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  • La contracrónica | Córdoba, el escenario efímero de la España de todos

    » Diario Cordoba

    Fecha: 16/10/2024 00:41

    Era la primera vez que se veía en Córdoba un partido de este rango. Sí, ya estuvo España una vez en El Arcángel. Fue hace 23 años. Y ni el recinto es el mismo -en lo único que se parece es en que sigue sin terminar- ni la selección tiene nada que ver con aquella del 2001. La entrenaba Camacho, en el césped jugó de titular -fue su última internacionalidad- el central cordobés Paco Jémez y el equipo terminó despachando con un 1-0 al final, firmado por Baraja, el triunfo en un amistoso ante Japón. Esta vez llegaba con un expediente lustroso -vigente campeona de Europa y de la Liga de Naciones- y con un plan: doblegar a Serbia para garantizarse el billete de los cuartos de final de esta competición continental de nuevo cuño, que no recibe más críticas porque España domina y engrosa palmarés. Otro asunto es lo que va dejando detrás. Cada convocatoria de La Roja es un parte de guerra, con un goteo permanente de bajas de jugadores caídos en combate para desesperación de sus clubes. Lo de la última doble cita -el choque en Murcia frente a Dinamarca del Día de la Hispanidad y este de Córdoba- ha multiplicado el debate, que se trasladó a El Arcángel durante día y medio de frenesí absoluto con un nombre resonando: Lamine Yamal. La sala de prensa del estadio -que, por cierto, era el gimnasio del Córdoba CF reformado para la ocasión- fue una caldera en ebullición. Antes y después. Y lo que queda. Lamine como paradigma. Lamine principio y fin. El apoyo de la afición cordobesa a la selección española, en imágenes / Manuel Murillo Lamine, principio y fin Lo del extremo del Barça es una película a cámara rápida. Sus innegables virtudes como jugador -eso es lo principal-, su condición de ídolo deportivo y abanderado -seguramente a su pesar y/o sin poder de control sobre ello- de causas al margen del césped- y su impacto en los equipos en los que milita le convierten en protagonista permanente. En el Barça es el eje. En la selección, igual. «Es un genio, está tocado por una varita mágica», dijo de él el portero David Raya. De la Fuente desveló que mantuvo una conversación con él para decidir si jugaba o no ante Serbia. Tiene 17 años. Su ausencia le hizo presente en Córdoba, donde muchos chavales vestidos con su camiseta azulgrana soportaron horas debajo de la lluvia esperando verle bajar del autobús en la puerta del hotel. Tuvieron que imaginarlo. Todos contarán que vieron jugar a la selección de Lamine Yamal aunque él no estuviera allí. España-Serbia, las imágenes del partido en El Arcángel / De la Fuente y el sudoku Que también faltaran referentes como Nico Williams, Rodri o Carvajal acentuaba la dificultad para una selección en reformas continuas, casi experimental, con jugadores reclutados sobre la marcha para finiquitar la clasificación y sacarse un peso de encima, dejando el resto de la fase de grupos rebajada de presión. Era un pleito oficial, trascendente y ante un adversario de nivel, que también apuraba sus opciones. De la Fuente lo tenía muy claro. Se enfrascó en la resolución de su particular sudoku para armar un once de garantías, con gente que se ve de vez en cuando y compite en distintos países. Le está tocando lidiar en el verde y ante las cámaras. España-Serbia, las imágenes del partido en El Arcángel / Manuel Murillo Metido de lleno en el debate sobre la sobrecarga de partidos y las patadas -el que más falta recibe en las grandes ligas europeas- a Lamine, con un clásico Madrid-Barça en el horizonte, el seleccionador volvió a tirar de su clásico manual de «la España de todos». La gente le ha cogido un cariño especial. Su discurso lo construye con patrones simples y asideros emocionales. En El Arcángel, como en La Condomina, le vitorearon cuando su nombre sonó en la magafonía. Le quieren a él y a sus resultados. Llegó al estadio cordobés -ya estuvo otras veces con la sub-21- con un balance de 24 partidos dirigidos, con 20 victorias, dos empates y dos derrotas. Y dos títulos. En Córdoba le faltaron doce de los que estuvieron en la última Eurocopa. Nadie le ha escuchado una sola queja. Morata celebra su gol a Serbia en El Arcangel. / Efe Donde hay que estar Córdoba lleva mucho tiempo en los suburbios de las ligas nacionales. Hace una década bajó de Primera División y en los últimos cinco años ha permanecido fuera del mapa del fútbol profesional, al que volvió este verano para bracear en Segunda. Entre los internacionales de España, que no habían competido jamás en esta ciudad, hubo uno con un sentimiento especial. Álvaro Morata, el capitán, tiene lazos familiares y amistades en Córdoba, a la que visita con mucha frecuencia. Cuando una vez, en las filas del filial del Real Madrid, contribuyó a golear al equipo blanquiverde no celebró su tanto. «Prefieron marcárselos a otros y no a este equipo, al que tengo cariño y deseo lo mejor», dijo en su día. Los caminos no se volvieron a encontrar. Con la camiseta de España, en El Arcángel, Álvaro Morata seguramente cumplió un sueño de niño. En Córdoba fue feliz y anoche volvió a serlo como lo hacen los adultos: encontrando su sitio después de haber sufrido. Suscríbete para seguir leyendo

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