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» Diario Cordoba
Fecha: 20/10/2024 13:25
El aguilarense Nicolás María Alberca Torres ha sido canonizado en el Vaticano este domingo en presencia de los párrocos aguilarenses y de unas 50 personas que se han trasladado desde Aguilar y Córdoba para vivir en primera persona ese momento. Paralelamente, en torno a las diez de la mañana, en la localidad de la Campiña Sur, repicaban las campanas y durante la noche se celebrará una misa de Acción de Gracias en la parroquia del Carmen recordando la canonización en Roma. Hay prevista otra misa de Acción de Gracias el primer domingo de noviembre en la Catedral de Córdoba. Durante la ceremonia el Papa Francisco ha usado la fórmula en latín para proclamar su santidad y pedir que fuesen inscritos en los libros de los santos de la Iglesia. "Continuamos la obra de Jesús en el mundo. Bajo esta luz podemos recordar a los discípulos del Evangelio que son hoy canonizados. A lo largo de la agitada historia de la humanidad ellos fueron siervos fieles, hombres y mujeres que sirvieron en el martirio y la alegría", dijo, según informa Efe, el pontífice en la ceremonia de canonización en la plaza San Pedro del Vaticano, ante los fieles. Junto a Nicolás María Alberca, han sido canonizados los españoles Manuel Ruiz López, Carmelo Bolta, Nicanor Ascansio, Pedro Nolasco Soler, Francisco Piñazo Peñalver y Juan Fernández. Además, ha sido canonizado el austriaco Engelbert Kolland. En esta ceremonia han sido canonizados también los laicos maronitas Francesco Massabki, Mooti Massabki y Raffaele Massabki, tres hermanos de Damasco vincualdos a la comunidad de franciscanos. Asimismo el Papa ha proclamado santos al presbítero italiano Giouseppe Allamano y a la italiana Elena Guerra. El beato Nicolás Alberca, como se le conoce en el pueblo, nació el 10 de noviembre de 1830 en el seno de un hogar profundamente cristiano y fue el octavo hijo de diez. Este beato aguilarense, misionero franciscano y mártir, cursó la educación Primaria en Aguilar, pero abandonó los estudios y comenzó a trabajar para cubrir las necesidades familiares. Delegación cordobesa, a su llegada a Roma. / CÓRDOBA Alberca deseaba ser sacerdote, por lo que frecuentaba los sacramentos, leía el Año Cristiano y se entusiasmaba por las vidas de santos y mártires. Por consejo de su confesor, ingresó en el noviciado de los hermanos del Hospital de Jesús Nazareno en Córdoba y, poco después, el mismo Hospital lo envió a Madrid, donde vivió algo más de dos años. Nicolás Alberca fue admitido en la Escuela de Cristo y comenzó el noviciado e hizo la profesión religiosa en un convento franciscano de Priego, en Cuenca. Allí realizó estudios de Filosofía y Teología. Viaje sin retorno A principios de 1859 partió para Tierra Santa sin despedirse de sus familiares aguilarenses por la premura del aviso. El 19 de febrero llegó a Jaffa y dos días después entraba en Jerusalén. Allí fue destinado a Damasco para estudiar la lengua árabe y se encontró con sus compañeros de martirio. En Damasco todos se tuvieron que enfrentar a una gran persecución del sultán otomano Abdul Megid a las comunidades cristianas. En el centro, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, antes del acto. / CÓRDOBA La persecución comenzó en las montañas de Líbano. Durante la noche del 9 al 10 de julio la residencia franciscana fue asaltada y todos los que estaban allí fueron asesinados, incluido Nicolás María Alberca, que falleció el 10 de julio de 1869 en Siria con menos de 30 años. Alberca fue beatificado junto con los 11 mártires por Pío XI el 10 de octubre de 1926, conmemoración que se celebra el 10 de julio con el título de los Mártires Franciscanos de Damasco. Las huellas del santo En Aguilar quedan numerosas huellas de Nicolás María Alberca como una lápida en la parroquia de Santa María del Soterraño; la pila bautismal en la que fue bautizado, que sigue intacta; la casa donde vivió; y una iglesia y una asociación con su nombre. Su casa está ubicada en la calle que ahora lleva su nombre. Durante años, para conmemorar la fecha de su fallecimiento, se han celebrado cultos y ha salido el 10 de julio una procesión que pasa por la casa en la que vivió. Parte de la comitiva que se ha desplazado a Roma, el sábado- / CÓRDOBA El colegio diocesano Jesús Nazareno de Aguilar ha trabajado recordando la vida y obra de este santo, incluso creando la canción en torno a la figura del aguilarense, Yo tengo un amigo que se llama Nicolás. Por otra parte, la comunidad de carmelitas descalzas de Aguilar aún conserva dentro de la clausura una carta del beato dirigida a su madre, cuando estaba en Damasco, así como un trozo de su sayal o capa. Estos elementos se conservan en buen estado. Según cuentan las madres mayores de las descalzas, se conserva, además, en la huerta el arbusto que había plantado el mismo santo. Hay que recordar la relación cercana que Nicolás María Alberca tenía con las carmelitas descalzas de Aguilar, ya que una de sus hermanas pertenecía a esta comunidad, María Manuela del Carmelo. Imagen de archivo de la procesión del beato Nicolás María Alberca por las calles de Aguilar. / GEMA ALBORNOZ Este año, la iglesia de la Concepción de Aguilar ha acogido el triduo al beato. El 13 de julio se presentó y fue bendecido el cuadro del retrato del beato realizado por Nuria Barrera. La imagen del santo nace tras estudiar la figura del beato Nicolás María Alberca. «Al no haber datos concretos de su aspecto -indicó la autora-, me he basado en un hombre de unos 30 años, sencillo, cercano, con mirada bondadosa que nos acerca a plantearnos la posibilidad que nos da Dios de llegar a la santidad». En la imagen el ahora santo aparece con la palma del martirio y la estola de sacerdote y con el disparo en el pecho que le dio la muerte. En el fondo, aparecen la parroquia del Soterraño, así como su pila de bautismo. Además, la imagen procesional recorrió las calles del pueblo durante la celebración del Corpus Christi.
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