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  • 'Las miradas de Medusa', una restitución del mito griego que ayuda a las víctimas de violencia sexual a entender su situación

    » Diario Cordoba

    Fecha: 14/10/2024 11:18

    La historia de Medusa es bastante trágica: violada por el dios del mar Poseidón en el templo de Atenea, esta gorgona mortal diferente a sus hermanas (inmortales y con un aspecto bastante más monstruoso que el suyo), fue decapitada por un Pegaso instigado a hacerlo por Atenea, que estaba enfadada con ella por haberse dejado violar en su templo. Al ser decapitada, su cabeza tiene el poder de petrificar a quien la mire a los ojos y es usada como escudo. Natalie Haynes (Reino Unido, 1974), divulgadora, experta en el mundo clásico y escritora tanto de ficción como de no ficción, le había dedicado un capítulo en su ensayo La jarra de Pandora (RBA, 2024), en el que analiza el papel de las mujeres en los mitos griegos. Pero no quedó satisfecha del todo: al acabarlo, dice, seguía enfadada por la forma en la que se ha tratado esta historia, así que decidió dedicarle una novela con la que, acudiendo a las fuentes de la Antigüedad, poder dar una versión en la que se hiciera justicia al mito original. El resultado es Las miradas de Medusa, publicada en español por la editorial Salamandra, un libro divertido en el que ni Perseo es un héroe valiente ni Medusa una gorgona horrible y despiadada que va por ahí petrificando a la gente y en la que, además de grandes aventuras, hay mucho humor. La autora atiende a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA aprovechando una visita a Córdoba para participar en el festival Cosmopoética. P: Las miradas de Medusa se publicó en inglés hace dos años. ¿Qué recibimiento tuvo, qué reacciones provocó? Cuando se publicó mi libro anterior, La jarra de Pandora, que dedica un poco de espacio a la historia de Medusa, no logré hablar mucho de ella en las presentaciones, porque fue en 2020, estábamos en medio de una pandemia y no pude hacer muchas presentaciones, así que me dediqué a hablar sobre todo de otras mujeres. Así que no me esperaba lo que sucedió con las presentaciones de este libro. Es verdad que siempre entre el público que viene a las presentaciones de mis libros suele haber muchas mujeres jóvenes, digamos que ese es mi público, lo que es maravilloso. Pero lo que no me esperaba es que vinieran a contarme que habían sido víctimas de agresiones sexuales a una edad muy temprana y que gracias a mi libro habían sido capaces de reconocer lo que había ocurrido y que no es algo que fuese su culpa. [Rompe a llorar]. Nunca puedo hablar de esto sin emocionarme, ni siquiera después de dos años. Muchas de ellas venían a enseñarme sus tatuajes de gorgonas y Medusa, porque necesitan ser vistas. Esto fue una sorpresa. Quizás no debería haberlo sido, pero lo fue. El mundo no debería ser así. P: Recibieron el libro como una forma de restitución de sus historias. Eso espero. No lo escribí para eso, la escribí por la historia, lo escribí para mí misma, para mi madre, como hago siempre, pero se ha convertido en un libro simbólico para algunas mujeres. Alguien me trajo a una presentación una Medusa de resina, la cabeza que aparece en la portada del libro, para que guardase mi casa y me cuidase. Ha sido realmente emocionante. Medusa ha sido representada en el arte en infinidad de ocasiones. En esta imagen, la pintura que le dedicó Carvaggio en 1597. / REDACCIÓN Pregunta: ¿Cómo surge la idea de recontar la historia de Medusa? ¿Por qué ella? Sentía que había sido muy mal tratada, incluso para los niveles de las mujeres en los mitos griegos. Primero la violan, después la maldicen, luego la asesinan y la convierten en arma después de la muerte. Pero ahora, tantos años después, lo único que se sabe sobre ella es que podría matarte convirtiéndote en piedra si te mira a los ojos. Y cuando estaba escribiendo La jarra de Pandora busqué por todas partes, en todas las fuentes que pude encontrar, griegas y latinas, ejemplos de gente convertida en piedra por ella, pero no hay ninguno. Nunca lo hace. Y así es como surge el impulso para crear el personaje en mi novela: si tienes el poder de convertir a la gente en piedra mirándola a los ojos y no se lo haces a nadie, has tenido que intentar muy fuerte no hacerlo. Además, su nombre en griego significa guardiana, protectora. Las gorgonas en general y Medusa en particular siempre, en la Antigüedad, han tenido esta doble naturaleza de ser monstruos aterradores pero también protectoras, nos cuidan. Las ves en las puertas y quizás protegen a los habitantes de la casa y a la vez asustan a los intrusos. Sentía que esa dualidad se había perdido y en la modernidad todos los relatos sobre ella la retratan sólo como un