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    » Diario Cordoba

    Fecha: 14/10/2024 11:06

    La iglesia católica necesita sacerdotes. En las homilías que cada día se ofician en España y también en Córdoba es habitual que se haga mención a esta situación y que se anime, sobre todo a los jóvenes, a que escuchen la llamada de Dios si es que en ellos surge la vocación de servir a Cristo y convertirse en sus mensajeros. A pesar del descenso en la cifra de religiosas y en la ordenación de sacerdotes que se registra desde hace muchos años, el director espiritual del Seminario Mayor y delegado de clero de la Diócesis de Córdoba, Jesús Enrique Aranda, destaca que en la provincia de Córdoba se aprecia un cierto resurgir en las vocaciones. «Existen como dos fenómenos contrapuestos. Por un lado, está la pérdida de fe en muchos ámbitos, pero, por otro, los cristianos que están más cercanos a la fe se están implicando más», señala el director espiritual del Seminario Mayor. Aranda detalla que en el Seminario Mayor hay actualmente 33 seminaristas y en el Seminario Menor, 12, mientras que el Seminario Redentor, una decena. «Este año el Señor nos ha regalado que han entrado doce nuevos chicos al Seminario Mayor, lo que es un impulso bastante grande», resalta Jesús Enrique Aranda. Este cargo de la diócesis precisa que quienes ingresan en el Seminario Menor suelen ser jóvenes que sienten ya cierta inclinación por el sacerdocio y que pueden cursar desde primero de la ESO hasta segundo de Bachillerato (estudios que reciben en el colegio Trinidad Sansueña), aunque duermen y comen en el seminario. Una vez acaban los estudios, si quieren seguir con la preparación para ser sacerdote pasan al Seminario Mayor. Seminaristas De los 33 seminaristas que están preparándose en el Seminario Mayor, algunos llegaron tras acabar los estudios en el Seminario Menor; otros ingresaron después de finalizar Bachillerato por su cuenta e ingresaron luego y, por otro lado, este año han entrado dos seminaristas de vocación tardía, uno con 42 años y otro con 44. El de 42 años se llama Luis Salamanca Bazán, es licenciado en Derecho y antes de entrar en el seminario había desempeñado varios cargos en la junta de gobierno de la hermandad de la Quinta Angustia de Córdoba. Aunque la mayoría de los seminaristas son españoles, precisa Jesús Enrique Aranda, este año hay uno de Bangassou (República Centroafricana), otro de Sudán del Sur y dos de Vietnam. Jesús Enrique Aranda tiene 39 años y es de Hinojosa del Duque. Desde muy niño sintió la vocación. Con 12 años entró en el Seminario Menor, pasó al Seminario Mayor con 18 años y fue ordenado sacerdote cuando tenía solo 24 años. Al margen de su preparación estrictamente religiosa, también estudió Psicología. «Animo a los adolescentes y jóvenes a que sean valientes y no tengan miedo de decirle ‘sí’ al Señor, porque hay veces que se puede sentir que te está llamando, pero cuesta dar el paso. Sin embargo, hay que ser valientes y dárselo todo a Cristo, porque él va a aportar siempre mucho más de lo que cualquier persona le pueda ofrecer», recalca. Antonio y David Reyes, en el interior de la iglesia de Santa Rafaela. Vocación en familia Sobre la peculiaridad de que haya varias vocaciones sacerdotales en una misma familia, Jesús Enrique Aranda repasa varios ejemplos que existen en la provincia de Córdoba, como son los hermanos Antonio y Juan Carlos Navarro Carmona, que son de la aldea de El Tejar (Benamejí). Antonio es el actual párroco de la iglesia de San Fernando en Córdoba capital, mientras que Juan Carlos está de misiones en África. Otro caso es el de los hermanos Leopoldo (párroco de la iglesia de la Esperanza en Córdoba capital) y Nicolás Rivero, que está de misionero en Picota (Perú), además de que su hermana es religiosa en Hinojosa del Duque y una sobrina de estos tres hermanos también ha entrado como monja concepcionista en esta misma localidad de Los Pedroches. Por otro lado, como nuevos párrocos de la iglesia de Santa Rafaela, en el barrio de Noreña de Córdoba, están los hermanos Antonio y David Reyes Guerrero (cuyos padres son de Jauja), que han dado hace mes y medio el relevo a Diego Coca, que ahora está al frente de la iglesia de Santa Bárbara en Cerro Muriano. La familia de estos dos hermanos sacerdotes, debido al trabajo del padre, se estableció hace más de 40 años en Córdoba capital, en el barrio de Levante, donde surgió una comunidad parroquial muy floreciente en torno a la parroquia de Nuestra Señora de Belén. Jesús Enrique Aranda, director espiritual del Seminario Mayor. La llamada de Dios Antonio ya empezó a sentir la llamada de Dios en el colegio, y aunque hubo un momento que pensó en estudiar Medicina, finalmente ingresó en el Seminario Menor con 14 años, donde hizo BUP y empezó a constatar que ese era su sitio. Cuando los padres de Antonio iban a visitarlo al seminario, les acompañaba casi siempre su hermano David, al que le preguntaban que «cuando se iba a venir aquí conmigo, sin imaginar que algún día él también se ordenaría sacerdote», apunta Antonio. Ordenamiento tardío Un ordenamiento el de David que fue muy tardío, hace apenas 7 años, teniendo él en la actualidad, 41 años. David estudió una ingeniería, tenía un trabajo estable que le gustaba y había tenido una novia. Sin embargo, como relata David, el Señor ya le había mandado varias señales, hasta que decidió dar el paso. Aunque pensó que sus padres no lo iban a entender, «porque ya habían entregado un hijo a Dios, me dijeron que lo único que deseaban es que fuera feliz, así que si soy hoy sacerdote es gracias al apoyo de mis padres». Justamente, ante el papa Francisco los padres de estos dos hermanos curas reconocieron recientemente la «bendición que suponía poder tener dos hijos sacerdotes y llevar ellos 50 años casados». Tras ordenarse, David estuvo cinco años en La Carlota y otros 2 en Montilla, mientras que Antonio, que tiene 49 años, lleva ya 25 años como sacerdote. Antonio empezó su labor sacerdotal en varias aldeas de Fuente Obejuna y luego ha ejercido en La Victoria, San Sebastián de los Ballesteros, estuvo en la pastoral universitaria, Santa Teresa (Ciudad Jardín), en Picota (Perú), por citar algunos de sus destinos. Ahora tiene, junto a su hermano, la misión de mantener y aumentar la fe en uno de los barrios que más ha crecido en las dos últimas décadas, misión que acogen con ilusión porque saben que «el Señor está con nosotros». Suscríbete para seguir leyendo

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