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  • A tres años de recibir la médula de su mamá: “Más que ejemplo, quiero ser agente multiplicador de la información”

    Gualeguaychu » El Argentino

    Fecha: 20/10/2024 03:45

    Por Luciano Peralta - ¿Qué pensás/sentís cuando caes en la cuenta de otro 17 de octubre? -Pasaron muchas cosas en estos tres años, desde esa primera llamada de mi doctora diciéndome del diagnóstico y que me internara ya. Pasaron un montón de situaciones que recorrieron todas las emociones: los miedos, la tristeza, la felicidad. Hoy me encuentro en un nuevo 17 de octubre recordando algo que pasó, que ya no está acá. Hoy puedo decir que ‘todo pasa’, en su momento no entendía la frase, pero es verdad, todo pasa, hay que darles su espacio a todas las situaciones para poder vivirlas. Me emociona pensar en la fecha porque fue un quiebre muy importante en mi historia y en la de mi familia. En esa primera internación fueron 30 días, me fui de mi casa y no volví. Estaba en Paraná internada y no podía salir de la clínica. Después, fueron tres internaciones más, quimios de por medio. En la soledad del asilamiento la cabeza me explotaba, te explota porque estás vos con vos y nada más, esperando a que salga todo bien. - ¿Qué te enseñó tener que haber pasado por eso? - Me enseñó la paciencia. Uno siempre se pregunta “por qué a mí”, y en la clínica me hicieron pensar mucho en el “para qué a mí”, qué es lo que tengo que aprender. Yo tuve que aprender a tener paciencia, a esperar a los procesos, a tener fe, a tener confianza, aprendí mucho de mí, en especial, y también de toda la contención que uno tiene y que a veces no se da cuenta. Hasta el día de hoy me sigo encontrando con gente que no he podido ver por alguna cuestión y me dicen que mi situación la afectó o la hizo reaccionar. -Vos tuviste, además, Covid, ¿cómo fueron esos días? Sí, tuve Covid, dos veces tuve Covid. Me contagié dentro de la clínica. Era parte del miedo, porque mucha gente conocida se había muerto y también en la clínica (ya estaba en la Fundación Favaloro). Todo muy sensible, todo muy cercano. Parece que hace mucho, pero pasaron cuatro años de la pandemia. En la actualidad, por todo lo que atravesé, sigo sin compartir mate y estoy con el alcohol en gel constantemente, lavándome las manos, cuestiones de higiene que no quiero perder. Creo que todas esas medidas de seguridad que tuvimos en ese tiempo generaron que muchas enfermedades no se propagaran y me parece que no estaría mal continuar con algunos cuidados. Algo que aprendí, también, de todo esto fue que la leucemia es un cáncer en la sangre y que todo lo que tenga que ver con la sangre tiene que ver con el linaje, con lo filial, con la familia. Teniendo en cuenta el “para qué”, en mi caso fue para reencontrarnos con la mujer que es mi mamá, reencontrarnos con esas situaciones de cuando era chica, la crianza, y todo lo que ella tuvo que vivir como madre. Fue recordar los cuidados que tenía cuando yo era chica y vivenciarlos desde otro lado. - Sigue habiendo un alto grado de desconocimiento sobre el trasplante de médula, contame como fue el tuyo. - Cada vez que usamos la palabra trasplante, lo primero que piensa la gente es en un cuchillo y un quirófano. Y no, nada que ver con el trasplante de médula ósea. Hay un gran desconocimiento, creo que los que pasamos por esta situación tendríamos que ser agentes de divulgación de esto. En mi caso particular, llego al trasplante después de las cuatro quimios, medianamente urgente, porque en las últimas quimios no se había obtenido el resultado esperado. Le hicieron el estudio de compatibilidad, la histocompatibilidad, a mi mamá, a mi papá y a mis hermanos, yo tengo hermanos de parte de padres solamente, entonces era un poco complicado conseguir una compatibilidad del 100%. Cuando se decidió que iban a hacer el trasplante habían quedado mi hermana (24) y mi mamá (60). Inicialmente se pensó que era mejor mi hermana, que no tenía hijos y era una médula más joven, pero después se decidió por mi mamá porque teníamos el mismo tipo de sangre. Y eso que la médula de mi mamá tenía un 50% de compatibilidad. - ¿Cómo fue recibirla de tu mamá? - El 14 de junio mi mamá se interna en una habitación, como sus venas eran muy finitas, le hicieron una vía central en el cuello de la que salían dos tubitos: uno extraía la sangre, esa sangre pasaba por una máquina que separa las células madre de su sangre, las células madres se volcaban en una bolsita de recolección y su sangre volvía a su cuerpo. Creo que entró a 10 de la mañana y a las dos de la tarde ya había terminado. En todo ese proceso ella