monstruo. Pensé que estaba completamente descontextualizada, y quería devolverla al contexto que tuvo en la Antigüedad. P: La relación entre los personajes femeninos es compleja. Por un lado, la relación de hermanas es de cuidado y amor, pero por otro, está Atenea, que no es nada solidaria con Medusa a pesar de ser esta violada por Poseidón. ¿Cómo las ha trabajado en el libro? Hay muchas relaciones diferentes entre los personajes femeninos en esta novela principalmente porque las mujeres son las protagonistas cuando escribo y hay muchas aquí muy diferentes. Creo que la relación crucial es entre Atenea y el resto de personajes femeninos. Su reacción ante ellas es, naturalmente, increíblemente inhumana, porque es una diosa. Pero siempre supe, desde antes de escribir el libro, que iba a terminarlo con el encuentro entre Atenea y Medusa, con una gran lucha entre ambas. Sin embargo, cuando llegué a escribir la escena, el libro había cambiado mucho desde la idea que tenía cuando le comencé, lo cual es lógico, si no, para qué escribirlo. La escena final era completamente diferente de la que había pensado antes de escribir. Atenea es en buena medida resultado de una historia ultrapatriarcal porque crece sin una madre. Y esto no es invento mío, lo cuenta Esquilo. Crece sin referente materno, así que para ella las madres no tienen importancia, son los padres los únicos que cuentan. Y acepto esto, pero no deja de ser una historia patriarcal, porque por supuesto que Atenea tiene madre, Zeus ha dejado embarazada a Metis, que es realmente la madre de Atenea aunque crea que no tiene ninguna, y literalmente, la consume, así que no sabemos lo que habría ocurrido si Atenea hubiese crecido con un padre y una madre. Las palabras importan, y Metis en griego significa algo como sabiduría o astucia y esto es obviamente simbólico. La inteligencia femenina es consumida literalmente por Zeus cuando se traga a Metis, porque él quiere la sabiduría que tiene ella, así que creo que esto de enfrentar a las mujeres viene de ahí, de una historia patriarcal. Atenea crece sin madre y a quién culpa: ¿a quien se la quitó? No, culpa a su madre, por desgracia. Me encantaría hacer la historia diferente, pero no sería fiel a las fuentes, así que no lo hice. Pero bueno, espero que todas las relaciones mujer a mujer en mis libros estén llenas de matices porque creo que son así, que somos así. Jarrón de terracota pintado atribuido a Polygnotos (450–440 A. C.) en el que se representa el momento en el que Perseo acude a decapitar a una durmiente Medusa, instigado por Atenea, conservado en el Museo Metropolitano de Nueva York. / / Museo Metropolitano de Nueva York. P: Dice haber vuelto a las fuentes para contar esta historia sobre Medusa, que es una diosa muy presente en obras de arte de cualquier disciplina. ¿Hay alguna que haya usado de referencia para construir los personajes? Sí, de todas las disciplinas. Las fuentes literarias sobre este mito no son tan geniales, son breves y no hay muchas, pero sobre todo lo que tenemos es el conocimiento de que había mucho más que se ha perdido. Por ejemplo, se sabe que Esquilo escribió una obra de teatro sobre las Fórcides, las hijas de Forcis, que son las gorgonas, pero no la tenemos. Esto es lo malo de ser investigadora sobre la Antigüedad, que hay una frustración perpetua por las cosas que se han perdido. Así que como no hay muchas fuentes literarias, decidí acudir a las fuentes visuales: pinturas en jarrones, sobre todo, y esculturas. Específicamente hay dos pinturas en jarrones que son las más importantes para mí: una está en Nueva York, en el Museo Metropolitano y otra en Londres. La de Nueva York representa una versión de Medusa que no tiene serpientes en el pelo, sólo tiene rizos, y está dormida y es muy guapa. Perseo se está acercando sigilosamente, de puntillas, y lleva los zapatos de Hermes y el sombrero de Hades y Atenea está detrás, alentándole. Esta escena está descrita casi literalmente en el libro. Y el jarrón que está en el Museo Británico es el momento inmediatamente posterior a la decapitación de Medusa. Perseo ha metido su cabeza en una bolsa y puedes ver sus ojos mirando hacia fuera desde la bolsa con una mirada siniestra. Lo cual es desafortunado, porque la razón por la que pensarías que está en la bolsa es justamente para que no pueda mirar. Y la manera tan informal con la que lo hace y la falta de cuidado me inspiró para construir el personaje de Perseo, que es un personaje brutal no porque sea cruel, que no creo que sea así, sino porque está asustado y es descuidado, y ese tipo de brutalidad es en muchos sentidos más aterradora, porque no se puede razonar con ella. P: Al contar la historia de Medusa recuenta también la de Perseo, porque sus historias son un poco inseparables, ¿no es