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  • «Estamos en un momento crítico para la sanidad pública»

    » Diario Cordoba

    Fecha: 20/10/2024 13:26

    Hijo Predilecto de Andalucía y responsable del primer trasplante de pulmón de la comunidad autónoma, quien fuera jefe del servicio de Cirugía Torácica en el Hospital Reina Sofía se jubila tras cuatro décadas de trabajo en favor de la sanidad. ¿Cómo se siente ahora que ya está jubilado? No me gustaría haberme jubilado, en absoluto, pero llega la hora y hay que pasar la página y simplemente dedicarme a otras aficiones, aunque nunca dejaré de ser médico, jamás. De hecho, sigo estudiando y continúo con mi faceta en Bioética, pero también voy a dedicarme a lo que antes le he robado mucho tiempo, a mi familia, a mis amigos. Tengo varias aficiones, la literatura es una y la música es otra; voy a retomar el violín y, sobre todo, voy a colaborar con dos oenegés. Mencionaba al entrar por los pasillos del hospital la palabra nostalgia... Sí, yo siento nostalgia por el hospital, echo muchísimo de menos el hospital y tengo una sensación agridulce. Me parece que cuando me levanto voy a irme al hospital de forma inmediata y me cuesta todavía adaptarme un poco a mi situación actual, pero no creo que sea inteligente aferrarme a algo que ya, por ley, no puedo volver a hacer. Hablaba de su afición por la literatura, ¿va a escribir algún libro? Es posible que escriba para mi círculo de amistades y familia alguna memoria de toda mi vida. Es posible, lo tengo en mente. ¿Deja al equipo de Cirugía Torácica en buenas manos? En magníficas manos. El doctor Antonio Álvarez Kindelán es un gran cirujano, una gran persona, y yo creo que el equipo va a ir mucho mejor que conmigo. Él estuvo en el primer trasplante circulando por el quirófano porque era R1 en ese entonces. Me dijo que siempre pensó que él sería incapaz de hacer un trasplante y ahora lo hace de maravilla, de una forma rapidísima, es un tesoro para este hospital. La verdad es que es un equipo del cual uno se puede sentir muy orgulloso. Sobre todo el ambiente es fantástico, es como una familia y eso siempre ha sido mi principal objetivo. Ángel Salvatierra, médico cirujano / Manuel Murillo Ha mencionado ya el hito del primer trasplante de pulmón en Andalucía, ¿qué recuerda de ese día? Lo recuerdo como un día muy emotivo y altamente exigente. Yo fui a por los pulmones a Almería, eran de una chica embarazada con muerte cerebral. Extraje los pulmones y hubo un problema, que había una niebla tremenda y no se pudo aterrizar en Córdoba, hubo que aterrizar en Sevilla, y de ahí ir en ambulancia hacia Córdoba. Eso para los pulmones es nefasto, porque el tiempo de isquemia, el tiempo en el cual el pulmón no está conectado a un organismo, es un tiempo en donde el deterioro es muy rápido, sobre todo en el pulmón. Pero, luego, cuando llegué, todo transcurrió con muchísima normalidad. Y fue uno de los trasplantes más sencillos que yo he hecho en mi vida. Tal vez porque la naturaleza lo puso así para animarnos. La montillana María Ángeles López fue la paciente... Sí, y fue hace ya 31 años. Los pulmones, desgraciadamente, no duran tanto. La tuvimos que retrasplantar al cabo de muchos años y finalmente falleció, pero vivió durante mucho tiempo con una muy buena calidad de vida, que es el objetivo de este tipo de pacientes. La supervivencia ha ido aumentando a lo largo de los años. De hecho, yo tengo pacientes trasplantados de aquella época que aún viven, porque las posibilidades de deterioro por rechazo van disminuyendo con la edad y con los nuevos fármacos. La donación de órganos en Córdoba es la mayor, probablemente y por densidad de población, del mundo ¿Era consciente en ese entonces de lo que significaba? Es que el paciente que espera un trasplante de pulmón es un paciente muy especial. Porque si bien en todos los órganos los pacientes notan el