad tu marido, qué te ha hecho durante estos años, o cómo se reduce a escombros el mundo que tanto te ha costado construir. Suscríbete para seguir leyendo

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