cierto? Generalmente la gente asume que para que Perseo se vuelva un héroe necesita matar a un monstruo, pero de hecho, tenemos evidencias mucho más tempranas de las gorgonas que de Perseo, pero de cientos de años. Es decir, la historia de Perseo es muy posterior a la de las gorgonas y Medusa. Creo que, en general, la mayoría de las culturas tienen cabezas, rostros o máscaras grotescas o distorsionadas. Creo que siempre hay un deseo por estos monstruos extremos, grotescos y extraños. Si miras a estas máscaras de la Antigüedad es difícil distinguir si son máscaras teatrales o gorgonas. Así que tenemos muchas imágenes de este tipo y luego, gradualmente, creo que lo que sucede es que los griegos, que son grandes narradores, tarde o temprano quisieron darles cuerpos a todas esas cabezas. Y también son extraños, ya sabes, tienen alas en la Antigüedad, que es algo que tendemos a olvidar en las versiones modernas de las gorgonas. Así que creo que lo que ocurrió en algún momento es que alguien pensó: si tenemos tantas cabezas separadas de los cuerpos debe haber alguien con una espada. Y esa persona es Perseo. Así que primero tenemos las cabezas, luego las gorgonas con cuerpo y después aparece Perseo. Mi idea es que podemos tener historias de gorgonas sin Perseo pero las mejores lo tienen a él dentro. Yo disfruté mucho escribiendo la primera parte del libro en el que las gorgonas sólo están ahí echando el rato en la playa, pero claro, lo más interesante viene después. Pero sí, Perseo no podría existir sin Medusa, eso es verdad. P: No sé si estaba en la intención al hacer este libro, pero este tipo de narrativas que vuelven a contar la historia o los mitos desde otra pespectiva en gran medida cambian el discurso de cómo se cuenta la misma sociedad. ¿En qué medida siente que está contribuyendo a ese cambio de discurso? Creo que durante mucho tiempo no han existido personajes femeninos interesantes. Yo iba al cine en los 80 y los 90 y no había ni un solo personaje femenino que me interesase. Durante muchísimo tiempo las únicas mujeres que aparecían en la pantalla salían para decir al héroe que tuviese cuidado cuando se iba de aventura, o ser las víctimas: las decapitaban. Y alguien como Gwyneth Paltrow, ya sabes, podía interpretar ambas. Y eso era todo. Al ir al cine no tenías la sensación de que las mujeres pudieran hacer cosas. Siempre había esta masculinidad por defecto: si una historia es interesante es porque un hombre debe estar haciendo algo, si no, no hay historia, la gente está tranquila en su casa haciendo sus cosas. Yo acabé mi licenciatura a mediados de los 90 e hice mi disertación final sobre Medea, así que estaba muy centrada en la agencia de las mujeres. Todo mi trabajo académico ha estado centrado en esto, pero también mi trabajo creativo. Hay demasiados libros sobre hombres, he leído millones, es hora de contar lo que hacen las mujeres, porque hacen cosas interesantes. Pero es que además, si te dedicas a leer a los clásicos: Virgilio, Sófocles, Eurípides, sobre todo, estas historias de mujeres siempre estuvieron ahí, así que la pregunta es: ¿qué hicimos con ellas? ¿Por qué las perdimos? La respuesta corta es que durante los siglos XVIII y XIX los clásicos fueron preservados por los hombres más ricos, al menos en Inglaterra. No creo que quisieran excluir a las mujeres, lo que creo es que no conocían a demasiadas y no se les ocurrió pensar que faltaban mujeres en las historias, así que sus versiones de los clásicos se parecen al mundo en el que ellos vivían. La mía se parece al mundo en el que yo vivo. Pero la buena noticia para alguien como yo, una escritora con una hipoteca por pagar, es que hay muchísima gente que quiere las historias de mujeres restauradas en el mundo clásico, mitos con mujeres dentro. Cuando yo era niña esto era un nicho, pero resultó que ya no es un nicho. P: Las referencias no son solo para las mujeres, son para todos... Exactamente, especialmente para los niños. Durante demasiado tiempo, cuando las niñas leían cuentos infantiles, se les pide que hagan un salto extra de imaginación que no es pensar cómo sería tener poderes mágicos o ser dragones, sino imaginar cómo sería ser un niño. Y al mismo tiempo, nadie pidió a los niños que hicieran eso mismo ni una sola vez. Y luego nos damos vuelta y decimos: ¿qué les pasa a los niños? Creo firmemente que, como escritores, tenemos que ofrecerles esas historias de chicas también a los chicos, porque de lo contrario no podremos quejarnos de que no intenten comprender a las mujeres con mucha atención, porque nunca han probado a hacerlo. La gente siempre está intentando ser una buena persona, pero si no les damos las herramientas no podemos dar por hecho que van a saber hacerlo.

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