déficit, en el pulmón es extremadamente manifiesto. El no poder respirar, el no poder ir a dar unos pasos, eso es tremendo, es un sufrimiento indescriptible. El poder ofrecerle a esos pacientes una solución, una esperanza, no solo de vida sino de calidad de vida, es algo que para un médico es su objetivo, es lo que uno siempre ha soñado, es común a todo médico que tenga verdadera vocación. ¿Qué es la vocación en la medicina? La vocación en la Medicina es vivir para lo que se hace, es tener una tremenda actitud, una tremenda ilusión por ayudar a los demás. En otras profesiones se dice que se está perdiendo, ¿en la Medicina también? Desgraciadamente, es verdad. Sí hay menos compromiso, vemos menos ilusión. El médico en España probablemente no esté lo suficientemente bien tratado desde el punto de vista de reconocimiento económico, sobre todo en lo que es la Medicina pública. Y entonces probablemente sea culpa de generaciones anteriores el no saber transmitir esa ilusión, ese compromiso. Lo cierto es que ahora preguntan más por si se libra después de una guardia, te preguntan más por el horario que por el trabajo en sí y eso es lamentable. Las administraciones tienen su parte de responsabilidad... Sin duda. Es difícil mantener un sistema público de salud en el momento actual, por muchos motivos. Uno de ellos es el envejecimiento de la población y otro, que los productos sanitarios, los medicamentos, la instrumentación, todo eso cada vez es más costoso y es más necesario para ofrecerle a nuestros pacientes la mejor medicina. Los impuestos ya están suficientemente elevados como para subirlos, entonces se necesita una gran deliberación a nivel de todos los implicados para ver qué hay que priorizar, cuáles son los graves problemas y cómo podríamos solucionarlos. Desgraciadamente, esta deliberación con todos los implicados últimamente no se da. Creo que estamos en un momento crucial, en un momento crítico para la Medicina pública. ¿La sanidad pública peligra? Yo creo que desgraciadamente sí peligra. Hay sectores como la Atención Primaria, que clama al cielo el hecho de tener que esperar días para una consulta cuando el paciente está agudamente enfermo desde el momento en el que solicita la cita. Las urgencias se saturan y hay una insuficiencia. Entonces hay que empezar por la Primaria, pero sin olvidar la hospitalaria, no deberíamos de distinguir una de otra. La vocación en Medicina es vivir para lo que se hace, es tener una tremenda actitud, una tremenda ilusión por ayudar a los demás ¿Habría que gestionarla de otra manera? Sin duda. Vemos que nuestros políticos lo que hacen es atacarse entre ellos y no hay una decisión de deliberar para ver qué es lo mejor para el ciudadano. Echamos de menos a políticos con vocación, porque no se prestan a escuchar, ni a la sociedad ni entre ellos. Hay una polarización y no se busca el bien común, sino triunfar y llevar a cabo políticas que se verían muy enriquecidas si se escucharan entre ellos y escucharan lo que dicen los otros para ver cuál es la verdad y legislar para todos, no para los de derechas o izquierdas, para todos, y eso no se hace. Estamos en una época donde se miente claramente, pero no ocurre nada, no le perjudica al mentiroso, y eso es síntoma de una sociedad que no está bien. Contra eso debemos luchar, no debemos permanecer callados, no debemos seguir votando al que te miente descaradamente. En esto no hay colores, porque parece que la mentira está anidando en una gran parte de la política. Debemos manifestar nuestro rechazo y disconformidad absoluta, porque no ofrecen el servicio que deberían, solo persiguen mantenerse en el poder y atacar al contrario. Tenemos que hacer lo necesario para que cambie y castigar al que nos miente. A pesar de las deficiencias, España puede presumir de su sanidad pública... Yo creo que la sanidad es la joya de la corona. El hecho de tener una sanidad