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  • Se publicó el boletín de seguridad sobre operaciones en trabajos de agroaplicación

    Concepcion del Uruguay » La Calle

    Fecha: 16/10/2024 17:05

    La Junta de Seguridad en el Transporte (JST), organismo descentralizado en la órbita del Ministerio de Economía de la Nación, publicó el Boletín de Seguridad Operacional que analiza, identifica y categoriza los sucesos en operaciones de aeroaplicación en la República Argentina durante el periodo 2013-2022, en el que se registraron 67 sucesos. Los datos se obtuvieron del sistema Adrep/Eccairs1 del repositorio institucional de la JST. Las operaciones agroaéreas comprenden aquellas actividades en las que se utilizan aeronaves para la aspersión o lanzamiento de sustancias con el objetivo de proteger, beneficiar o fomentar la agricultura. Estas operaciones incluyen la aplicación aérea de fertilizantes, semillas y productos para la protección de cultivos, la preservación de los bosques o el control de plagas, malezas y hongos que afectan a la agricultura y a la horticultura. Las dos categorías más frecuentes que derivaron en incidentes y accidentes fueron operaciones a baja altitud (LALT), con 20 sucesos, y fallo o mal funcionamiento del motor (SCF-PP), con igual cantidad. Las operaciones a baja altitud son las colisiones (o cuasi colisiones) con obstáculos o el terreno durante la operación intencional cerca de la superficie, fuera del despegue y el aterrizaje. Representan el 30 % de los sucesos registrados en los últimos 10 años en el trabajo de aeroaplicación. Surgen a partir de deficiencias en la planificación y preparación del vuelo. La falta de identificación de riesgos y la detección tardía de obstáculos reducen el tiempo de reacción del piloto y aumentan el riesgo de impacto. Para prevenir este tipo de sucesos, la JST recomendó las siguientes buenas prácticas: Antes de comenzar con una operación, es fundamental monitorear los peligros latentes propios de la actividad y analizar sus riesgos mediante la planificación del sitio. También es necesario conocer las limitaciones de la aeronave, controlar los equipos de comunicaciones y de navegación con especial atención a la carga de coordenadas. Por otra parte, la segunda categoría comprende el fallo o mal funcionamiento del motor de un sistema o componente de la aeronave relacionado con los motores, incluyendo las partes que se desprendan de este. En épocas de siembra y aplicación, las aeronaves resultan exigidas por la cantidad de horas de vuelo acumuladas. Al operar en baja altura, si hay anomalías o mal funcionamiento, existe un margen escaso para responder de forma satisfactoria. Para prevenir este tipo de sucesos, la JST recomienda las siguientes buenas prácticas: Mantenimiento preventivo, realizado regularmente, siguiendo pautas de calidad apropiadas y conforme a los lineamientos del fabricante, ayuda a reducir la probabilidad de fallas. Asegurar que se realicen los procedimientos de inspección y control de mantenimiento. Otras buenas prácticas generales: • Asegurar que la calidad del combustible a utilizar por las aeronaves no sea degradada por deficiencias en los procesos de abastecimiento y almacenaje. Así, el motor de la aeronave tendrá el rendimiento esperado de acuerdo con lo especificado por el fabricante. • Verificar siempre el estado y funcionamiento de los equipos que integran a la aeronave, previo a la realización de los vuelos y después de estos. • Cumplir con los tiempos de inspección y reemplazo de los elementos de seguridad de la aeronave (descarga rápida, matafuego, arneses) y del piloto (casco, máscara, etc.) para que cumplan correctamente la función para la cual fueron diseñados.

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