estuvo con el celular, comiendo, mirando la tele, hablando con la gente, siempre estuvo despierta y consciente. Cuando terminaron de recolectar en la bolsita, la trajeron a mi habitación, vino el médico que me estaba atendiendo, una enfermera, me hablaron y me lo pusieron como si fuera un suero. El procedimiento es eso, como si fuera un suero. Fueron 15 minutos y ya estaba el trasplante hecho. - ¿Cómo siguió? - A los diez días la médula empezó a actuar, a generar plaquetas, empezó a funcionar. En ese periodo estuve 30 días internada en la clínica, sola, totalmente aislada. Una vez a la semana iba mi mamá hasta la puerta, me abrían la puerta y desde ahí hablábamos. Por más que haya estado sola en ese momento, estuve muy acompañada por la gente de la clínica Favaloro. Los profesionales se quedaron conmigo todo el tiempo, a cualquier hora, lloraban y se reían conmigo. De a poquito fui caminando, la caminata era hasta el baño y volver, nada más. Salir de la habitación fue un montón, caminar ahí por los pasillos, tuve momentos de fiebre y gastroenteritis muy fuertes. Hay que entender que es un agente extraño a un cuerpo nuevo, por más que sea beneficioso a largo plazo, en el momento esa adaptación es complicada. Después de los 30 días, estuve tres meses más en un hotel, carca de la Fundación Favaloro. En mi caso, como mi mamá era el 50% de compatibilidad, me dieron una medicación que se llama Tacrolimus, tengo que agradecer muchísimo a la gente de Iosper Gualeguaychú, que se movió un montón, a pesar de la burocracia que son los trámites, y siempre tuvieron una respuesta y un acompañamiento. Esa medicación iba acompañando a la médula a que se vaya adaptando a este nuevo cuerpo, al punto tal de que, después de seis meses, dejé de tomarla. La médula se había adaptado al 100%. - ¿Con qué ojos ves el cáncer y los casos que se multiplican ahora? -El cáncer está en boca de todos, hay muchos casos y falta información. Pero, al mismo tiempo, se avanza mucho en los tratamientos, se ha avanzado mucho en operaciones, también en cómo reducirlo o anticiparse. En mi caso, por ejemplo, el Tacrolimus hace cinco años no se usaba y no se podía hacer un trasplante de médula ósea con un 50% de compatibilidad. También hay mucha más conciencia social y ambiental, de cuidados, de qué es lo que estamos comiendo, qué es lo que estamos consumiendo en general, va todo de la mano, porque un ambiente sano hace que el cuerpo no se enferme. - ¿Volviste a tomar mate? - Sí, obvio que volví a tomar mate. Termos y termos de mate. Pero no cualquier mate, un mate en particular, con una yerba en particular y con un cebador en particular. No tomo mate con ninguna otra persona que no sea mi compañero, mi pareja. Sigue siendo ese momento de unión y de encuentro. Por ahí estoy con grupos con compañeros de trabajo, con amigos, con amigas, que entienden y comparten esta particularidad del compartir el mate de una forma distinta. Pero la charla está, la comunicación está, ese poder sociabilizar, que es lo que extrañaba. No sé si era tanto el mate en sí, sino la situación que se genera con el mate. - En la última entrevista que hicimos me hablaste de empezar a valorar las cosas simples, ¿cómo te va con eso? - Valorar las cosas simples es complicado, pero al mismo tiempo está bueno. Porque, por ejemplo: estoy laburando un montón y no llego a fin de mes, pero estoy laburando por mis medios, salgo de mi casa con mis piernas y no vengo cansada porque mi cuerpo no reacciona, sino que vengo cansada porque estoy haciendo muchas actividades, yo sola, sin que nadie me esté acompañando, sin ningún cable que esté controlando mi respiración o me esté pasando medicación. Sentir el viento y ver el amanecer viajando para ir a trabajar, en vez de estar viéndolo por la ventana de la clínica, es un montón. Hace rato que tengo ganas de poder ser un agente de difusión, porque nadie está exento de necesitar del otro, yo necesité muchísimo de las personas que fueron a donar sangre. Me encantaría poder ser agente de difusión, no ejemplo. A mí me pone un poco nerviosa cuando dicen “qué luchadora, qué gran mujer”. Yo quería vivir, nada más, no elegí pasar por esa situación, y no deja de ser un luchador el que falleció por una enfermedad, sino que no pudo. Más que ejemplo, quiero ser agente multiplicador de la información. Me gustaría poder hacer más, también. Siempre veo a la gente Donar en Vida, cómo se mueven, cómo van, cómo vienen, y me encantaría poder acompañarlos más. Trato de difundir de la forma que me sale y lo más que pueda, multiplicar la información es muy importante.

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