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Parana » InfoParana
Fecha: 16/10/2024 18:02
Tan cierto es que la conducta aduladora, rara vez, viene de la mano con la virtud de la lealtad; como que antes de emprender el viaje de la venganza hay que cavar dos tumbas. Esas dos frases son, adecuadas a esta nota, en esencia perteneciente al noble chino “Kung Fu Tzu”. Para el primero de los conceptos, la adulación asociada a la aceptación como verdad absoluta los designios del poder superior traiciona en sí misma la lealtad pretendida. No admitir, o peor aún, detectar y callar lo que en teoría puede ocurrir ante el desacierto avalado por la conducta aduladora colisiona contra el principio de lealtad pretendida. Las lealtades de los aduladores son tan inconsistentes que carecen de esa virtud. Entre aduladores y lealtades relativas, asoma el primer octubre del gobierno actual. Un octubre teñido de Rojo, Negro y Celeste. La elección de los colores y tono no es casual. El conflicto docente, en sus orígenes, tuvo como principal reclamo la adecuación salarial del sector acorde a la evolución de los precios. Algo cambió en el camino. Al comienzo de la gestión, con la esperanza intacta, los docentes admitieron que la evolución salarial debería ir de la mano del movimiento de los precios en góndola. De hecho, el primer acuerdo tuvo como base el salario de diciembre 2023 y el ajuste por inflación mes a mes. ¿Qué cambió entonces? Las actualizaciones siguieron el camino acordado, sin embargo, las negociaciones fueron trabándose a medida que el tiempo transcurría. Se cambiaron interlocutores y el resultado final siempre fue el mismo. La negativa a aceptar el ofrecimiento salarial del gobierno. El tiempo transcurrido sirvió para que el calendario electoral interno del gremio mayoritario en la provincia se aproxime. Es ahí donde el conflicto empieza a tomar ribetes inesperados para el gobierno. Cambia la actitud de los interlocutores. Los colores y el tono comienzan a cobrar relevancia. La Rojo y Negro quiere el poder que hoy ostenta la Celeste. Agrupaciones internas de la AGMER antagónicas. ¿Fracasaron los interlocutores del gobierno? El tiempo dirá si les asistió la razón o contribuyeron a generar un escenario de conflicto que no interpretaron. Confusio sostenía que un hombre sin virtud no puede morar mucho tiempo en la adversidad y la adversidad llegó. Nadie en su sano juicio puede dudar de la capacidad de discernimiento del mandatario provincial. Rogelio Frigerio no necesita de aduladores, debe procurar contenedores en la coyuntura. Los errores no forzados del gobierno lo sitúan en un lugar incómodo, seguramente. Sabe que equivocarse es humano pero también entiende que rectificar es de sabios. La sabiduría se preocupa de ser lenta en el discurso y ágil en la acción. La contundencia de la acción siempre es mejor que alzar la voz ante el disgusto por los resultados. Frigerio, dicen los que lo conocen, admite que no está mal equivocarse. Lo malo es volver a hacerlo. Gobernar no es sólo el arte de saber mandar. Es saber rectificar aunque rectificar suponga desechar a los aduladores y priorizar a los leales. El arte es saber detectar entre ambos bandos quien es quien. La urgencia de terminar con el Octubre tricolor de los entrerrianos no admite dilaciones. Es hoy y es ahora. Rectificar y corregir para enderezar el cauce de los primeros 90 días de gobierno. En primavera, que florezca la esperanza en definitiva.
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