pública que no distingue entre raza o economía, no todos los países pueden decir lo mismo. En Estados Unidos hay 40 ó 50 millones de personas que no tienen ninguna cobertura y es una desgracia el no poder acudir al médico porque no se tiene dinero. Es lamentable, es injusto, es inhumano. ¿Cómo han cambiado los trasplantes en el Reina Sofía? La donación de órganos en Córdoba y provincia es la mayor, probablemente y por densidad de población, del mundo, lo cual dice mucho de la Coordinación Autonómica de Trasplantes y de la Organización Nacional de Trasplantes. Además, la población cordobesa, la población andaluza y la población española, en general, es tremendamente solidaria y está consciente de lo que significa donar un órgano. El trasplante no ha cambiado demasiado, lo que sí ha cambiado es el sostén para el paciente, tanto los cuidados preoperatorios como los perioperatorios, los cuidados intensivos, lo que es la anestesia, los métodos para mantener al paciente mientras el órgano aún no funciona lo suficientemente bien. Todo eso sí ha variado mucho y ha repercutido en lo que es la supervivencia, tanto a corto como a medio y largo plazo. El hospital cordobés mantiene su prestigio en esta materia... Absolutamente. Además, yo creo que la curva de supervivencia de la mayoría de los órganos, por no decir de todos, ha crecido enormemente y hoy día podemos decir que, por ejemplo, en el pulmón, la supervivencia a medio y largo plazo supera a la del registro internacional de trasplante pulmonar. Es decir, que el paciente andaluz puede estar muy tranquilo porque la supervivencia que se va a lograr con él es muy buena. Defiende mucho humanizar la sanidad, ¿es poco humana la medicina en España? Siempre nos ha faltado humanidad. Creo que debemos insistir en que el paciente, primero, es persona. Una persona en una fase delicada de su vida, muy vulnerable, que ve amenazada su vida o la función de alguno de sus órganos. Entonces, el médico tiene la gran suerte de que una persona se ponga en sus manos y le ofrezca confianza y confidencia. Y eso, confianza y confidencia, es sinónimo de amistad. Una amistad clínica. Uno tiene que implicarse en todas las facetas de ese paciente, hay que ofrecerle ayuda de todo tipo y no solo la técnica, sino ofrecerle esa confianza para que se sienta apoyado, que sienta que el peligro es menor. ¿Cómo se consigue? Hay que implicar a todos los que intervienen, desde la administración hasta las universidades. Yo en mis clases hago muchas digresiones en este sentido. Me importa más la faceta humanística o la ética de los que se están formando que una determinada materia médica, porque si no se empieza con una humanización de tu asistencia y una perspectiva ética, difícilmente se va a conseguir el resto. No podemos mentir al paciente, pero desde luego lo que no podemos ser nunca es cruel con alguien que tiene un mal pronóstico. Jamás. Siempre vamos a estar ahí para apoyarle, para ayudarle, para que él nos cuente cómo está o qué necesita. ¿Cuál ha sido el mejor momento que ha vivido en el hospital? Hay muchos momentos, y o creo que la mayoría han sido agradables. Qué duda cabe de que cuando un paciente no va bien es algo muy duro. No es verdad que puedas quitártelo de la cabeza de una manera absoluta. Es innegable que te lo llevas contigo y yo creo que eso no es malo, es bueno que sintamos esa compasión, pero de verdad. Compasión es sufrir con el paciente y eso es inevitable, va pegado a la vocación y tiene que ser así. Uno cree siempre que ha podido hacer más, pero mentiría al decir que no me siento orgulloso de lo que hemos hecho entre muchos, nunca lo he hecho solo, porque el trabajo individual no es tan eficaz, el equipo ha hecho cosas buenas para los pacientes y la sociedad. Me siento orgulloso en común, del trabajo de todos. Suscríbete para seguir leyendo

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